Desde Londres
A Theresa May le sonríe la suerte. El Parlamento aprobó ayer por amplísima mayoría (522 a 13) su decisión de llamar a elecciones anticipadas este ocho de junio y con sólo siete semanas de campaña por delante los sondeos siguen mostrando que el electorado respalda hasta sus movidas políticas más controversiales.
Una encuesta de ICM el mismo día del anuncio de May repetía los resultados previos al anuncio. Según ICM los conservadores lideran a los laboristas por más de 20 puntos y un 55% de los encuestados está de acuerdo con que May convoque a una elección anticipada después de haber jurado que no lo haría. Sólo un 15% estaba en contra que ella hubiera “changed her mind” (cambiado de parecer).
Ex pro-europea, hoy conversa pro Brexit, adalid de una separación tajante con la Unión Europea (Hard Brexit), May defendió ayer en el parlamento su decisión y salió inmune de los embates de la oposición por negarse a un debate electoral televisivo y por su “oportunista” giro de 180 grados al proponer una elección que, hasta fines de marzo, había dicho públicamente que era “innecesaria y divisoria”.
En ese debate de gladiadores que enfrenta los miércoles en la Cámara de los Comunes al primer ministro y el líder de la oposición fue interesante que los temas domésticos (no europeos) ocuparan el centro de la escena. “Este gobierno ha bajado el déficit, ha recortado los impuestos a 30 millones de personas, ha eximido de toda carga impositiva a otros cuatro millones y tiene un nivel record de empleo”, señaló May.
La película que pintó Corbyn fue claramente diferente. “Si está tan orgullosa de su gobierno, ¿por qué no se atreve a debatir en televisión sobre lo que hizo y no hizo? No puede explicar por qué los salarios hoy son más bajos que hace 10 años, por qué hay seis millones de personas que perciben menos que el salario básico para una vida digna y por qué aumentó la pobreza de los jubilados. En 2010 dijeron que iban a eliminar el deficit fiscal en 2015. En 2015 corrieron la fecha a 2020. Ahora es 2022. Los conservadores reniegan de todas sus promesas. ¿Por qué les van a creer? Con este gobierno hay más deuda y menos dinero para las escuelas y la salud con recortes impositivos para los más ricos”, indicó Corbyn.
El debate mostró que los problemas domésticos jugarán un papel en esta sorpresiva convocatoria a elecciones que, sin embargo, se explica por la negociación de la salida del Reino Unido de la UE, activada a finales de marzo. La misma May no tuvo reparos en admitirlo. “Voy a hacer campaña en base a nuestro desempeño como gobierno, pero sobre todo, en base a nuestro plan para que el Brexit sea un éxito y que seamos más fuertes en el futuro. Cada voto por los conservadores será un respaldo contra los que quieren que yo fracase y será un voto que me hará más fuerte en las negociaciones con la Unión Europea”, dijo May.
El pragmatismo de May complica las lectura de este mensaje si se produce la contundente victoria que predicen las encuestas. May votó a favor de permanecer en la UE en el referendo del 23 de junio y asumió la línea más dura, el Hard Brexit, una vez que asumió como primera ministra. Un informe de la división londinense del Deutsche Bank que, como el resto de la City teme el impacto de un Hard Brexit, opina que una contundente victoria le dará margen de maniobra para una posición más flexible en las negociaciones.
“Si May obtiene una amplia mayoría parlamentaria, gana en tres frentes. Primero porque alivia la necesidad de obtener un acuerdo definitivo en 2019 con lo que hubieran sido las elecciones del 2020 a la vista y, por lo tanto, favorece la posibilidad de un acuerdo transitorio con la UE. En segundo lugar diluye la influencia de los halcones que quieren un Hard Brexit. Y tercero, le permite llegar a un acuerdo con la Unión Europea sobre el pago que tendrá que hacer el Reino Unido por el Brexit y otros aspectos del divorcio que podrían allanar el camino a un largo acuerdo de transición”, señala el documento del banco citado por la cadena televisiva Sky.
Este análisis depende de dos premisas: que May gane las elecciones con una mayoría ampliada y que, al hacerlo, se convierta en una “soft Brexit” que busca diluir al máximo el impacto negativo de la salida de la UE. Ninguna de las dos hipótesis está probada. May arranca con indudable ventaja, pero nada garantiza que podrá mantener o aumentar la actual mayoría de 17 parlamentarios.
El sistema electoral británico se parece con frecuencia a una impredecible ruleta. En el Reino Unido se vota en 650 distritos electorales a todo o nada: el candidato que gana el distrito aunque sea por un voto se convierte en diputado. Como el partido que tiene más diputados gobierna, no es necesario tener más votos que el rival: basta con ganar en más distritos. La identificación de “distritos marginales” en los que la diferencia entre los candidatos es ínfima (menor a un 2%) es un clásico de cada elección: ayer el The Times identificó los diez más impredecibles.
La cuestión europea puede tener un fuerte impacto sobre estos “distritos marginales”. En diciembre el conservador pro-brexit Zac Goldsmit perdió en una elección para renovación del escaño ante la liberal-demócrata pro-europea Sarah Onley en Richmond, uno de los distritos ricos de la capital. No era un distrito marginal. En 2015 Goldsmith había ganado con un 58% de los votos: el factor europeo hizo que Onley sacase un 30% más votos que en la elección previa. Según un informe que tiene May, los conservadores podrían perder unos 30 escaños ante los pro-europeos liberal-demócratas.
Los Torys calculan que este escenario negativo será compensada por los hasta 100 escaños que, según los vaticinios más apocalípticos, podría perder Jeremy Corbyn. La realidad es que la aritmética es tan impredecible como el resultado del Brexit en el referendo del 23 de junio. Pero además, cualquiera sea el resultado final, no está claro que la segunda premisa del informe del Deutsche Bank –una May más flexible en las negociaciones con Europa– será el inevitable resultado de una victoria en las urnas.