“Estoy saliendo del gimnasio. Dame un minuto para tomar oxígeno para poder hablar con vos.” Mientras João Barone recupera el aliento, la banda de la que es baterista, Os Paralamas do Sucesso (también conocida como Paralamas), se prepara para regresar a Buenos Aires, tras seis años de ausencia. A diferencia de su último asalto capitalino, en el que presentó un show acústico en el teatro Gran Rex, el trío vuelve en esta ocasión enchufado y encendido: el tour “30 años” depositará a la agrupación brasileña hoy a las 20 en Niceto Club (Niceto Vega 5510). El nombre de la gira generó confusión entre el público local, debido a que parecería aludir a sus años de trayectoria. No obstante, si bien es cierto que el grupo comandado por el vocalista y guitarrista Herbert Vianna tiene mucho más tiempo en actividad (en 2017 se cumplen cuatro décadas de su fundación), el espectáculo surgió en 2013 para celebrar los treinta años de su primer álbum de estudio, Cinema mudo, que derivó en 2014 en un DVD, Multishow Ao Vivo - Os Paralamas do Sucesso 30 Anos, y, seguidamente, en una gira.
“De nuestra parte, siempre nos genera muy buena onda volver a Buenos Aires. La ciudad y la gente nos encantan”, expresa Barone, ya con aire en los pulmones. “El conciertó que llevaremos está basado en los éxitos de nuestra carrera. Cambiaron algunas cosas en el camino, pero se trata de la misma gira. Y está bien que siga siendo así hasta que lancemos el nuevo disco.” Seguramente éste será uno de los últimos shows del tour, pues el primer álbum de estudio de Paralamas en ocho años ya está listo. Bueno, casi. “En este preciso momento está siendo mezclado por el productor que trabajó con nosotros, Mario Caldato Jr. Es un brasileño que prestó sus servicios para un montón de gente (Beastie Boys, Jack Johnson, Super Furry Animals, Manu Chao y los argentinos Banda de Turistas), incluyendo a muchos amigos (Marcelo D2, Bebel Gilberto, Seu Jorge, Planet Hemp). A pesar de que no tenemos título aún, me parece que el disco salió bárbaro. Y tiene una versión de ‘Cuando pase el temblor’, de Soda Stereo, muy distinta a la original. Vamos a tratar de tocarla en el recital de Buenos Aires”.
–¿A qué suena el Paralamas de 2017?
–Es difícil teorizar sobre eso. Me cuesta describirlo de manera tan matemática o científica, pero tenemos mucha suerte de seguir haciendo lo que más amamos. Aún le hacemos caso a nuestros instintos y gustos, y los contrastamos con las diferencias internas de la banda. Y el resultado es positivo. O al menos eso es lo que nos devuelve la gente en los conciertos o con los nuevos discos. Espero que siga así. Son más de treinta años que estamos juntos. Como nos la pasamos trabajando, a veces no nos damos cuenta de todo el tiempo que transcurrió, aunque el sentimiento fluye con la misma intensidad que cuando nos juntamos a tocar por primera vez.
–A partir de Os Grãos (1991), en el que versionaron “Track track”, de Fito Páez, suelen incluir covers de clásicos del rock argentino en sus discos. Si bien este gesto es una manera de demostrar su admiración por esa escena, ¿por qué lo convirtieron en una costumbre?
–Además de Fito, de quien hicimos un cover muy lindo de “El amor después del amor” en nuestro último disco, Brasil afora (2009), también grabamos temas de Charly García y de Soda Stereo. Lamentamos no ir con más frecuencia a la Argentina, así como al resto de los países vecinos. Sin embargo, tuvimos la suerte de hacer un trabajo de intercambio con los artistas de las escenas musicales latinoamericanas, sobre todo con la Argentina. Gracias a ello, la gente siempre recuerda que Paralamas abrió puertas y para nosotros es un honor haber hecho eso. Tenemos una cosa un poco romántica de intentar establecer paradigmas, a pesar de la gran competencia que existe en el sur del continente y de los prejuicios. Nos parece que cambiamos un poco eso, así que ahora tenemos más cosas en común.
Por esas cosas del azar, la gira “30 años” coincidió en 2016 con la celebración de las tres décadas de dos acontecimientos muy especiales en la carrera de Paralamas. Uno de ellas fue la aparición del disco líricamente más político y musicalmente más jamaiquino del trío: Selvagem? (su contemporaneidad es tal que la canción que le da nombre a este trabajo fue usada en las protestas brasileñas de 2013). La otra fue su debut en la Argentina, que estuvo dividido en dos embestidas. La primera aconteció el 28 de febrero, cuando el grupo que completa el bajista Bi Ribeiro actuó en el Chateau Rock, donde alternó con Soda Stereo y con los también brasileños Blitz. A ese festival le sucedió un show en Buenos Aires, junto a sus compatriotas, y en noviembre de ese año Paralamas regresó para compartir fecha con Sumo, en el estadio Obras Sanitarias, ante cinco mil personas. Ahí, Vianna no sólo estableció una hermosa camaradería con Luca Prodan, quien murió semanas más tarde, sino que quedó tan deslumbrado con “Heroína” y “Que me pisen” que las adoptó para los recitales de su banda.
–¿Recordaba esa efeméride?
–Ya contamos muchas veces la manera en que Herbert y Luca se engancharon y entendieron. Fue mágico. Fue una lástima y muy traumática su muerte. Eso nos permitió continuar con un intercambio artístico que nos llevó a conocer e interactuar con muchos artistas geniales como Charly, Fito, Divididos y Los Pericos. Pero reconozco que tenemos que actualizarnos con la escena musical argentina porque estamos muy distantes de lo que está pasando.
