Cuarenta y cinco años después de la desaparición de su padre, Nora Lía Pastorini pudo sentarse frente al Tribunal Oral Federal de Rosario --a través de una plataforma virtual-- y contarles, desde su casa, quién era Alejandro Ramón Pastorini, secuestrado el 7 de agosto de 1976, en su departamento de Presidente Roca 187, 1° D. Con fotos y documentos, Nora hizo presente a su padre, que nació en Venado Tuerto en 1942, fue médico psiquiatra, se adentró en el psicoanálisis, la anti-psiquiatría, y militó primero en la Federación Juvenil Comunista y luego, en el Socialismo Revolucionario. Chistoso, buen alumno, abanderado en el secundario, apasionado orador y amante de hacer citas cuando tomaba la palabra, caminaba dando saltitos, llevaba a sus hijas al cine y a tomar helados, era amoroso y les leía a sus hijas la versión infantil de Las Mil y Una Noches cuando se quedaba de noche en su casa. "Todos esos recuerdos armados entre los míos propios de niña y los de sus compañeros y compañeras me permiten responder la pregunta sobre cómo era mi papá", le dijo ayer al Tribunal. Nora terminó su declaración diciendo que "la justicia si no es para todos, no es justicia" y pidió que "muy pronto" --porque 45 años es "mucho tiempo"-- puedan declarar sus compañeres de H.I.J.O.S y amigues que por las demoras judiciales todavía no vieron enjuiciados a los asesinos de sus padres.

Nora también es médica, y encontró en su camino a muches ex compañeres y amigues de su padre, al que dejó de ver cuando tenía ocho años. Una foto de su papá bebé fue una de las primeras que compartió, mientras relataba lo que reconstruyó de su historia. "Por sus compañeros del colegio nacional de Venado Tuerto me enteré de que era petiso y eso me causó mucha gracia, porque de algún modo esa referencia cuando la escuché me permitió dar cuenta de lo que también fui construyendo y que tiene que ver con la dimensión de lo humano, porque el recuerdo que yo tengo de mi papá era mirarlo desde abajo, porque era muy niña cuando lo dejé de ver", dijo Nora, mientras desplegaba imágenes de su padre en la pensión donde vivía mientras estudiaba, el certificado analítico de estudios y la libreta de casamiento de su padre. Nora tiene además una hermana un año y nueve meses menor, que vive en Canadá y siguió la audiencia de manera remota. 

La declaración en un juicio de lesa humanidad es un momento trascendente en la vida de quienes son querellantes. La búsqueda de justicia fue constante y Nora se emocionó ayer al recordar el 16 de septiembre de 2002, cuando con su abogada Nadia Schujmann se presentaron en tribunales federales de Rosario para pedir la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final en la causa de su padre. "Siento gratitud eterna porque desde entonces me has acompañado como amiga, compañera y abogada", le dijo a la querellante de la causa por HIJOS. Las primeras búsquedas de Alejandro las hicieron su hermana Emilse, la abuela paterna Alcira y la última compañera de su padre, María Cristina Romanini. Alejandro Pastorini es una de las 29 víctimas de delitos de lesa humanidad de la causa Klotzman, por la que están acusados el ex capitán de inteligencia Jorge Alberto Fariña y los ex miembros de la Delegación local de la Policía Federal Federico Almeder, René Juan Langlois y Enrique Andrés López. 

Nora fue muy precisa para distinguir entre los recuerdos propios y los que pudo reconstruir. Sobre la desaparición de su padre, recuperó su memoria infantil. "Recuerdo particularmente un día que tiene que haber sido de agosto, que la tía Emilse, que vivía en Santa Fe, vino a casa y se encerró con mamá en la cocina. Mis papás estaban separados", dijo Nora sobre esa visita inesperada. "Ellas estuvieron encerradas mucho tiempo en la cocina y cuando salieron, nos dijeron que mi papá había tenido que viajar por trabajo, a un lugar bastante alejado, y que no iba a tener posibilidad de comunicarse con nosotras ni de mandarnos postales, o cartas o ningún tipo de comunicación", siguió su relato. Para la niña de ocho años, ese silencio era inexplicable. "Pasó un tiempo, yo no me resignaba a que no pudiera comunicarse, me parecía casi imposible, pero a la vez también podía ser. Y a mí me gustaba mucho ver enciclopedias del mundo, que también tenían mapas. Me acuerdo que yo buscaba, tratando de hacer mi propia investigación, dónde podía llegar a haber ido él a ese lugar del que no podía mandar ninguna postal, o ninguna carta", continuó el relato que despertaba lágrimas en quienes la miraban desde las pantallas. Un tiempo después, no pudo precisar cuánto, pasó otra cosa. "Un día llegó una carta, y como yo esperaba todo el tiempo recibir una carta de mi papá, afirmé, 'esa carta es de papi'. Y mi mamá sin verla me dijo no es una carta de tu papá. En esa escena mi mamá nos sentó a mi hermana y a mí y nos dijo que a papi se lo habían llevado por pensar distinto", contó Nora, quien también se refirió al silencio obligado en la escuela, a las preguntas de maestras que no podía responder y a la amorosa urdimbre familiar --con mayoría de mujeres-- que le permitió convertirse en la mujer que es.  

"Lxs desaparecidxs nos faltan a todxs", dice la bandera que hizo Lua, la hija de Nora, para acompañar la declaración de su madre. Orgullosa militante de HIJOS, Nora declaró rodeada de un círculo de amor de sus compañeras y compañeros, que no pudieron hacerle el aguante en la puerta de los Tribunales por la virtualidad que impone la pandemia, pero igual le hicieron llegar sus abrazos de diferentes maneras. En la plataforma virtual pudieron seguirla compañeres y amigues de Alejandro y de Nora, y luego mandaron sus fotos emocionadas. Lara, de 22 años, una de las hijas de una prima de Nora, cocinó galletitas con formas de pañuelos de las Madres y la leyenda Nunca Más.