¡Guau!

No hay prenda que no se luzca en la nueva It girl de la moda, sea un abrigo de piel sintética, un polar con rayas de arcoíris, una camisa abotonada con motivos florales. Devenido ícono tiktokero el pasado diciembre tras pavonearse con flamantes conjuntitos que no había podido estrenar en las calles a causa de la pandemia, es tal su popularidad que ya goza de propio merchandising, tiene agente que le lleva la ajetreada agenda, y son muchísimas las personas que se declaran fans (entre sus seguidoras, Jennifer Aniston, Lizzo, Diane Keaton). Nótese el entusiasmo que publicaciones como Vogue no solo se rinden ante sus desenfadados looks: dan consejos para que lectores/as copien su personalísimo estilo. Y por supuesto, entrevistan a Tika, tal es el nombre de esta estrellita en ascenso, aunque sea faena difícil; o más bien, lisa y llanamente imposible. No porque sea mujer de pocas palabras sino porque es hembra de muchos ladridos: Tika es una perrita, raza galgo italiana, que reside en Ville-Émard, Montreal, con el humano Thomas Shapiro. “Soy una gran creyente en mejorar cualquier look con accesorios clave. Me gustan los bolsos cómodos, en los que yo quepa. Creo que los veremos en más tejidos y texturas suaves, deportivos, de formas y tamaños exagerados”, compartió su sapiencia canina con la icónica revista de moda la susodicha gurú, susurrando por lo bajo: “Contactame, Telfar Clemens, por favor”. Una fantasía de nota, sobra decir, salvo que Vogue misteriosamente haya aprendido a hablar idioma perruno. Independientemente, Shapiro ha comprado a su mascota más de 200 atuendos, que hoy día ocupan buena parte de su sótano. “La gente está pidiendo que hagamos un recorrido por su armario”, se regodea el terrícola, aunque reconoce que “la comodidad va primero”. “Como son muy delgados y no tienen mucho pelaje, los galgos italianos se enfrían fácilmente. Si hacen menos de 20 grados, ya están temblando”, abre el paraguas el muchacho frente a detractores que le echan la bronca por sumarle capas al pobre animal. Explica, de hecho, que “los abrigos en invierno, especialmente en Canadá, son realmente necesarios para Tika”. Al parecer, también las glamorosas botitas que le calza para proteger sus delicadas patas del hielo.

Con la guadaña a todas partes

Obvio es decir que no hay película de Quentin Tarantino que no esté bien salpicada de hemoglobina, pero ¿cuál de sus films ha tenido el mayor número de bajas? Tal es la duda que ha querido despejar la publicación estadounidense Screen Rant, que se han avenido a comprobar empíricamente cómo sería el ranking en materia de RIPs. Revisando, calculadora en mano, todas y cada una de sus cintas: desde Perros de la calle (1992) hasta Había una vez en Hollywood (2019). “Hasta el momento Tarantino ha hecho nueve películas, en tanto él entiende las dos entregas de Kill Bill como un único film. Queda por ver si mantendrá su promesa de retirarse tras su décima obra, o si continuará compartiendo su visión única del mundo y la cultura pop”, mencionan en la mentada revista web, previo a lanzarse de lleno al tema que les compete; léase la matemática sanguinolenta, independientemente de los muy variopintos, muy ocurrentes métodos con los que acaecen las muertes (fuego, dinamita, estrangulación, ataque canino, sablazo de samurái, etcétera). “Algunas ocurren fuera de pantalla, pero aún así las hemos contado, porque suceden a manos de un personaje principal o juegan un rol importante en la historia”, pormenorizan desde la publicación, previo a dar el honorable puesto número 1 a Bastardos sin gloria, versión imaginaria de una Segunda Guerra Mundial donde un grupo liderado por Brad Pitt se carga a cuanto nazi sea posible. Considerando la escena del fatal incendio del cine, estima Screen Rant que el número de fallecidos es de 396 personas. La medalla de plata va para Django sin cadenas con 64 muertes, mientras que Kill Bill: Vol 1 completa el podio en un merecido tercer puesto con 62 caídos. Luego viene Los 8 más odiados, con un total de 20 muertos; Kill Bill: Vol 2, con 13; Perros de la calle, con 11; Pulp Fiction con apenas 7; Death Proof, con 6. Últimos pero no menos importantes los muertitos de Jackie Brown y Había una vez en Hollywood, que deben conformarse con un empate técnico: solo 4 muertos.

