La explosión del single Sola ya había transformado la carrera de Tiago PZK. Una balada que cruzó pop melódico, r&b y algo de la sonoridad del trap, en la que –con letra e interpretación de la mano– el cantante cuenta cómo su padre era violento con su madre. El fenómeno de Tiago PZK es, también, el resultado de una época.
Y las ondas de aquel batacazo se volvieron a agitar fuerte en 2020, a partir de una nueva versión de una toma –también en estudio–, y la proyección del músico de 19 años con una voz tierna y un toque áspera tomó fuerza como pocas. "Es algo que pocos se atreven a sacar a la luz. Más allá del descargo personal, ayudó a un montón de gente a no callarse más", analiza. Desde esa sensibilidad melodiosa surcó un camino propio, sin ajustarse con literalidad a los entenderes del rap o el trap; aunque, claro, mucho del público pueda llegar desde ahí.
Su nuevo single se llama Flow de barrio. Con base de reggaetón y lírica 100% barrial, de alguna forma vino a rebatir mucho de lo que se podría haber supuesto sobre él. "Más que contar algo, el tema es como una carta de presentación", acota. "Tengo otros temas que por ahí cuentan historias, o parte de mi vida. Si la gente quiere saber qué es Tiago, bueno, esto es Tiago; o estas son las raíces que hicieron llegar a Tiago hasta donde está ahora."
El clip se rodó en la casa de su tío, en Monte Grande, donde arrancó a rapear y tirar sus primeros freestyles: "Donde hice a los 7 años mi cumpleaños de Daddy Yankee, y donde empecé a grabar mis propios temas con la computadora del gobierno de Cristina –recuerda–. Es un lugar mítico: está la canchita de fútbol a la que iba todos los días, aparecen amigos míos de toda la vida."
Desencasillar y conectar
Flow de barrio va a ser la entrada a su primer larga duración, que saldría a mitad de año, aunque él quisiera que fuera en agosto, para coincidir con su cumpleaños número 20. Anticipa: "Tiene un concepto que rompe con ciertas leyes, porque recorre diferentes mundos. En la industria de la música está todo muy encasillado, por gustos se divide al público y a artistas. Si hacés reggaetón, no podés hacer pop; si tenés una ideología re rapera, no podés hacerte un trap."
"Quiero romper con eso, porque me gusta la música en general. Si sos re rapero pero en el fondo te gusta Bruno Mars, hacete un funky, algo distinto. Si te da para hacerlo, ¿para qué encasillarte? A mí me venía pasando eso. Si sacaba otro tema triste en lugar de Flow de barrio, ya estaba: 'Tiago, el pibe triste'. Entonces tiré a la mesa algo que no habían escuchado de mí, pero que me gusta."
En el tema flota la idea de que los pibes sueñan con ser artistas. ¿Esa perspectiva estaba hace 5 años?
--No, yo era el único loquito que rapeaba. Tenía 13, y los pibes estaban en otra: jugar al fútbol, ir a probarse al club. Yo quería ir a las plazas a rapear, escuchaba Daddy Yankee o Eminem. Hoy es diferente, yo mismo lo comprobé. Voy a Villa Fiorito, donde tengo amigos, y veo nenes de 7 u 8 años con mi corte de pelo, escuchando mi música, que me dicen: "Quiero ser como vos". Es una generación que busca otro tipo de salida.
En ese contexto, ¿qué es el rap para vos?
--Creo que se trata de la música en sí. Podés hacer cumbia, pop, reggaetón, rap, lo que sea. Si te ayuda a salir de las cosas malas, a descargarte de otra manera que no sea haciéndole mal a la gente, está bien. Los pibes que juntan monedita por monedita para comprarse su estudio y grabar sus canciones, la autogestión… Yo hacía eso: me grababa mis temas, hacía las tapas, filmaba los videos con mi celular y después los subía.
¿Cómo trabajabas esas primeras grabaciones con la computadora del Conectar Igualdad?
