“Cuando el juez estaba hablando, por un segundo no sentí nada, pero en seguida empecé a temblar y cuando las vi a ustedes me di cuenta que era así, que estaba libre. Me agarran un poquito los nervios porque estamos llegando a mi casa y quiero abrazar a mis hijos, Ana y Roque, que están ansiosos esperándome”, dijo María Ovando a minutos de llegar a su casa en Eldorado (Misiones) el 24 de febrero, cuando fue liberada gracias a un habeas corpus presentado por Norita Cortiñas y el Equipo Misionero de Derechos Humanos, Justicia y Género.
Fue el juez César Jiménez, del Juzgado Correccional número 2 de Menores, quien dispuso la liberación alegando que “no existen razones válidas para el encarcelamiento dispuesto”. Durante el viaje desde Posadas, donde estuvo cuatro meses presa sin pruebas, María dijo: “cuando hablé con el juez dije, sí, voy a salir otra vez afuera”.
“María es el centro de la vida de su hogar, un hogar realmente vulnerable, con situaciones muy difíciles. Ella es el equilibrio. Sin embargo, mientras estuvo en libertad, recibió un brutal y sistemático acoso mediático que repercutió en su vecindario, en su vida privada y familiar. Era acusada con el dedo cada vez que salía a la calle y en ese acoso surgió la figura de la mala madre contra la cual nos hemos pronunciado durante estos meses”, explicó la antropóloga Ana Gorosito Kramer, también integrante del Equipo Misionero de Derechos Humanos, Justicia y Género.
El 28 de octubre de 2020, cuando se dictó la sentencia a veinte años de prisión “por haber permitido o no haber impedido el abuso sexual” contra sus hijas (en períodos en los que no estaban bajo su custodia), según recuerda Gorosito, María, que estaba con sus abogados defensores (Roxana Rivas, Eduardo Paredes y José Luis Fuentes) fue arrancada del tribunal y cargada en el automóvil policial sin bolso, sin preparación, con lo puesto, rumbo a la ciudad de Posadas, donde la aislaron quince días por el protocolo del Covid-19 y no pudo comunicarse con nadie. “María es diabética y la alimentaron a sopa, perdió veinte kilos; si subsistió fue gracias a la solidaridad de quienes la acompañamos por distintos medios, le acercamos un celular y pudo seguir siendo a la distancia el eje de su familia, también recibió medicamentos y ropa”, detalló la antropóloga, profesora emérita de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS) de la Universidad Nacional de Misiones.
Según sus abogados defensores y quienes acompañan a María desde siempre, los dos procesos judiciales por los que pasó (el primero fue por “abandono de persona por la muerte de su hija Carolina, de tres años, por desnutrición”) están basados en estigmatizaciones y cargados de violencia institucional y de género. Hace nueve años, María pasó un año y ocho meses presa por la muerte de su nena. El día de su muerte, ella cargó a su hija y cruzó el monte; a gritos pidió en la ruta que alguien la llevara al hospital, pero nadie lo hizo y la niña murió en sus brazos, de hambre. Entonces, María vivía en la extrema pobreza, en la zona rural de Colonia Mado, no tenía trabajo formal, no recibía ninguna asistencia del Estado y tenía doce hijos. Gracias a la lucha del movimiento feminista y de las organizaciones sociales y de derechos humanos que hicieron visible su historia, fue absuelta en noviembre de 2012.
“El regreso a casa gracias al recurso de habeas corpus presentado por Norita Cortiñas significó una gran alegría y María volvió a ser el centro de la vida de su familia, de la que nunca debería haberse ido. Pero está pagando por haberse atrevido a demandar al Estado por haberla tenido presa por una culpabilidad que no pudo probarse nunca”, dijo Gorosito.
Si bien en Misiones los organismos de derechos humanos celebran la liberación, todavía falta que la Cámara resuelva la liberación definitiva. “Se obtuvo la liberación por habeas corpus, sustentada por el hecho de que su culpabilidad no fue probada. Ahora sigue esperando en su casa el recurso de apelación. Es muy difícil que los jueces tomen decisiones autónomas, tenemos un sistema judicial muy corporativo: la mayoría de los jueces cumplen una función más administrativa y terminan resolviendo consultándole a los de arriba, por eso fue un logro que el juez Jiménez determinara que María no tenía por qué estar detenida. Ahora tenemos que esperar que la Cámara resuelva sobre esa apelación y se confirme la liberación definitiva”, explicó su abogada defensora, Roxana Rivas.
Para la comunicadora Alicia Rivas, también integrante del Equipo Misionero de Derechos Humanos, Justicia y Género, la condena del 28 de octubre de 2020 fue escandalosa y sorprendió por el monto de la pena y por la detención inmediata: “quedaron expuestas la falta de pruebas y las arbitrariedades de ese proceso judicial que comenzó desde el momento mismo que se dispuso, un operativo de control a María y toda su familia del que participó Margarita Potschka y las distintas aéreas de ese juzgado, con el solo objetivo de sostener una criminalización que terminó siendo utilizada después para esta causa y la condena de ella y los dos adolescentes que fueron presos de manera ilegal desde hace seis años, sin pruebas”.
Hace unos días, la Dirección Nacional de Acceso a la Justicia presentó un Amicus Curiae a favor de sostener la libertad de María Ovando. Fue firmado por la abogada Gabriela Carpinetti, titular de la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El objetivo es que la Cámara de Apelaciones no haga lugar a la apelación presentada por la fiscal Álvarez y confirme la resolución del juez Jiménez.
Eduardo Paredes, integrante del Equipo Misionero de Derechos Humanos, Justicia y Género y uno de los defensores de María, explicó que en este Amicus se refuerza el planteo que vienen realizando desde la defensa: “En el caso de María, se violó el derecho a la doble instancia, fue detenida y la única vía conforme a la Convención de Derechos Humanos es el habeas corpus, por tanto la resolución que puso en libertad a María Ovando debe ser confirmada”.
“Yo soy inocente de lo que me quieren culpar, no es lo que la gente dice, nadie sabe lo que yo estoy pasando y lo que pasé: hambre, maltrato de mi marido, violencia, pero siempre estuve con mis hijos e hijas”, dijo María desde su casa, en libertad.