La tragedia dejó de ser griega. Es brasileña. Ni Sófocles ni Esquilo hubieran imaginado lo que sucede hoy con los récords de muertes que se superan día a día. El viernes 26 de febrero se quebró la marca más alta de decesos por Covid-19, que era de 1.554 (29-7-2020). Ese día sumaron 1.582. El martes último fueron 1.726. Todo indica que las víctimas fatales seguirán aumentando. La tendencia parece indetenible. El joven gobernador de Río Grande do Sul, Eduardo Leite (PSDB), dijo en una conferencia de prensa que Jair Bolsonaro “lamentablemente está matando. Eso es lo que está pasando en nuestro país en este momento”. Es un round más de la pelea actual entre los jefes estaduales y el presidente por su conducta criminal ante la pandemia.
El militar que cumple con soltura el papel de dictador, repite así sus enfrentamientos con los pequeños partidos aliados que lo llevaron al Planalto en 2018 como el PSL del que se alejó, con su ministro estrella y exjuez Sergio Moro que lo abandonó, con el Supremo Tribunal Federal (STF) que lo critica a diario y con todo vestigio opositor a su gobierno mayoritariamente castrense. La reconocida dibujante transgénero Laerte Coutinho que publica sus viñetas en Folha de San Pablo sintetizó en una imagen la cruda realidad del país. El político ultraderechista aparece caricaturizado como Hitler con los ojos desorbitados e inclinado sobre un mapa de Brasil con jeroglíficos, rodeado de su estado mayor: un racimo de virus de dos patas que lo siguen con atención en su delirio místico. Hay una analogía evidente con la escena de la película La Caída (2004) protagonizada por Bruno Ganz en el papel del führer.
Bolsonaro ha tenido choques permanentes con gobernadores de distinto signo político en poco más de dos años que lleva de mandato. El último y más reciente ha sido por la distribución de fondos federales. El exaltado presidente los amenazó con no entregarles más ayuda en la emergencia si continúan cerrando actividades económicas en sus respectivos estados. El gobernador de Maranhão y aliado del PT, Flavio Dino (PCdoB), declaró el lunes 1° que si ellos tienen que afrontar el sostenimiento del sistema sanitario sin ayuda del estado nacional “el presidente de la República demostrará su inutilidad”.
En una entrevista que le concedió al sitio UOL y difundió en su cuenta de twitter señaló que Bolsonaro “tuvo mala fe” cuando anunció las cifras que aportó el gobierno federal para combatir la pandemia en cada estado brasileño. Agregó que el militar estaba haciendo campaña contra los gobernadores porque los considera uno de los últimos obstáculos en su objetivo de transformarse en un “déspota tácito”.
“En su opinión, ¿cuál es el objetivo del presidente al hacer esto?”, le preguntó el periodista Chico Alves: “Es una especie de despotismo poco claro. Quiere romper todas las resistencias institucionales que existen. Desde el punto de vista del presidente, capturó al Congreso (…) también capturó policías, Fuerzas Armadas, destruyó el COAF (Consejo de Control de Actividades Financieras), se apropió de la Fiscalía General de la Nación” respondió Dino.
En 2020 Bolsonaro eligió como uno de sus blancos favoritos al gobernador de San Pablo, Joao Doria (PSDB). La disputa creció en torno a las medidas económicas de este último cuando el año pasado cerró la principal economía estadual del país – repetiría la misma medida en estas horas - ante el avance indetenible de la pandemia y continuó con las campañas de vacunación. Cuando el político opositor de derecha y empresario multimillonario se le adelantó a Bolsonaro en la aplicación de la vacuna china Coronavac, el militar lo aguijoneó: “La vacuna es de Brasil, no de ningún gobernador”.
En la interna de los tucanos (como se llama a los militantes del PSDB) a Doria le salió un contrincante de proyección nacional para las presidenciales de 2022. Es Leite, el gobernador de Rio Grande do Sul y ex alcalde de Pelotas, el más joven del país. Por eso Bolsonaro volvió la atención sobre él y lo atacó por el presunto mal uso de los fondos federales.
Leite salió a cruzarlo por esa acusación de que no había utilizado bien el dinero enviado desde Brasilia para combatir la calamidad del virus. Firmó el lunes una carta de rechazo a las expresiones presidenciales junto a otros quince gobernadores. Después comentó: “Es difícil entender la mente del presidente, más difícil aún entender su corazón, porque es una cuestión de inhumanidad, de desprecio por la vida. Choca cuando lo vemos en el presidente de la Nación. Como dijo el alcalde de Curitiba, recientemente, uno de los mandamientos es no matar. No tiene sentido evocar a Dios y colocarlo por encima de todos los demás, porque Dios pone la vida en primer lugar”.
Un hospital privado de Porto Alegre – la capital del estado que administra Leite - alquiló un contenedor refrigerado para ampliar la capacidad de su morgue. Las camas de terapia intensiva están ocupadas casi al 100 por ciento y uno los responsables de aquel centro médico describió a la situación como “un campo de guerra”. Pero según el gobierno federal, Rio Grande do Sul recibió 40 mil millones de reales en 2020 para destinar a su sistema sanitario y fueron mal empleados.
El gobernador niega que eso fuera así. Respondió que solo $ 3,05 mil millones de fondos extraordinarios les liberó Bolsonaro en medio de la crisis provocada por la pandemia. En la carta abierta que firmó junto a sus colegas de otros estados habían denunciado “su preocupación por el uso de instrumentos de comunicación oficiales por parte del gobierno federal, financiados con dinero público para producir información distorsionada, generar interpretaciones erróneas y atacar a los gobiernos locales”.
Para Bolsonaro es bienvenido cualquier artilugio que le permita esquivar las acusaciones que pesan sobre él por su manejo criminal de la pandemia. La propagación del virus está en su peor momento y mientras en Brasil subieron las muertes un 11 por ciento, en el resto del mundo bajaron a un seis. Ya hay científicos que analizan con estadísticas cómo sus índices podrían superar a los de Estados Unidos en algunos meses más. Si el país llegara al primer lugar del indeseable podio que publica la universidad Johns Hopkins de EE.UU será gracias a los servicios prestados por el “gobierno genocida” del militar, como lo definió el expresidente Lula.