En la sociedad actual la globalización conlleva procesos de desterritorialización, de fragmentación y pérdida de referencia de las realidades locales pero, al mismo tiempo, de centralización informativa y cultural en manos de los grupos corporativos concentrados. La comunicación se hace global, pierde la identidad del territorio y no atiende a las cuestiones de la vida cotidiana de las personas en todos los órdenes, lo cual conspira contra las posibilidades reales de un desarrollo local integral que tiene en la comunicación un componente fundamental.
Sin comunicación no hay posibilidades efectivas de desarrollo. Sobre todo teniendo en cuenta que en cualquier estrategia de desarrollo local la participación ciudadana emerge como fuerza motora para construir y alimentar espacios de diálogo, de intercambio, de vinculación entre actores diversos, públicos, privados y organizacionales, que juegan un papel trascendental en la búsqueda de horizontes sustentables para cada comunidad.
En momentos en que a distintos niveles se registran evidencias que hablan de tejidos sociales debilitados, la comunicación aparece como un ámbito y una posibilidad para la construcción de vínculos solidarios que apuntan a consolidar y reforzar la identidad colectiva de protagonistas que conforman la comunidad y se constituyen en actores centrales de todo proceso.
Cuando se habla de comunicación en este contexto es necesario rescatar un enfoque complejo y participativo que pretende apuntalar la generación de un espacio público deliberativo que tome en cuenta y contribuya a la mejor atención de las prioridades y necesidades de la población, evitando al mismo tiempo reducir la comunicación a la información o al manejo de tecnologías y redes sociales digitales. Porque sin desmerecer lo que todas estas prácticas e instrumentos aportan, en lo local la fuerza está puesta en la construcción de sentidos colectivos, culturales y comunicacionales, que fortalecen lazos sociales, reafirman identidades y permiten la construcción colaborativa y asociada de objetivos comunes para convertirlos en pilares de la estrategia de desarrollo pensada como transformación social.
Una mirada que exige un esfuerzo de reflexividad dialógica colectiva por medio de la construcción social del conocimiento y la planificación participada en vista de objetivos locales de desarrollo.
Se trata de que la comunicación haga emerger la palabra de los actores locales para que, actuando como ciudadanos y ciudadanas, alimenten y promuevan el diálogo sobre lo local, sus problemas, desafíos y dificultades. También sobre las inclusiones y las exclusiones que se verifican en todos los niveles, informales e institucionales, en la gestión privada y en la estatal. La comunicación tiene que colaborar a la gestión democrática de las políticas públicas locales, teniendo en cuenta que sin comunicación democrática no hay políticas públicas también democráticas.
Algunos criterios para tener en cuenta en esa estrategia tiene que ver con el desarrollo de capacidades comunicativas de los actores genuinos de cada territorio, el fortalecimiento institucional del gobierno local y la institucionalización de los espacios de participación teniendo como propósito la generación de un espacio público también local. El objetivo es articular una democracia de alta intensidad mediante un proceso innovador de aprendizaje y cambio social que combine autonomía con consolidación de sólidas identidades, reactivando las redes de confianza e implicación ciudadana en el proceso instituyente de nuevas reglas del juego de la representación y la participación democrática.
El eje de construcción de este proceso debe ser la emergencia de un nuevo poder local que habilite el paso de la cultura de la protesta a la cultura política, del conflicto a la negociación y la búsqueda de propuestas comunes aún en la diferencia.
Para ello habrá que trabajar también dando transparencia y visibilidad democrática a la distribución de los recursos públicos. Y el recurso a una concepción socializadora y materialmente productiva de las nuevas tecnologías y los procesos de comunicación social se constituye no solo una alternativa pertinente sino en un compromiso inexcusable para el desarrollo social general.