“No puedo caretear humildad solo porque tu cola es insegura”, escupe Kendrick Lamar con elegancia en PRIDE., uno de los temas más desafiantes de DAMN., la nueva joya del mejor artista de hip hop del momento. K. Dot (tal su apodo) cumple 30 en junio y lanzó su disco más profundo a la fecha, una revalidación de por qué está más allá.
Kendrick cantó sobre todo lo que tenía que cantar, en Section.80 (2011) demostró que tiene el don, en Good Kid, M.A.A.D City (2012) se despachó con uno de los cinco mejores discos del siglo XXI y To Pimp a Butterfly (2015) fue la respuesta social y cruda más representativa de la oleada de violencia racista que late cada vez más fuerte en Estados Unidos.
DAMN. llegó el viernes pasado demostrando que el pibito de Compton está más allá de todos esos temas. En BLOOD., que abre el disco, hasta se da el gusto de samplear a los periodistas de Fox News que lo bardean. Y luego advierte: “Mi DNA no es para una imitación, su DNA es una abominación” en DNA., uno de los mejores tracks junto a la maravilla hitera de HUMBLE. y a LOYALTY., una pieza hermosa que marca el primer encuentro entre él y Rihanna, acaso las figuras jóvenes más fuertes de la cultura negra actual.
Pero DAMN. no es sobre sociedad, política o violencia, sus temas recurrentes, sino sobre su mayor obsesión, el pecado humano. No el adquirido sino el que nace en todos los hombres y mujeres. Este hilo argumentativo es la excusa perfecta para entender su cuarto disco como su obra más profunda.
La lista de productores, colaboradores e invitados incluye a Dr. Dre, el padrino, y Anthony Tiffith, el misterioso gerente de TDE, el sello que engloba sus producciones. También están James Blake, Thundercat, The Alchemist, BADBADNOTGOOD, Mike Will Made It, Bekon y hasta U2, en el frenético tema XXX.
Pero la joya se da al final, con DUCKWORTH., un rap adrenalina que cuenta la historia de los dos hombres más importantes en la vida de Lamar, su padre, del que mucho no se habló, y su jefe, Tiffith. Una historia de crimen, perdón, pollo frito, redención y éxito que explica por qué la corona la tiene puesta el único rey.