Se describe a sí misma como mujer feminista, nacional y popular, pero, sobre todo, como mujer. Como una mujer a la que le encanta serlo con todo, y el costo que tiene saberse una más en un sistema patriarco-capitalista.
Perla Prigoshin es especialista en género y salud sexual y reproductiva. También es la coordinadora de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (CONSAVIG), que depende del Ministerio de Justicia de Derechos Humanos de la Nación. Fue además quien coordinó el proceso que culminó con la redacción de la reglamentación de la Ley 26485, de Protección Integral de las Mujeres.
La abogada disertó el lunes pasado en Catamarca en el marco de la campaña de visibilización de la violencia obstétrica, impulsada por la diputada provincial Adriana Díaz.
El humor, con el que rompe una y otra vez los protocolos y desestructura cada una de sus exposiciones y charlas, la caracteriza, y lo confirma: “Escuchame: manejate tranquila, mientras no me pongas en la boca cosas como que 'amo a Macri', está todo bien. Después armá la nota como se te cante”, le dice a esta periodista, desatando la primera carcajada.
-Contanos sobre tu humor. Sobre cómo lo usás y por qué.
-Creo que es heredado. Mi mamá era muy divertida. No la conocí de muy grande porque murió cuando tenía 50 años y no sé si hubiera sido una vieja cascarrabias. Pero el humor en mí es estructurante, constitutivo. Muchas veces me río sola, pero no una sonrisa inocente, sino a carcajadas. Recuerdo una anécdota y comienzo a asociar ilícitamente (dice y se vuelve a reír). No puedo ser de otra manera, no puedo ser lacia ni circunspecta, me aburro mucho con la circunspección de la gente.
-Y con respecto a lo que mostrás a los demás.
-Lo vivo como una herramienta de llegada porque como hablo y me ocupo de temas tan dolorosos, el humor es de alguna manera como un balanceador de lo tenebroso que describo. No es algo que me esfuerce por hacer ni que programe, soy así y lo uso. Es una manera de sacarle la fatalidad a las cosas.
- ¿Cuál es el primer caso tenebroso que se te viene a la memoria?
-(Suspira) ¿Por dónde empiezo? Recuerdo que hace como 25 años fui a esperar en Aeroparque a una congénere, quien vivía en una provincia del norte, y a la que su marido la había quemado con locro caliente. Ella, con la hija que era chiquita, logró escaparse. Fue ir a esperar y comenzar a prepararse porque él vendría a buscarla, porque sabía que en Buenos Aires estaba su familia.
(Como los recuerdos no tienen orden cronológico, los de Perla comenzaron a surgir así. Es por eso que suspira, hace una pausa e intenta enumerar.)
-La llevamos hasta la casa de los padres. Yo estaba con su hermana que fue la que me avisó. En esa casa fue revivir otras cosas mías. Estaba su padre y yo le expliqué que si su yerno iba no tenían que abrirle, ni explicarle, ni decirle nada. Hubo un momento tenso porque me quiso convencer. Me decía que era un muchacho trabajador, serio, que era docente y que él le iba a hablar. Yo le dije que no importaba que sea docente, que sea serio y que sea trabajador porque era un violento. El hombre me escuchaba azorado porque de alguna manera sentía que su hija había hecho algo para ponerlo así.
-¿Te impactó?
- Claro. Una de las características de los varones es desnaturalizar tu percepción y esto aliena. Vos percibís que un tipo es violento, vas a tu familia y contás y esperás una palabra que te ayude a entender. Sin embargo, las madres te decían que “tenés que tener más tolerancia porque si saltas a cada rato no hay matrimonio que aguante”, y los padres te resaltaban que “vos también tenés lo tuyo y me parece que lo sacaste de las casillas”. Entonces, vos, que buscabas esa palabra, comenzás a pensar que no debió ser tan así.
-¿Fuiste protagonista de algún hecho de estos que caracterizas como tenebrosos?
-Esto que te voy a contar tiene relación con el discurso desnaturalizador y alienante que te dije. Cuando mi primer ex marido me violó, para entender que fue una violación, tenía que pensar en la imagen de mis anteojos volando por el aire y cayendo bajo una mesita de luz por el trompazo que me pegó. Esto de recordarlo así, me pasó durante años y años y años, donde yo me preguntaba; ¿no estaré exagerando? Esa imagen, la de la violencia del trompazo, es lo que me volvía al eje. Es muy fácil alienar a las mujeres, porque ya vienen con una historia de indefensión y vulnerabilidad que las hace dudar de lo que sienten, de lo que piensan y de lo que perciben todo el tiempo.
