Parece sencillo rastrear en la memoria la imagen de la Plaza de la Dignidad y a la bandera de la Nación Mapuche flameando en lo alto del monumento central contra un fondo de llamas rojas y amarillas. Postal de un octubre de 2019 que hizo despertar al pueblo chileno harto de las políticas neoliberales del gobierno de Piñera y la herencia pinochetista. La huelga feminista fue, en aquel levantamiento popular, una herramienta desplegada de muchas maneras y con un sostén aguerrido en la ocupación de la calle que aún violentamente ensangrentada por la represión, no fue abandonaba.
El 8 de Marzo de 2019 Chile se sumó por primera vez a la Huelga Internacional Feminista que viene tejiéndose entre continentes desde 2017 para recobrar el sentido de lucha de esa fecha en una acción transfronteriza que pone en la agenda pública la precarización de la vida de mujeres, lesbianas, travestis y trans. La movilización que acompañó la huelga había sido la más masiva desde la dictadura. Había empezado a latir el corazón del levantamiento tramado en asambleas territoriales de organización transversal del 8M.
En ese octubre previo a la pandemia se escuchaba en la calle tomada el rugido por la urgencia de una Asamblea Constituyente que el año pasado fue aprobada por un 80% de quienes votaron el plebiscito. Hoy, está conformada por 155 miembrxs y será el órgano encargado de llevar adelante la redacción de una nueva Constitución que reemplace la vigente que data de la dictadura pinochetista. Esta convención constituyente será la primera en el mundo con paridad entre hombres y mujeres y además tendrá lugar para 17 integrantes de pueblos originarios.
Los feminismos en Chile fueron catalizadores de este proceso revolucionario, por eso hoy existe una gran presencia de candidatas feministas en los comicios para lograr una representación propia en la Asamblea Constituyente. Son candidatas que provienen de diversos movimientos sociales que llevarán los reclamos más viscerales de los feminismos hacia el debate social: la erradicación de la violencia machista, la protección del medioambiente, las demandas sindicales y de los sectores más vulnerados, el respeto por los territorios y las identidades LGBTINB+ y la importancia de la declaración de un Estado plurinacional e intercultural que reconozca, respete, valore y promueva los derechos y la cultura de las comunidades indígenas y migrantes.
La elección de lxs candidatxs tendrá lugar el próximo 11 de abril y el desafío será que sus demandas pregnen en un pueblo en carne viva. Sin embargo, la paridad de esta asamblea no supone per se estar frente a un proceso constituyente feminista. Uno de los desafíos que se presentan es lograr que no sea definido solamente entre lxs 155 miembrxs, si no amplificarlos hacia todo lo imaginado desde la revuelta de octubre: “Para nosotras es central pensar en cómo podemos abrir este proceso sosteniendo el ejercicio del poder popular, que podamos vincular estrechamente lo que viene sucediendo en las calles con la Asamblea Constituyente”, explica Javiera Manzi, vocera de la Coordinadora Feminista 8M. Desde este espacio definen el presente como un momento de imaginación política radical ¿Cuál es la herramienta o el modo expresivo del deseo de la revuelta? No hay una respuesta ni una receta frente a ese interrogante, lo que sí saben es que sostener la movilización en las calles es una de las claves este 8 de Marzo.
Las candidatas
Para amplificar sus voces, echar luz a las trayectorias, ideas y propuestas de estas candidatas y sus movimientos, en este mes de marzo de lucha feminista, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales junto a este suplemento lanzó un ciclo de entrevistas titulado: “Feministas Constituyentes en Chile”. Se trata de cuatro encuentros, cada uno con una temática propia y esencial para el proceso constituyente, conducidos por la periodista Ana Cacopardo, quien co-dirige junto a Pilar Calveiro e Isabel Piper, el grupo de trabajo “Memorias colectivas y prácticas de resistencias” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
El ciclo pone el foco en la importancia de los feminismos constituyentes para la nueva Constitución que tendrá Chile. “Hay una práctica internacionalista de los feminismos que ha ido in crescendo y más aún en América Latina, el caso de Chile nos permite pensar a los feminismos como parte del horizonte de transformación social y eso significa pensar en el Chile de la revuelta antineoliberal, que se produce con un protagonismo de los feminismos populares, indígenas y socioambientales con un conjunto de agendas que buscan permear el debate en la Asamblea Constituyente y ojalá lo logren”, reflexionó Cacopardo. Las12 participó de los primeros dos encuentros para ofrecer un adelanto del ciclo completo que podrá verse en las redes de Clacso y de Las12 a partir del Sábado 6 de Marzo.
