Lucero-Falótico, Falótico-Lucero, una simbiosis que –parece—llegó para quedarse, dentro del variopinto mundo del tango de hoy. El primer zarpazo fue hace un año en el Tasso, cuando ambos ensamblaron cantares bajo el nombre –también simbiótico— de “Lucero Negro”. Tras él, pese a la pandemia y la distancia protocolar, mantuvieron un fluido contacto. “Intercambiamos pareceres musicales, artísticos, políticos y de otras yerbas... Las redes, en este caso, han cumplido su mejor rol que es el de acortar distancias”, cuenta el Negro Falótico, también cantor de Rodolfo Mederos y Amores Tangos. Y ahora repetirán lo hecho este jueves a las 20, en el mismo lugar del debut (Defensa 1575), pero acompañados por Sergio Zavala en guitarra, y Matías Alvarez al piano.
La idea del dúo es reactivar el eclecticismo estético ofrecido la noche del debut. Tangos, zambas, chacareras y boleros, es decir, traducidos en los nombres de Aníbal Troilo, Atahualpa Yupanqui, Cuchi Leguizamón y Pablo Milanés, entre otros. “Una diferencia respecto a nuestra primera presentación es que decidimos dedicar un momento a la canción cuyana. Le cantaremos a Palorma y a Marziali, y también recordaremos al maestro Omar Moreno Palacios”, adelanta don Lucero, pensando en Zavala, el violero mendocino. “Confío en que esta será una función mucho más luminosa que aquella. Venimos de los años más oscuros de la democracia y la situación, herencia económica y pandemia mediante, es grave como en todo el mundo. Pero en las condiciones que se dieron hasta diciembre de 2019, hubiera sido mucho peor. Creo que en 2021 las cosas van a mejorar para los que más sufren; es necesario que sea así”, compara Lucero, que aprovechó el parate obligado para perfeccionar estudios de guitarra con Osvaldo Burucuá, además de acelerar conocimientos en técnicas de grabación, sonido y edición de video. “No me quedó otra”, se ríe el ex Bardos Cadeneros.
En el caso de Falótico, el encierro aceleró una faz compositiva que desembocó en un material suficiente como para poblar el disco solista que publicará en abril próximo. “Hay gatos, candombes, algún ritmo con perfume brasilero y hasta una marinera que hicimos con Tute y Max Aguirre”, adelanta el “Negro”, cuya idea de cantor nacional –se le nota y mucho-- está determinada por la diversidad. “Al cantor de hoy lo define o tendría que definirlo, según mi creencia, todo Gardel y determinados géneros y estéticas de la música popular argentina; músicas que en su tiempo han emergido del pueblo, ya sea el folklore o el rock nacional. Aunque sean otros tiempos, no creo que la música de Wos, por ejemplo, no tenga algo de la sustancia que tiene el tango”, arriesga.
“Lógico –vuelve Lucero--. Yo soy un cantor de tango y como tal, soy cantor criollo. Entiendo al género como parte de la canción de raíz argentina. Ahora, si ser tanguero es ocuparse solamente de la evocación de los cantores del 40¨, de construir una estética conservadora no lo soy ni me interesa serlo. Creo que el tango-canción es una especie viva… Es más, yo no sería el cantor de tango que soy si no hubiera escuchado a Fito o a Cerati”, cierra Lucero.