El desahogo fue muy grande para el campeón. El jugador de 28 años había esperado desde pequeño pasar por el momento que le tocó transitar en la cancha central del Buenos Aires Lawn Tennis Club, levantando el trofeo del Abierto de su país mientras algunas lágrimas humedecían su rostro.
El número nueve del planeta, Diego Schwartzman, se adjudicó el ATP 250 por primera vez, y de esa manera provocó que un tenista local volviera a quedarse con el certamen desde 2008, cuando el cordobés David Nalbandian venció a José Acasuso.
La situación fue similar 13 años más tarde, debido a que su adversario también fue argentino: Francisco Cerúndolo. La jerarquía del ganador terminó haciendo la diferencia entre ambos, y a pura contundencia terminó ganando 6-1, 6-2.
El título significó el cuarto -Estambul 2016, Río de Janeiro 2018 y Los Cabos 2019- en la carrera de Schwartzman, quien disputó 11 finales en toda su trayectoria. El lugar, sin duda, tiene un agregado especial ya que lo hizo bajo la mirada no sólo de su familia, sino de sus amigos que se instalaron en una de las cabeceras y no dejaron de alentarlo.
El perdedor también contó con su grupo de íntimos, quienes se vieron rendidos ante el nivel que mostró Schwartzman en la final. "Tenía muchas ganas de ganar acá y me preparé muy bien, pero no era una carga extra no haberlo conseguido antes, porque no es fácil este torneo", expresó Schwartzman, quien no cedió ningún set en los cuatro partidos que jugó camino al título.
El campeón mejoró en Buenos Aires lo que había exhibido la semana anterior en Córdoba, donde perdió en los cuartos de final ante el español Albert Ramos-Viñolas, un rival al que le había ganado los cinco enfrentamientos previos. "Cuando perdés en casa parece que sos la peor persona del país, eso sentí la semana pasada en Córdoba, y me sirvió para jugar acá con más ganas todavía. Tuve un ambiente bárbaro durante el partido y realmente me salió todo lo que intenté", añadió Schwartzman. La frase la expuso envuelto por la emoción, y con la voz entrecortada.
El torneo se jugó sin público este año a partir de los protocolos por la pandemia de coronavirus, y sólo contó con gente corporativa de las empresas auspiciantes. Sin embargo, los jugadores argentinos pudieron acceder a entradas para otorgarle a sus allegados. De esa forma se dio un duelo de hinchadas de un lado y del otro del estadio Guillermo Vilas, con el grupo que apoyaba a Cerúndolo, y le dieron un colorido diferente al encuentro definitorio.
"Lo que hicieron los hermanos Cerúndolo (Juan Manuel fue campeón la semana pasada en Córdoba) le hace muy bien al tenis argentino. Francisco jugó muy bien durante toda la semana y merecía también el título, seguramente ganará en el futuro", se refirió Schwartzman a su rival. El acceso a la final, luego de haber superado la clasificación, le permitirá a Cerúndolo ubicarse en el puesto 112 del ranking mundial.
Los días vividos por Cerúndolo también serán difíciles de olvidar: en Buenos Aires dejó a jugadores de la talla del francés Benoit Paire (29°) y Ramos-Viñolas (46°). Pero el que ingresó en la galería de los elegidos, junto a Nalbandian, Guillermo Coria, Gastón Gaudio y Juan Mónaco, es el joven que desde que se inició en Náutico Hacoaj imaginaba con llorar de alegría en la mítica cancha de Palermo.