La entrevista inicial sobre feminismo plurinacional, contó con la participación de Catalina Bosch, integrante de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes y Jessica Cayupi, de la Red de Mujeres Mapuche, ambas candidatas del distrito 9. El segundo abordó el feminismo socioambiental con las voces de Francisca Fernández Droguett, candidata constituyente del distrito 10 de Santiago, integrante del Comité Socioambiental de la Coordinadora Feminista 8M y parte del Movimiento por el Agua y los Territorios, y de Camila Zárate, candidata del distrito 7 parte también del Movimiento por el Agua y los Territorios y la Red Parque Cabritería, de Valparaíso.
El tercer encuentro titulado feminismo sindical tuvo la participación de Karina Nohales, candidata constituyente del distrito 10 de Santiago y Natalia Corrales, del distrito 7, Valparíso, ambas integrantes de la Coordinadora Feminista 8M. El cuarto y último se centró en el feminismo popular, con la presencia de Dayyana González, candidata constituyente del distrito 3 de la Unión de mujeres Tocopilla KORI y Dalila Peña, del distrito 3 parte de la Coordinadora de Defensa del Río Loa, de Calama.
La necesidad de un feminismo plurinacional
La existencia del pueblo mapuche en Chile está marcada por la violencia institucional, el desprecio por su cultura y la discriminación. Pueblos enteros militarizados, que no pueden acceder a sus derechos básicos y son criminalizados. Históricamente se ha erigido a la nación mapuche como un enemigo, no sólo en el Estado chileno: el racismo y la negación indígena también alcanza latitudes argentinas, con un discurso que lo caracteriza como “usurpador” y “terrorista”.
Para cambiar esta realidad, una de las demandas es que el Estado de Chile se declare plurinacional, en un momento histórico en el que podría constituirse un nuevo país. En este sentido, Jessica Cayupi, candidata constituyente del distrito 9 e integrante de la Red de Mujeres Mapuche, aseguró: “Desde la creación del Estado de Chile siempre han existido en este territorio diferentes pueblos naciones, entre ellos el pueblo mapuche, el pueblo afrodescendiente, los pueblos migrantes. Pero esa realidad ha sido negada históricamente por el Estado chileno y por el pensamiento colonial y hegemónico que viene de Europa, en el que se intentó homogeneizar a toda la sociedad, invisibilizarnos como pueblos originarios, desvalorizando lo que nosotros tenemos como cultura, visión de mundo, filosofía y política propia. Hay una sistemática y constante agresión a los pueblos originarios y específicamente al pueblo mapuche, lo podemos ver en la zona de Wallmapu, donde hoy día este gobierno sigue militarizado a las comunidades de nuestro pueblo. Si se llega a instalar la plurinacionalidad se revertiría un poco esta situación porque el Estado nos tendría que reconocer como sujetos políticos y eso conllevaría también un reconocimiento de los derechos colectivos que hoy están consagrados en tratados internacionales como, por ejemplo, el derecho a la autodeterminación, a la autonomía y a los territorios.”
Esta propuesta va de la mano de la necesidad de un Estado intercultural que respete la diversidad y contemple todas las naciones que conforman el pueblo chileno. Se estima que en Chile hay alrededor de un millón y medio de personas migrantes y al igual que en la mayor parte del mundo, estas comunidades que se encuentran en situación de vulnerabilidad son discriminadas, criminalizadas, y no poseen acceso y participación en la arena política. De allí parte la demanda de que el Estado de Chile contenga “un marcado enfoque intercultural que permita, reconocer la diversidad. Pero no sólo reconocerla, sino también respetarla, valorarla y promoverla como aporte a la construcción histórica y al futuro del país que queremos”, explicó Catalina Bosch, la candidata constituyente del distrito 9, de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes.
De esta demanda se desprende otra de las necesidades de los sectores migrantes, una nueva constitución que reconozca la migración como un derecho humano. Catalina aseguró: “Desde hace muchos años, pero en particular durante este último gobierno, hemos estado envestidos en un nivel muy alto de xenofobia, racismo y discriminación por parte no sólo de las políticas, sino de la ausencia de política, que es una forma de invisibilizarnos. Y también por las declaraciones de altas autoridades que requieren medidas como la militarización de la frontera, la permanente criminalización y el discurso que asocia migración y delincuencia, migración y narcotráfico.”
Catalina creció en un ambiente feminista, su madre tuvo que exiliarse de Chile durante la dictadura y encontró asilo político en Cuba, cuenta que cuando retornó, hace 28 años, todavía se respiraban los resabios del terror. Tiene una larga trayectoria de trabajo contra la violencia machista y la reparación de la violencia sexual.