–¿Sabía que Charly García sacó un muy buen álbum, Random?
–No lo sabía. Prometo que me pondré al tanto cuando esté allá. Charly y su genialidad, al igual que Fito y su sensibilidad, causaron un impacto muy fuerte en la obra de Herbert y en sus temas, e incluso en las canciones de Paralamas en portugués. Tocaron profundo en su alma. Y fue muy sensible para él, y sigue siendo así, a pesar de su memoria residual. Es importante que la gente se siga acordando de esos encuentros (en Parte de la religión, que este año también celebra tres décadas, Paralamas fue la banda que acompañó a García en el “Rap de las hormigas”).
–Aunque Paralamas erigió un puente antes impensado entre Brasil y la América latina hispanoparlante, parece que esa iniciativa benefició más a los artistas de su país que a los que cantan en español. ¿Qué opinión le merece esto?
–Puede que tengas razón, pero esa iniciativa se produjo gracias a la inspiración que todos esos genios de la música argentina tuvieron en Herbert. Para nosotros fue una sorpresa muy grande constatar que los argentinos tenían una actitud o una posición de que ellos habían inventado el rock. Eso nos encantó. Así fue durante los años siguientes, donde esa pasión fue aumentando. A los que tienen un poco más de cultura e información, los influyeron mucho los argentinos. Allá hay premios Nobel, literatura, la cosa europea, la nieve. También tienen a los grandes genios del fútbol. Y esa envidia sana ha sido importante.
–Luego de formar parte del BRock, su grupo se transformó en uno de los pocos supervivientes activos de la escena que en los 80 estableció un punto de inflexión en el rock brasileño. ¿Cómo un artista de su envergadura, considerado hoy todo una leyenda viviente, coexiste con la nueva generación de músicos?
–Después de girar por el mundo, esto es como un carrusel: en una hora estás en un lado y luego en el mismo punto. Tuvimos la suerte de estar en el lugar justo y en el momento indicado. Creo que es muy difícil para la nueva generación conseguir lo que hicimos en nuestro tiempo, cuando estábamos empezando. Hoy es más difícil alcanzar esos triunfos porque ésta es otra realidad, la cosa se popularizó de cierta forma y el desarrollo musical es diferente. Hay mucha gente buena, aunque no hay espacio para todos. Si bien estamos tratando de ayudar a esa movida, es muy complicado para el momento actual hacer una comparación con lo que pasó con nosotros. En la época en la que aparecimos, no había Internet ni la democratización de la producción musical que existe en el presente. Así que la cosa es compleja, no sólo porque hay mucha gente talentosa, sino porque es demasiada. Otra situación muy rara es que los fenómenos son más rápidos. A partir de la viralizaciones, en una semana cambia todo. No sé cómo hace el resto, pero me cuesta seguir lo que sucede con toda esta intensidad.
–Paralamas siempre tuvo una lectura muy lúcida acerca de la realidad brasileña. Lo demostró en Selvagem? o mediante canciones como “Luis Inácio (300 Picaretas)”, de Vamo batê lata. ¿No le parece un déjà vu lo que está sucediendo ahora en su país?
–Estamos muy incómodos con lo que sucede. Tratamos de comprender qué es lo que pasa no sólo en Brasil sino en los países más cercanos. Más allá de lo que acontece con la política y la economía, hay una gran crisis humanitaria de la ganancia, del consumismo, del querer siempre más. La gente perdió la noción de que se puede vivir con lo que es necesario. Es un despropósito robar millones de dólares que no se pueden gastar en una vida. Y eso se viene repitiendo desde hace setenta años. Los políticos se agarran el dinero que va destinado a la comida de los pibes y eso nos llena de profunda tristeza.
–En 2012, once años después del accidente aéreo que lo postró en una silla de ruedas y afectó a su memoria, Herbert Vianna retomó su carrera solista al lanzar Victoria. ¿Por qué usted o Bi no se animaron a llevar adelante proyectos musicales propios fuera de la banda?
–Más allá de los Paralamas, no tuve mucho tiempo para hacer otras cosas. Escribí un par de libros sobre la participación de Brasil en la Segunda Guerra Mundial, que es un tema que me apasiona. Y recientemente, un amigo mío, que también es amigo de Andy Summers, me invitó a ser parte de un tributo a The Police, denominado Calle The Police, ¡pero con su guitarrista original tocando con nosotros! Y la gira, que fue por seis ciudades, salió bárbara. Interpretamos los grandes éxitos del trío y fue muy emocionante estar con leyenda viva de la guitarra.
–Así que cumplió el sueño de pibe, pues usted decidió tocar la batería luego de ver en vivo a Stewart Copeland, junto a Summer y Sting, en 1978. Además, si en su país Legião Urbana es considerado el The Smiths local, Paralamas es el The Police brasileño. ¿No es así?
–Sin duda. Por eso fue muy fácil trabajar con él, porque tanto a mí como al promotor de esta gira, Rodrigo Suricato, bajista de Barão Vermelho, nos encantaba The Police. Antes de que Andy viniera, los dos hicimos un par de ensayos, así que cuando tocábamos los grandes éxitos de la banda, la gente se quedaba loca. Hubo mucha buena onda. Pero ahora me toca concentrarme en nuestro nuevo hijo con canciones inéditas. Hace bastante tiempo que lo esperaba.