Los artistas nacionales que participan del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) hicieron una fuerte denuncia pública: "Estamos financiando el festival más importante de la Ciudad de nuestro propio bolsillo, pagando escenografías, vestuarios y salas de ensayo, adelantando en los hechos el dinero de la producción". Un comunicado que emitieron este jueves revela las condiciones en que fueron contratados: debían garantizar estrenos y reposiciones a cambio de pagos con una demora de entre 90 y 120 días, sin contemplación de la inflación y en el "momento de mayor crisis y fragilidad" del sector.
Página/12 consultó a la producción del FIBA por este tema. "El pedido de las compañías sobre mejorar los plazos es escuchado y tomado en consideración", respondió. Las fuentes oficiales subrayaron que las bases y condiciones y la declaración jurada que los artistas aceptaron para participar del evento eran "claras respecto de los tiempos que implican los procesos administrativos".
"Toda la actividad ha sido arrasada por la pandemia y se encuentra entre los primeros puestos en términos de recesión. Las ayudas recibidas desde el gobierno de la Ciudad a través del Ministerio de Cultura han sido completamente insuficientes. Se esperaba con ansias que esta edición del FIBA 2021 actuase al menos como un paliativo económico a la inactividad del año anterior", expresaron les artistas. La situación denunciada afecta a los 43 proyectos nacionales de la grilla. El comunicado, firmado por alrededor de 30 elencos, llega tras "varios intentos de obtener una respuesta a la altura de las circunstancias" de parte de la producción del evento organizado por el Ministerio.
La coreógrafa Celia Argüello, quien estrenará su obra Cucha este viernes, explica: "Compartimos la situación con la comunidad porque las últimas declaraciones de las autoridades instalan la idea de que se estaría apoyando la reactivación del sector". Se refiere a lo dicho por el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, en el lanzamiento de la edición en curso del FIBA. "Acompañamiento, estímulo y reactivación hacia un sector que durante muchos meses estuvo sin la posibilidad de presentarse frente a un público" serían los objetivos este verano.
Entre las producciones, en términos de pagos, las hay de tres tipos. Obras a estrenar, también llamadas coproducciones, que reciben 200 mil pesos; obras ya estrenadas, a las que se les paga 150 mil; y producciones para entornos virtuales, que cobran 45 mil. Los montos de las presenciales son por dos funciones. En todos los casos, los pagos se efectuarán entre 90 y 120 días luego de haber dado inicio al trámite de inscripción del proyecto. "Esto no pasó nunca en la historia del FIBA. El pago siempre demoró entre 30 y 60 días hábiles", detalla Quillén Mut, quien ya presentó Éxtasis y demonios, una reposición, para la que puso de su bolsillo horas de ensayo. Argüello, por su parte, recuerda que en 2015 a las coproducciones se les adelantaba un 50 por ciento.
"Tengo experiencia en festivales pero nunca sentí de este modo el abuso por parte del Estado. Se supone que los festivales son nuestros y tendrían que contenernos", manifiesta Argüello. Incluso en el comunicado, los artistas reconocen que las condiciones en las que están trabajando estaban expresadas en la declaración jurada que tuvieron que firmar para sumarse al FIBA. "Ahí está nuestra pata flaca: en vez de habernos encontrado antes aceptamos por el deseo de hacer. No es que nos hicieron trampa. Nos parecen importantes la revisión y la modificación de las políticas", aclara Jorge Eiro, director de Fuego y pasión.
Mut aporta un interesante punto de vista: para ella, el modo de contratación entraña una "situación de discriminación", y en este sentido, el planteo es esencialmente "político".
"Cuando leímos la declaración jurada, nadie pensó si estaba de acuerdo o no: era la única oferta que había para el sector", señala. "Era eso o nada. Un montón de gente quizá la leyó y no se presentó. No podemos naturalizar esta situación, porque implicaría entender que la cultura es para los que tienen poder adquisitivo", sentencia. En sintonía, el comunicado plantea que "la participación y digna producción" de los materiales quedaron supeditadas a los recursos propios. El resultado es que hay "muchas puestas simples", agrega Mut.
Antes de llegar al punto de presentar una denuncia pública, los trabajadores enviaron a la producción del festival dos mails con cartas con una serie de demandas, entre ellas la aceleración en los tiempos de los pagos. En la primera ocasión, el productor Roni Isola respondió "amablemente". De manera individual hizo ofrecimientos a las compañías, como sumarles horas de ensayo. No era suficiente. Según los artistas, la explicación oficial en torno a los honorarios es que existe una "situación burocrática" que trasciende a la organización del evento. En la segunda ocasión ya no hubo respuesta. El mail fue enviado el martes de la semana pasada. Por el momento, tampoco hubo una respuesta a los elencos después de la difusión del comunicado.
"Esto me obliga a precarizar a mis trabajadores: es gente que está haciendo el trabajo ahora, necesita la plata ahora, no tiene un peso", cuestiona Argüello. "Ya estamos 60 lucas abajo", cuenta Eiro. "Nuestro cálculo es que gastaremos en producción 80 mil pesos. Como la nuestra es una coproducción, nos quedan 120 mil pesos para repartir entre 12, 13 personas. Es decir, hacemos una obra original por 10 lucas por artista", plantea, con decepción. Tal vez las más damnificadas por los pagos a 90-120 días sean las coproducciones, porque se trata de espectáculos que deben hacerse totalmente de cero.
Hasta el año pasado los artistas tenían que facturar para trabajar en el FIBA. "De repente esto generaba problemas con AFIP. Eso se solucionó, supuestamente, en términos de que ahora (la forma de contratación) es un premio. Pero, ¡vaya premio! Lo recibo en mayo, absolutamente devaluado, con todas las personas que trabajaron sin cobrar. Un poco perverso", critica Argüello.
Fuentes de la producción del festival indicaron que "se conversó con cada uno de los firmantes para buscar soluciones específicas". También resaltaron justamente que se haya adoptado en esta edición la modalidad "premio", que "no exige confección de una factura" y facilita la presentación de documentación. El comunicado finaliza con una ilusión: "Esperamos que la visibilización de estos asuntos nos ayude a reconocer límites dignos en nuestras relaciones laborales y a encontrar una manera genuina de sacar adelante a nuestro sector".