Jessica es una mujer mapuche nacida en la ciudad. Su familia abandonó wallmapu y se asentó en Santiago, en búsqueda de mejores condiciones de vida, al igual que muchas familias mapuche que se instalan en los cordones periféricos de la ciudad y que hoy se encuentran en situación de vulnerabilidad. Hoy alza su voz en la Asamblea Constituyente por las desigualdades que vive en su territorio, por el respeto de su cultura también en la ciudad y por las demandas históricas de sus hermanxs originarixs que se encuentran alejadxs de las zonas urbanas hoy acechadxs por la militarización de wallpampu.
La candidata mapuche del distrito 9 insistió en la necesidad de construir un feminismo “anticolonial, antirracista, anti hegemónico, comunitario, que vaya acorde a nuestra cosmovisión y autonomía como pueblo mapuche.” La clave, sostuvo Jessica, es construir alianzas estratégicas con otros grupos feministas que no pertenecen a las comunidades originarias, lejos del feminismo liberal, blanco, burgués que olvida las realidades de las mujeres de los pueblos originarios, racializadas, negras o que pertenecen a una clase inferior y agregó: “El feminismo que nosotras buscamos también tiene relación con el respeto a la Madre Tierra porque nosotras somos parte de ella desde nuestra cosmovisión, cualquier violencia estructural contra la Madre Tierra es una violencia para nosotras. Por eso hacemos un llamado a nuestras hermanas feministas en todos los contextos, para que lleven estas banderas de lucha, que son justas y necesarias para lograr una sociedad más inclusiva dentro de la diversidad y lograr un Chile más justo, equitativo e igualitario para todas las personas.”
Feminismos socioambientales: no es sequía es saqueo
“La forma histórica desde la modernidad hasta nuestros días de explotar, consumir y contemplar la naturaleza opera de la misma manera que se han explotado y consumido los cuerpos de las mujeres y las niñas, por eso nosotras decimos que el extractivismo es una arista del patriarcado”. Esta idea planteada por Francisca Hernández Droguett, es el hilo conductor del segundo encuentro del que también participó Camila Zárate Zárate.
La conversación fue desde la privatización del agua, heredada de la dictadura de Pinochet, a la noción de bienes comunes como sostenedores y organizadores de la vida más allá de lo humano, hasta la importancia de los feminismos anclados en las memorias de las ancestras. Camila, que es candidata del distrito 7 partió también del Movimiento por el Agua y los Territorios y la Red Parque Cabritería, de Valparaíso, no dejó pasar por alto la apropiación que hicieron los partidos políticos del levantamiento popular: “Se están dejando de lado ciertas conversaciones que nos parecen claves en la temática constituyente, el agua sigue siendo uno de los ejes, sin embargo, no tiene la relevancia de la temática de la economía, de la matriz energética productiva y de consumo. En ese sentido el debate que hemos podido instalar tiene directa relación con el modelo económico que se ha instalado, porque una vez que se privatizó el agua a través de la constitución, al mismo tiempo se generó también un Estado subsidiario que se ocupó solamente de entregar derechos de aprovechamiento de agua, de entregar un elemento esencial para la vida al sector privado para sus transacciones. En el fondo, el Estado dejó de tener el rol de proteger las aguas, de garantizar prioridades de uso y solo otorgó los derechos de aprovechamiento de agua netamente a privados. En esta economía que prima en Chile, que es profundamente extractiva, no podemos esperar otra cosa que una sobre explotación desmedida del elemento vital”, explicó Camila que viene de la camada de la Rebelión de los Pingüinos, una movilización estudiantil sucedida en Chile en el 2006 y que también es una antecedente poderoso de la revuelta social iniciada en octubre de 2019.
Cuando se habla de un proceso constituyente se pone en juego un horizonte distinto al orden que se destituyó. En este sentido, Francisca, que es candidata constituyente del distrito 10 de Santiago, parte del Movimiento por el Agua y los Territorios e integrante del Comité Socioambiental de la Coordinadora Feminista 8M, destacó la importancia de un tema que apareció con fuerza en las asambleas territoriales: la defensa de los territorios y de la naturaleza. “En Abya Yala hace alrededor de una década que ya no usamos la categoría de recursos naturales, hablamos de bienes comunes. A mí, me gusta ser más enfática y hablar de bienes comunitarios, que no vienen de la noción de propiedad privada sino de bienestar, los bienes comunes son el bienestar de los comunes y en ese sentido se incluye el agua, la salud, la educación, la vivienda, todo eso es bien común. Cuando hablamos de la naturaleza son bienes comunes naturales que tienen que ver con sostener y organizar la vida pero más allá de lo humano, la vida animal, de las plantas, de la naturaleza, pero también la dimensión espiritual para los pueblos originarios”.