Luego de un largo silencio, Perla suspira y vuelve al primer relato.
- En ocasión de los últimos femicidios, aquella mujer que te conté, me escribió para decirme: Perla, gracias porque yo podría ser una de ellas si no fuera por vos. Entonces resignificó lo tenebroso, resignificó y lo llenó de luz. Porque le da sentido a mi vida que ella esté viva y también muchas otras. Resignifica mi vida.
-¿Cómo salís de los momentos oscuros?
-Están las mujeres que me aman y me fortalecen. Porque el amor de mis congéneres es como un escudo en algunos momentos, es como una armadura. Cuando siento que me estoy desinflando las mujeres me arman de nuevo.
- ¿Una mujer puede ser machista?
-Existen las colonizadas. Porque las mujeres aunque tengamos conductas machistas no lo somos. Es que, por mucho que intenten agradar nunca van a tener los privilegios de los hombres, entonces no se puede decir que es machista, pero sí entiendo que es una mujer colonizada por el discurso patriarcal. Es una mujer que reproduce las conductas patriarcales. Es una mujer que por su boca deja hablar al maltratador y al patriarcado.
Perla administra un grupo en Facebook que se llama “A la Violencia contra las mujeres le decimos: Basta!”. Ahí publica sus opiniones que muchas veces son debatidas o refutadas por los demás miembros. Hace muy poco, explicó su posición con respecto a una intervención de la actriz Florencia Peña, quien aparece en la tapa de la revista Gente fotografiada dentro de una bolsa de residuos simulando ser una víctima de femicidio. “Son fotos morbosas, faltas de creatividad y no ayudan a concientizar sobre los femicidios y mucho menos en una revista que no se caracteriza por su especialización en la temática”, dijo y desató una polémica de comentarios en su posteo, donde le señalaron que no estaría bien hacerle reproches a otra mujer.
-Teniendo en cuenta las críticas que recibiste por tus opiniones sobre la tapa de Gente ¿Qué es para vos la sororidad?
-Es un vínculo complejo entre mujeres. Es el vínculo que se establece con quien vos sentís que es tu hermana, con la que vos te podés apoyar y que sabés que vas a apoyar cuando te necesite. Es la capacidad para criticarla si la ves equivocada sin lastimarla y poder aceptar su crítica. Es el vínculo que, con o sin la palabra, las mujeres venimos entretejiendo desde el fondo de la historia para poder sobrevivir.
Igual, debo aclarar que la sororidad no implica ser acrítica. No es un vínculo que impide ver errores o que te nubla el entendimiento y que entonces justifica cualquier cosa que haga una congénere. Es el vínculo que establecés con aquellas a las que sentís pares, y no son todas. Fundamentalmente se basa en la colaboración, en la complementariedad, no en la competencia tan característica de los vínculos entre los machos.
-¿Cuál es tu opinión con respecto a la creación, dentro del mismo Estado, de ministerios, secretarías y observatorios relacionados con la mujer?
-En líneas generales muestran una falta de claridad sobre el rumbo que hay que tomar. Me siento en la obligación de decir que mínimamente hay un Estado que se preocupa y entonces genera estructuras. Pero, no es el Estado en su conjunto, porque yo no creo que el Poder Judicial esté a la altura del momento ni de las necesidades de las mujeres. Pero eso no es de ahora, es desde muy atrás incluyendo la época en que Carmen Argibay se paraba en los congresos de mujeres juezas y decía que había que creerles a las mujeres, porque los magistrados no les creen. Desde hace mucho los poderes judiciales de las provincias y de la Nación están en deuda.
-Si te digo que el Estado es responsable ¿qué me respondés?
-Sí, sí, claro que el Estado es responsable, porque la violencia es un mal público o político y las mujeres no pueden armarlo todo desde el ámbito privado. Así como la educación y la salud son derechos sociales y es el Estado quien tiene que hacer para que vos puedas ejercerlo, el derecho a una vida libre de violencias también es un derecho social y requiere un hacer del Estado.