--Es un método que se me ocurrió con lo que tenía. En la computadora venía un programa que se llama Movie Maker, que es para armar videos, pero muy de principiante. Podías agregar audio o grabarlo en el momento. Descargaba una imagen de internet, la estiraba hasta que el video durara 3 minutos, ponía a grabar en la computadora, tiraba música desde el celular y me acercaba al teclado –donde estaba el micrófono– para grabarme. Toda esa data la tiene guardada mi tío en esa casa.
¿Y de dónde viene la tendencia melódica de tu música?
--Desde muy chico tengo como dos polos. Uno es muy rapero, porque me gustan las habilidades del rap, la técnica, la velocidad, el contenido. Pero además me gusta mucho la música melódica, me acuerdo de mi abuela escuchando a Luis Miguel y de absorber esa data. A la par de que yo rapeaba, me iba a ver un concierto de Justin Bieber. El chabón cantaba, bailaba, y yo decía: "Guau, tiene 3 años más que yo y hace todo esto, yo quiero hacerlo también". La cumbia es otro género que tiene mucha melodía pegadiza. Hay temas que terminan siendo himnos, aunque no seas fanático de esos grupos.
Sola generó un fenómeno especial: muchos se acercaron por tu música y otros por el mensaje. ¿En qué punto te elevó, y en cuánto te pudo limitar?
--Al principio sí sentía que me estaba limitando, después me di cuenta de que nada que ver. Sola fue un click en mi cabeza, vi que con la música quiero transmitir una esencia real de lo que soy. No digo que esté mal crear un personaje y pegarla de esa manera, pero no quiero ponerme una careta. Si me va bien, bien, y si me va mal, no pasa nada. Flow de barrio soy yo, Sola soy yo. También fue un descargo emocional gigante. Me di cuenta de que cada vez que esté a punto de explotar, lo puedo volcar en una hoja.
"Todos los competidores se piensan rimas"
2020 fue un año excepcional para todos. Para Tiago PZK también lo fue, porque pudo ver crecer su carrera entre celulares y computadoras. Participó además como freestyler en FMS –una soberbia exhibición contra Zaina–, y en su debut como gallo en la Red Bull mostró alto nivel contra Acru, en una batalla que dejó secuelas varias –con la famosa rima de la cocaína a la cabeza–, y cayó contra Wolf en cuartos. "Me di cuenta de que sufro cuando me tomo las competencias en serio. A FMS fui a cagarme de risa y salió excelente. A la Red Bull fui a ganar y me salió pa'tras", confiesa.
"También me di cuenta de la mala energía que conllevan las batallas. Como en el fútbol, el fanatismo extremo crea mucho odio. La gente se toma muy en serio las batallas, piensa que posta hay problemas serios, y que a la salida nos cagamos a palos. No suelo recibir muchas críticas o insultos, pero la Red Bull fue la excepción. Yo fui a improvisar."
Cuando le ganaste a Acru, se discutió sobre qué vale decir en una batalla de freestyle.
--Voy a decir una posta, y es que todos los competidores se piensan rimas. Aunque digan que lo suyo es 100% improvisado, es mentira. Está esa hipocresía en el mundo de las batallas. Para ir a la Red Bull no practiqué ni un día en mi casa, no me preparé en modo Rocky; fui literalmente a improvisar, y me salió mal la jugada. Hoy las batallas se manejan distinto, y si improvisás, podés pisar el palito mucho más fácil. Dije cosas que obviamente no pienso, y se tomaron de mal modo, justamente porque la mayoría tira rimas que pensó antes. Si voy a una competencia de improvisación y la gente me mata por improvisar, no voy más. ¿Para qué?
¿No volverías a Red Bull?
--(Menea la cabeza) No sé, hoy tengo la cabeza en mi carrera y en las responsabilidades que conlleva. No es sólo meterse al estudio y sacar un tema, no. Más yo, que con 19 años me cargué a la espalda a mi familia y una exposición re zarpada. No sé si me daría el lujo de ir a una batalla, sabiendo que voy a ir a improvisar. Yo perdí con Wolf y no fue el fin del mundo, no salí diciendo: "Yo le gané". Perdiste, campeón. Fuiste a eso. Podés ganar o perder; si te salió mal, aguantátela. Quizás iría a una exhibición de FMS, pero habría que ver en qué circunstancias.