A solo cuatro meses de la asunción presidencial de Luis Arce, más de siete millones de bolivianos volverán este domingo a las urnas para elegir gobernadores, representantes en las asambleas de los nueve departamentos del país, alcaldes y concejales en 336 municipios. La breve campaña electoral estuvo marcada por inhabilitaciones y procesos judiciales contra algunos candidatos de la derecha, que llega a los comicios sin un claro liderazgo. Pero también hizo visibles algunas fracturas al interior del Movimiento al Socialismo (MAS), en especial tras la partida de Eva Copa, expresidenta de la Cámara de Senadores.
"Luego de ganar la contienda presidencial, el MAS se enfrascó en una disputa muy fuerte que le ha abierto cancha a las facciones ultrareaccionarias que lograron sobrevivir al golpe en Cochabamba y Santa Cruz", explicó en diálogo con Página/12 el politólogo Gabriel Villalba. Lo cierto es que, frente a un escenario todavía incierto, todos tienen motivos para festejar: la oposición se agarra de las encuestas para anticipar un triunfo en las principales ciudades del país, mientras que el masismo crecería en las intendencias y sigue siendo el único partido con representación a nivel nacional.
El candidato del MAS para la gobernación de La Paz, Franklin Flores, se ubica en primer lugar con poco más del 20 por ciento de intención de voto de acuerdo a los pocos sondeos realizados. Sin embargo lo seguiría muy de cerca el candidato de Agrupación Jallalla, Santos Quispe, hijo del recientemente fallecido Felipe "El Mallku" Quispe, quien era candidato y favorito a quedarse con la gobernación. En tercer lugar aparece Rafael "Tata" Quispe, candidato del frente Por el Bien Común - Somos Pueblo.
El Tata Quispe fue funcionario del gobierno de facto de Jeanine Áñez y su candidatura estuvo en vilo hasta último momento debido a una reciente sentencia judicial por acoso político contra Felipa Huanca, exfuncionaria del Fondo Indígena. Santos Quispe intenta conservar el gran caudal de votos que ostentaba su difunto padre, pero hasta el momento no lo conseguiría. Por su parte el exdiputado Franklin Flores aseguró ser el único que debatió su candidatura con las bases: llegó a decir que era "más difícil ser candidato del MAS que ganar una elección".
En Santa Cruz, Luis Fernando Camacho se ubicaría cómodamente en el primer lugar superando el 40 por ciento de intención de voto, lejos del candidato del MAS, Mario Cronenbold. Camacho estuvo involucrado activamente en la asonada militar y policial que desembocó en el golpe contra Evo Morales en noviembre de 2019 y es una de las principales cartas de la derecha en estas elecciones junto a la expresidenta de facto, Jeanine Áñez, quien irá por la gobernación de Beni con chances de ganar.
Por último entre los principales departamentos del país, en Cochabamba el MAS la tendría más fácil. Humberto Sánchez, exalcalde de Sacaba que renunció días antes de la masacre, triunfaría en primera vuelta ante Henry Paredes del movimiento Súmate.
A nivel de las alcaldías la derrota del MAS sería importante, aunque en línea con lo que vienen reflejando las últimas elecciones subnacionales. En Santa Cruz se ubica en primer lugar Gary Áñez, candidato de Comunidad Ciudadana que superaría el 30 por ciento de los votos, dejando lejos y en tercer lugar a la candidata del MAS, la exsenadora Adriana Salvatierra, tal vez una de las caras mas visibles del partido.
En la ciudad de Cochabamba lidera las encuestas el excapitán de las Fuerzas Armadas, Manfred Reyes Villa, con más del 50 por ciento de los votos. Reyes Villa tiene una sentencia firme por el delito de incumplimiento de deberes de funcionario público en un caso por la compra de seis camionetas de lujo en 2006 para la prefectura de Cochabamba, por lo que su candidatura estuvo en duda hasta último momento. Además se sospecha que "gestó el golpe contra Evo Morales a partir de la consolidación del servicio pasivo de policías y militares desde su residencia en Estados Unidos", recordó Villalba.
El caso de la ciudad La Paz es sintomático de la desconfianza del MAS hacia las encuestas. En un primer sondeo publicado el 24 de enero, ganaba el candidato masista César Dockweiler, director de la empresa pública de teleféricos hasta su renuncia tras el golpe de 2019. Pero dos semanas después quien estaba segundo, Iván Arias, ministro de Obras Públicas durante el gobierno de facto de Jeanine Áñez, saltó llamativamente del 20 al 50 por ciento de intención de voto y le arrebató el primer lugar.
"Nunca creí en las encuestas, especialmente de (la empresa) Ciesmori. El año pasado nos hizo creer que iba a haber una segunda vuelta y que el MAS iba a perder. ¿Qué segunda vuelta? Ganamos con más del 55 por ciento", declaró el expresidente Evo Morales, quien se puso al frente de la campaña del masismo, a la radio Kawsachun Coca. "Creo que a nivel de gobernaciones como La Paz y Cochabamba las encuestas son más cargadas a nivel urbano, así que habrá que esperar", planteó al respecto el politólogo Marcelo Arequipa.
Durante la campaña de estas elecciones subnacionales muchas miradas estuvieron puestas en la batalla por la alcaldía de El Alto. El candidato del MAS, Zacarías Maquera, perdería de manera contundente frente a Eva Copa, expresidenta del Senado y hoy candidata de Agrupación Jallalla. La candidatura de Copa reveló las internas del masismo. El oficialismo la postuló para disputar esa intendencia, pero luego llovieron las críticas por su polémico rol durante el gobierno transitorio de Áñez. El MAS, entonces, decidió bajar su candidatura.
Villalba distinguió dos momentos en la trayectoria reciente de Copa. "En primer lugar una Copa periférica que logra posicionarse alineándose a los intereses del golpismo", planteó el analista político. Luego hay un segundo momento con una Copa "mucho más madura y empoderada que logra sacar rédito político a su cargo de presidenta en el Senado, vinculándose a la ciudad de El Alto".
"El caso de Eva Copa está mostrando la dificultad que existe en el MAS, mejor dicho la competencia interna muy fuerte que existe en el partido", advirtió por su parte Arequipa, quien aclaró que la competencia está dotada de "un sentido positivo, ya que todas las organizaciones políticas deberían pasar por ese clima de tensión".
La oposición no parece haber hecho demasiado para capitalizar esos roces internos en el MAS y organizarse bajo una agenda común. "Creo que hoy el centro político está vaciado porque Comunidad Ciudadana y Carlos Mesa no hicieron nada por revitalizarlo. Ciertamente hay liderazgos territoriales en la derecha y que van a querer ser la alternativa al socialismo, como Camacho y Reyes Villa. Va a haber un cambio de actores, pero no habrá renovación de liderazgos, es decir que no hay un proyecto político", aseguró Arequipa.
En ese contexto resta saber cuál será el futuro de la indigenista Agrupación Jallalla, que por ahora sólo se hace fuerte en La Paz con Eva Copa como bandera. "Se convirtió en un Frankenstein con partes recicladas del masismo", planteó Villalba. "Jallalla es un movimiento casi análogo al de Pachakutik en Ecuador, siendo Jallalla mucho mas improvisado y regional, y a la vez con un indianismo de derecha bastante ortodoxo y recalcitrante contra los proyectos socialistas y progresistas del siglo XXI", agregó el director del Centro de Estudios Nuestroamericano en Bolivia.