Desde una perspectiva feminista, la lucha dentro y fuera de este proceso constituyente encuentra uno de sus nodos principales en el extractivismo y la violencia machista: “La zona roja por excelencia de lesbofemicidios es al mismo tiempo una zona emblemática del agronegocio en Chile y del monocultivo. Hay una relación histórica de opresión y de explotación territorial vinculada a los pueblos originarios, migrantes, afro, sectores campesinos y popular urbano, pero además operando como práctica masculinizadora. Siempre decimos que mientras se mantenga la misma matriz productiva, todos los territorios de Chile son proclives a ser sacrificados al alero de las ganancias de los capitales y negocios; y estos son territorios de sacrificios pero también de fuerte peligrosidad hacia las mujeres. Hay una tendencia a la masculinización de la resolución de conflicto, entonces tenemos grandes movilizaciones contra mineras, pesquera e industriales donde todos los pueblos se desplazan, se movilizan pero a la hora de negociar quienes lo hacen son los hombres, los compañeros de estas mismas organizaciones que participan, nuevamente vemos otra dimensión de la masculinización. Entonces cuando hablamos de feminismos de los pueblos es para pensar cómo somos capaces de generar esta suerte de cartografía de las políticas del despojo y del desecho hacia nosotras las mujeres, pero al mismo tiempo para dar marco de esperanza en cómo somos capaces de generar esta ruta, esta transición desde este feminismo de los pueblos. No es casualidad que hoy un gran número de personas defensoras de las aguas y los territorios son mujeres, y al mismo tiempo eso ha hecho que aumente aún más la criminalización hacia ellas. Estamos en Marzo, mes en el que fue asesinada Berta Cáceres, feminista indígena que justamente rechazó la construcción de una represa. También en Chile, en agosto de 2016, fue asesinada la hermana mapuche Macarena Valdés por rechazar la construcción de una hidroeléctrica de paso. Por eso hablamos de un feminismo territorial, anti extractivista y profundamente anclado en esta memoria de resistencia a nivel comunitario, entendiendo que la primera opresión es hacia nuestros cuerpos pero que la transformación es hacia a la comunidad”, concluyó Francisca.
El 8M como precursor de la revuelta
Desde la Coordinadora Feminista 8M realizarán por tercer año consecutivo una jornada de huelga en todos los territorios. La convocatoria abarcará a distintas ciudades del país, la propuesta es darle continuidad a un programa feminista en contra de la precarización de la vida: “El contexto es excepcional por la pandemia mundial, en donde vimos como nunca que los cuidados que sostienen la vida están a cargo de las mujeres que han estado en la primera linea” explicó Javiera Manzi, vocera de la Coordinadora.
Frente a esa economía de cuidados se incrementan las políticas de muerte por parte de un gobierno que aprovechó la crisis sanitaria para aumentar la militarización de las calles. Chile lleva más de un año en toque de queda, en estos meses están saliendo las condenas a muchas de las personas detenidas durante octubre de 2019. La represión y violación a los derechos humanos continua siendo moneda corriente: “Todo esto se da dentro de un proceso constituyente levantado por una revuelta popular, el primero dentro de las movilizaciones masivas que se vienen llevando a cabo desde el 2016 en América Latina desde los feminismos. Eso supone que nuestras demandas tengan una centralidad ineludible. El carácter paritario es un precedente único en el mundo”, dice Javiera.
El protagonismo de los feminismos en el proceso constituyente tiene dos niveles fundamentales: uno es la participación de candidatas feministas que vienen de los movimientos sociales y que han conformado listas autónomas, y otro es el de las demandas comunes respecto a los derechos sexuales y reproductivos y al reconocimiento del trabajo doméstico, cuestiones que se vienen discutiendo desde hace mucho hacia adentro de los feminismos y hoy está la posibilidad de plasmarlos en el plano de la constitución.
Las candidatas feministas que representan los movimientos populares son capaces de imaginar un horizonte distinto y por tanto la posibilidad de un nuevo paradigma en Chile. Muestran tenacidad en la lucha contra la precarización de la vida, entendiéndose como algo que trasciende lo humano. Del otro lado de la cordillera llegan soplos de nuevos vientos desde hace tiempo, afortunadamente es un aire feminista que da fuerza para respirar y plantarse frente a un modelo basado en la exclusión y la violencia hacia gran parte de la sociedad.