Pero cuando hablamos del Estado tenemos que ser cautelosos y recordar que vivimos en una República que tiene tres poderes y que en líneas generales los dos poderes representativos de la voluntad popular están más a la altura de las circunstancias. Estamos hablando de una construcción social universal que tiene varios siglos de historia, por eso creo que nos va a llevar mucho tiempo lograr que el cambio cultural se genere.
-Entonces, ¿necesitamos al Estado para cambiarlo?
-Sí. No es una cuestión de culpas, así como creo que el Poder Judicial está en déficit, el Ejecutivo está en déficit también porque no sabe para qué lado rumbear y apela a la única que conoce; que es a crear estructuras y comisiones. Solo las mujeres nos vamos a poder defender entre nosotras y esto no significa que el Estado deba estar ausente, debe estar presente, pero fortaleciendo redes de mujeres, pagando sueldos a operadoras que estén en proximidad y cercanía. La asistencia, la contención no puede ser de 10 a 17 horas de lunes a viernes, o un montón de personas rodeando una mesa ovalada y teorizando alrededor de nuestras necesidades. Yo creo que esa ritualización de convertir la problemática de las mujeres en un tema a debatir nos está enfrentando todo el tiempo con el fracaso. Tenemos una abundancia de leyes y la violencia sigue dándose, hay que pensar alternativas, evidentemente lo que hay no está dando resultado.
-¿Crees que el punitivismo es una solución?
-Estoy en contra del punitivismo porque las cuestiones sociales no se resuelven desde la sanción. Puede ser sanción ejemplificadora, como cuando a un niño le decís que no va a ver televisión hasta que no termine la tarea. Así como la violencia se aprende también se desaprende. Pero no se desaprende en la cárcel. El punitivismo tiende a lo penal, a la cárcel. No creo que las cuestiones pasen por sanciones rigurosas. Estoy convencida que esto es cultural y hay que laburar mucho y eso llevará demasiado tiempo.
-¿Cómo ves a Catamarca en cuanto a políticas de género?
-Si la referencio con el NOA, en cuanto a políticas de género, tiene fortalezas de las que carecen otras provincias. Creo que en esto mucho tuvo que ver el segundo mandato de Lucía (Corpacci), de quien pienso que tenía una mirada “Evitista” (de Eva Perón) y que después se le fue transformando en una postura más vinculada con el empoderamiento, con el feminismo. También me parece que esa política continúa. También veo que la parte legislativa va avanzando desde las diputadas, las concejalas, aunque con mucho costo, pero también con mucha creatividad, porque esto de formar la red de concejalas y convertir lo colectivo en una fortaleza para enfrentar a los históricos ediles de la provincia da cuenta de una postura creativa.
Me parece que todo eso sigue marcando que Catamarca sea una provincia distinta al NOA, con una mayor sensibilización y concientización frente al tema.
-Los medios de comunicación, como productores de sentido, ¿qué papel deberían jugar en este cambio cultural?
-A un diario que publica en su tapa “La mató por celos”, le diría: “Vos también sos responsable”. No solo el Estado es responsable, los empresarios son responsables. Los medios de comunicación son responsables y la forma de ser útiles, participativos y colaboradores en el cambio cultural que estamos andando, pero que hay que profundizar, requiere necesariamente que esos señores, que generalmente son hombres que deciden, tengan alrededor mujeres que no tengan el temor de que las vayan a echar si les dicen que por ese lado no es.
Perla continuó ejemplificando e hizo más bromas relajantes que dosificó “ilícitamente” en alguna de sus respuestas. Resaltó la igualdad que buscan los feminismos en cuanto a lo cultural y que las mujeres y diversidades “no estamos contra los hombres, sino contra el patriarcado”. Opinó además que los hombres que están contra el patriarcado entienden y sienten con el cuerpo las desigualdades sociales de género. “Los varones antipatriarcales no necesitan que les expliquemos que no tienen que ir a un encuentro de mujeres. Si no lo registran lo aprenden escuchando a sus compañeras porque tienen una escucha respetuosa y no intentan competir con ellas”, señala.
-¿Cómo te imaginas un mundo feminista?
-Un mundo en el que podamos estar en la calle y en las casas sin miedo. Un mundo feminista es un mundo sin miedo.