Donde lloran y venden los corazones partíos

¡Por fin! alguien ha dado respuesta a aquel interrogante que quitaba el sueño a Whitney Houston el homónimo baladón del ’87: “¿Dónde van los corazones rotos?”. De ser oriundos de Malasia, es posible que se encuentren en Kedai Pernah Sayang, cuya traducción al castellano sería algo así como “La tienda de los que alguna vez fueron amados”. Creada por Hazim Azaman, un ingeniero de 27 años, se trata de una cuenta de Instagram que, a primera vista, no se diferencia tanto de otras plataformas dedicadas a la compra-venta de productos usados. Una inspección más detallada, empero, revela su particularidad: los productos de segunda mano son regalos de exnovios/as que personas con el cuore partido quieren sacarse de encima, en tanto la ruptura les ha dejado un mal sabor de boca. Claro que, en tanto intermediario e inventor del sitio, el muchacho Azaman se queda con una comisión de los mementos a la venta, que incluyen: desde los esperables peluches, perfumes y relojes hasta cámaras fotográficas y aires acondicionados. Lo encantador del asunto es que, además de la descripción del producto y su correspondiente precio, cada posteo incluye los motivos de la ruptura, un mensaje para el ex y la “cantidad de odio” que se le profesa, permitiendo que los 25 mil seguidores de la cuenta tengan una mirada más personalizada del asunto. Un deleite para cotillas que, desde el pasado octubre, pueden aprovechar las gangas y, a la vez, empaparse de melodrama. “No es bueno quedarse enganchado con el pasado, hay que avanzar”, dice el comerciante, que entiende que su “negocio de nicho” ha ayudado “a que mucha gente encuentre consuelo ventilando sobre sus malas relaciones”. “La mayoría me escribe durante la madrugada, cuando se ponen nostálgicos, y en gran parte de los casos, la ruptura está relacionada a engaños”, dice el empresario que tuvo su eureka viendo el film asiático Toko Barang Mantan, sobre un tipo que abre una local donde, sí, sí, vende objetos de exmedias naranjas.

Locos por Gaga: una galletita

Parece ser que, desde el pasado enero, los Little Monsters -como gustan definirse los más fervientes seguidores de Lady Gaga- han sacado las garras para hacerse de un anhelado paquete de Oreos de edición limitada: el que precisamente ha creado la galletita centenaria en colaboración con la cantante y compositora, inspirado en su sexto y último álbum, Chromatica. Capaces de desembolsar hasta varias veces su valor oficial en pujas en línea, tropecientos fans se han rendido a las obleas rosadas y el relleno verde que propone esta reversión de la clásica golosina. “Extra dulce”, según paladares melómanos, que beben los vientos de todo cuanto conlleva la flamante alternativa, desde las elecciones cromáticas que emulan la estética del disco hasta los motivos que emperifollan cada galletita, tomados directamente del arte del LP. Además, claro, de ciertos bonus tracks: un código QR que dirige a una app para grabar mensajes musicales y mandarlos a gente querida (“Solo cantá desde el corazón y hacé que el día de alguien sea un poco más brillante”, arenga doña Gaga); el sorteo de un meet & greet con la artista pop (virtual, por obvios motivos); la esperanza de conseguir el único paquete que, a lo Willy Wonka, está autografiado por la venerada damisela. Ni qué decir del hecho de que parte de lo recaudado vaya a las arcas de su ONG, Born This Way Foundation, dedicada a ayudar a jóvenes en situaciones peliagudas.

Más allá de lo nombrado, el Washington Post ha sido de la partida de quienes intentan esgrimir qué se esconde detrás del azucarado fenómeno: “un misterio dulce envuelto en una enigmática oblea rosa”. Y en una nota reciente, firmada por Tim Carman, el periodista prueba las mentadas oreos escuchando Chromatica, tomando especial nota de cómo las letras “hablan de luchar contra la duda, los demonios internos, la autodestrucción; un material oscuro, presumiblemente confesional, al ritmo de melodías que mantienen los pies en constante movimiento”. “Es un disco para bailar a través del dolor”, diría meses atrás Gaga, nomás salir su LP al mercado. “¿Qué tiene que ver este mensaje con las flamantes galletitas? Quizás nada. Quizás todo”, señala Carman, que leyendo demasiado entrelíneas, hace especial hincapié en el tema "Plastic Doll", donde Lady habla de haber vivido “en una caja rosa durante demasiado tiempo”, como rosa es el packaging, también la masita coloreada. “Romper con el ideal de perfección del resto, inalcanzable, tóxico, para abrazar el dulce interior, verde brillante, como la naturaleza”, sobreanaliza el susodicho diario, es alcanzar “la armonía, la restauración, la paz”. O es un mero capricho estético, a base de colorantes, quién sabe.