Cuando Jessica Millamán, mujer trans, modelo y jugadora de hockey, se sentó frente a una cámara con un cartel que decía #TodxsSomosJessica y contó su historia, jamás imaginó que su vida cambiaría por completo.
Oriunda de Rawson, empezó a practicar este deporte desde muy pequeña, pero abandonó a los 10 años por la incomodidad que le generaba integrar el equipo de varones sin autopercibirse como tal. Años más tarde, con algunas mudanzas de por medio y una ley de identidad de género vigente, Jessica renovó su documento y regresó a Chubut para entrenar en el Club Germinal de Rawson, esta vez con mujeres.
Sin embargo, la historia no sería tan sencilla: en 2014, después de jugar varios torneos, la Asociación Amateur de Hockey sobre Césped y Pista del Valle del Chubut (AHV) se negó a renovar su fichaje en el equipo femenino sin darle argumentos. “Hacé lo que quieras. Mientras yo esté, no vas a jugar”, le aseguró el presidente de la entidad, Mario Pascual, cuando Jessica pidió explicaciones.
Lejos de paralizarse, la negativa la impulsó a proceder legal y mediáticamente, y su relato se viralizó en las redes sociales. Las repercusiones no tardaron en llegar y entonces el juez Matías Alesi falló a su favor, imponiendo una multa de 30 mil pesos diarios a cada uno de los funcionarios de la AHV si la jugadora no era reincorporada en las próximas 24 horas. “Te imaginás que casi me mandan una limusina para que vaya a jugar”, dice y se ríe hoy detrás del teléfono.
Pero la historia siguió y pronto el Comité Olímpico Internacional (COI) se hizo eco de lo ocurrido. Así, en 2015 emitió un comunicado en el que dejó asentado que todas las mujeres trans "son elegibles para competir en la categoría femenina", una medida que fue incorporada dos años después por la Confederación Argentina de Hockey como parte de la Federación Internacional de Hockey, que adopta los lineamientos del COI. “Sabían que en algún momento iban a tener que tratar el tema y se adelantaron”, explica la joven que torció el paradigma sobre el Cambio de Sexo e Hiperandrogenismo en el deporte a Pibas con Pelotas.
–¿Qué representa jugar al hockey para vos?
–Jugar al hockey es tener la libertad de practicar un deporte que siempre amé. Cuando volví a jugar, después de haberme ido a los 15 años de mi casa y tener que trabajar en la calle, cada vez que entraba a la cancha sentía que me devolvían un año de vida. Tuve que cambiar muchas cosas por ser una chica trans, porque en ese momento a nosotras nadie nos daba un trabajo o alquilaba una vivienda.
–¿Sos consciente de que cambiaste la historia?
–Al principio no caía. Cuando fue lo del fallo, yo daba muchas entrevistas por día, estaba eufórica y ocupada explicando todo. El mismo día que supe lo del COI, me llamaron mis hermanas y un amigo que en su momento fue mi entrenador y me dijo: “¿Vos te das cuenta de lo que lograste? Yo te veo hablando y es como si estuvieras explicando que fuiste al supermercado y volviste”. Ahí caí en la realidad y empecé a llorar de la emoción por haber logrado algo mundial e histórico. Desde ese momento lo disfruté más y pude encarar mejor el tema.
–¿Qué significó sentar un antecedente así?
–Significó que la gente entienda nuestra realidad. Cuando hice el video, yo tenía mucho miedo de ser atacada; imaginate que si la gente reaccionaba mal, iba a ser muy fuerte. Pero en un momento entendí que el miedo no sirve y dije: “Que sea lo que Dios quiera”. El hecho de que las repercusiones hayan sido positivas en su mayoría, me dio mucha más seguridad de la que tengo.
Jessica no es la única mujer para la cual fue fundamental que el deporte reconociera su identidad de género. En diciembre del año pasado, Mara Gómez se convirtió en la primera futbolista trans en jugar de manera profesional en el país; en Brasil, Tifanny Abreu pasó a la historia por ser la primera trans en participar en la Superliga femenina de vóley; y con su raqueta, Mia Fedra llegó a ocupar el tercer puesto en el Ranking Senior Nacional Femenino de la Asociación Argentina de Tenis, anotándole un punto al patriarcado. Tal vez por eso, por saberse en comunidad, Jessica aprendió a recibir los comentarios hirientes como de quien vienen y logró que el miedo no la paralice a la hora de perseguir sus sueños. Además de practicar deporte, ella se dedica al modelaje, participó en una campaña de la marca Dove y puso una peluquería en su casa.
–En su fallo, el COI dice que “el atleta debe demostrar que su nivel de testosterona total en suero está por debajo de los 10 nmol/L durante al menos de 12 meses antes de su primera competencia”. ¿Creés que este tipo de condiciones son necesarias?
–Yo desde muy chica asumí mi identidad de género: a los 15 años me fui de mi casa y desde antes ya no entrenaba con mujeres ni con varones. Por eso no siento que haya una ventaja, las chicas tienen la misma velocidad que yo y algunas son mucho mejores. Creo que es más que nada una cuestión de entrenamiento: no es lo mismo una chica que transiciona a los 40 años y siempre entrenó con varones que alguien que no. La decisión del COI me parece bien porque ellos regulan leyes a nivel internacional, eso incluye países donde no hay Ley de Identidad de Género y en ese sentido es necesario.
–¿Cuáles creés que son las cuentas pendientes del deporte en materia de inclusión?
–Más que específicamente en el deporte, creo que toda la sociedad tiene que darse la oportunidad de abrirse a lo desconocido, porque quien discrimina lo hace porque algo lo asusta o le causa rechazo. Creo que una cuenta pendiente de toda la sociedad es dar cuenta de nuestra existencia y llenarse de las palabras “respeto” y “empatía".
–¿Qué le dirías a las nuevas generaciones de chicos y chicas trans que quieren jugar hockey?
–Que no tengan miedo, que vayan tras cada sueño que se les cruce por la cabeza y busquen ayuda en caso de sentirse discriminados. Hoy tienen todas las herramientas. Nosotras nacimos en una época donde no teníamos absolutamente nada y nuestra única posibilidad era ser chicas de la calle. El miedo no sirve, el miedo paraliza y hay que darle para adelante para no quedarse con ninguna duda en la vida.
*Dalia Cybel.