Este domingo 7 de marzo habrá elecciones en Bolivia. Serán las primeras luego del importante triunfo que obtuvo la formula Arce-Choquehuanca con el 55 por ciento de los votos, y que devolvieron la institucionalidad al país, luego del golpe de estado en noviembre de 2019. Se eligen gobernadores en los 9 estados, legisladores y autoridades municipales. Según el régimen autonómico, el nivel subnacional de gobiernos constituye la estructura vertical de organización del Estado, de ahí la importancia de ellas; desde el surgimiento de la fuerza liderada por Evo Morales su composición viene adquiriendo una creciente relevancia política e institucional. Estas instancias, heredadas de la descentralización municipal cuyo antecedente data de la década de 1990, han ido creciendo por la implementación del nuevo régimen autonómico establecido por la Constitución Política del Estado (CPE) aprobada en 2009 a instancias del Gobierno de Evo Morales y Álvaro Gracia Linera.
La descentralización y la reorganización territorial del poder impulsada por el MAS-IPSP, la fuerza política liderada por Evo Morales y que llevo al triunfo a Luis Arce, acompañaron y profundizaron la configuración de los sistemas políticos ya no solo en el nivel plurinacional sino también en el nivel subnacional, departamental y municipal. Las elecciones subnacionales del 7 de marzo serán las segundas bajo el nuevo régimen autonómico. Su importancia no radica tan solo en la consolidación institucional de las autonomías, sino en que son parte de una serie de acciones que, en el fondo, buscan resolver la crisis política provocada por el golpe de estado contra Evo Morales de noviembre de 2019.
La elección encuentra a una derecha dividida y debilitada que no se pudo recuperar del impacto de una derrota inesperada para ellos, incluso una parte importante ha cambiado su discurso confrontativo y brutal y han tomado un tono menos violento y agresivo. Sobre todo porque las medidas que ha tomado el nuevo gobierno fueron acertadas para el país y muy bien tomadas por la población. Representantes de la derecha pueden ganar ciudades y regiones importantes como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, pero son más bien expresiones de cada lugar y no parte de una fuerza política con unidad de concepción y articulación.
Por otro lado el MAS-IPSP, que fue la única fuerza política que presentó candidato en 337 municipios, se encuentra en un debate interno. Después de las elecciones nacionales, se ha producido una revaloración de la democracia de parte del pueblo boliviano y de la militancia del MAS-IPSP que genera una búsqueda de mayor participación y renovación de cuadros medios y de sus candidatos subnacionales, lo que motivó fuertes debates internos y una fractura en el bastión de El Alto, la ciudad lindera de La Paz, Capital Política del MAS-IPSP. Anteriormente tanto en Potosí como en Santa Cruz se habían dado escenarios de mucha tensión en la elección de los candidatos del MAS-IPSP. La ciudad de El Alto terminó en fractura, donde la expresidenta del Senado boliviano, la trabajadora social Eva Copa decidió presentar su candidatura a alcaldesa en representación de una nueva fuerza política: “Jallalla El Alto”. La imposibilidad de hacerlo en representación del MAS-IPSP derivo en esta muy indeseable situación política para el oficialismo boliviano. Las encuestas que se conocen indican un gran apoyo a la candidatura de Copa. Si finalmente es electa alcaldesa de El Alto, el gobierno de Arce-Choquehuanca deberá acelerar un proceso de sutura para que esa fractura no se extienda al resto del país.
El movimiento popular boliviano, representado mayoritariamente por el MAS -IPSP cerró filas en las últimas elecciones presidenciales para no dejar ningún resquicio que pudiera aprovechar la derecha, pero para esta elección ha producido un mecánica de decisión de abajo para arriba que ha generado fuertes discusiones y hasta fracturas, y parece que será la forma en la que continuará la construcción de la fuerza política. Después de la elección, seguramente habrá posibilidades de transitar un camino para la recomposición. Ante la debilidad de la derecha, la tarea del movimiento popular deberá ser reparar los graves daños producidos por las políticas neoliberales durante el año del gobierno de facto y la de trabajar para producir síntesis en las diferencias que aparecieron en los últimos meses. El MAS- IPSP ganará en la gran mayoría de las ciudades y regiones, ratificando el respaldo logrado en las última elección de hace unos meses. Eso será un dato muy importante en la búsqueda de recomposición de la integración regional, y en el ejemplo para la posibilidad de que propuestas populares avancen en nuestra América.
Oscar Laborde es Jefe de Misión Electoral en Bolivia del Parlasur