La pandemia no pudo con el cine a pesar de haberlo arrinconado contra las cuerdas. Y ahora es el turno de un respiro y de evaluar cómo se desempeñan en el cuadrilátero las películas argentinas para que el Coronavirus no provoque un nocaut al cine nacional. Que en este contexto se estrene el primer largometraje argentino en salas de cine tras casi un año del cierre masivo, es para celebrar. Así lo entiende Natalia Oreiro, una de las protagonistas de La noche mágica, ópera prima de Gastón Portal, en la que la actriz uruguaya comparte cartel con Diego Peretti, Esteban Bigliardi y Pablo Rago. El film, una oscura comedia con ritmo y suspenso de thriller, está ambientado en las horas previas a la Noche Buena, donde Nicola (Peretti), un excéntrico ladrón de guante blanco se dispone a realizar un robo y elige la casa de una familia, sorprendiendo a Kira (Oreiro), su esposo Juan (Bigliardi) y a su mejor amigo Cachete (Rago), en una incómoda e inesperada situación. Todo se complica cuando Alicia, la pequeña hija del matrimonio, le extiende una lista de deseos porque Nicola se parece a Papá Noel por su pelo y barba canosa y su gorro rojo. Si bien se puede presuponer a simple vista que es una comedia para toda la familia, La noche mágica tiene un tono oscuro que la aleja totalmente de las comedias blancas de Navidad, y tiene más de drama que de comicidad.

"Antes que sentirme protagonista del hecho me da una alegría social inmensa porque no es solamente para todos y todas las que nos dedicamos a esto. Incluso no sólo para el rubro de la actuación sino también para los técnicos, los periodistas", señala Oreiro sobre el estreno inminente y que es doble la alegría ya que La noche mágica se estrena este jueves y el 1 de abril será el turno de Hoy se arregla el mundo, de Ariel Winograd, donde la actriz también participa. "Creo que el espectador es el que, de alguna manera, más lo estaba deseando. Esa sensación de entrar a una sala de cine se había perdido y todo pasaba a través de una pantalla pequeña en el hogar. Todo el detalle, la sutileza, el romanticismo que tiene ver una película que está pensada para ser proyectada en una pantalla de cine se estaba perdiendo y a uno, lamentablemente por momentos, se le cruzaba la idea de que quizás eso no volviera más", explica Oreiro, quien reconoce el valor de las plataformas, pero admite: "Celebro las nuevas formas de hacer ficción, creo que eso también genera más trabajo y más arte y capta mucho público que, quizás, de otra forma no vería una película, pero sigo sosteniendo que para mí el cine es algo que no debe desaparecer nunca independientemente de las situaciones que estén sucediendo. Obviamente esto fue un caso de fuerza mayor".

-¿Qué fue lo que te interesó de la historia de La noche mágica para aceptar tu participación?

-En general, cuando leo un guión de cine, siempre me llaman mucho la atención las óperas primas. Tengo un concepto particular en relación a las óperas primas de un director. Si bien Gastón es una persona híperexperimentada en ficción, esta es su primera película. Y soy de las que cree que en el cine, como en la escritura o incluso en la música, las primeras obras son esas que uno está mucho tiempo para finalmente poder concretar. Y le pone mucho de lo personal durante un lapso de tiempo atípico a lo que la industria generalmente tiene porque te cuesta más hacerlo, porque es lo que querés contar desde hace mucho tiempo. Supongo que los que primero ruedan una película lo sueñan muchos años antes y están trabajando tan minuciosamente, poniéndole tanto que generalmente son obras de arte muy personales. Entonces, cuando se tiene éxito con un primer proyecto, después todos esos tiempos se precipitan porque uno tiene quizás las puertas más abiertas. En este caso, lo que me llamó la atención fue que era un guión atípico, diferente, muy personal, no era lineal. De hecho, cuando vi la película confirmé un poco la sensación que había tenido. Es una comedia negra; en principio, puede parecer que tiene tintes de comedia cuando se convierte más en un thriller. Y uno cree que el terror o el peligro se encuentra en el exterior y si bien el que entra del exterior es un ladrón, éste ladrón viene a develar una trama oscura y secreta en esta familia.

Con Diego Peretti en

-¿Cómo viviste el año? ¿Cómo influyó la pandemia en tu trabajo?

-No puedo dejar de reconocer que tanto mi familia como yo hemos sido dentro de esta circunstancia atípica y dolorosa unos privilegiados por infinidad de razones. Principalmente, porque tuvimos la posibilidad de quedarnos adentro cuidándonos y con muchísima responsabilidad sabiendo que teníamos un espacio. Principalmente nuestro hijo, que cumplió 9 años en enero, estaba emocionalmente bien, contenido, tenía jardín, sus mascotas. Nosotros tenemos dos perros, un gato, tenemos árboles...Entonces, en esa realidad es muy fácil decir: "No fue tan grave". Después, estaba todo lo que tenía que ver con la parte afectiva de mi familia, de no poder viajar, de los amigos, aunque con la tranquilidad de que íbamos a volver a nuestro trabajo, cosa que para mucha gente fue muy difícil en lo tangible; es decir, necesitar salir para ganarse el pan. Si bien a todos nos afecta, no nos afecta a todos por igual porque hay muchísima gente que no tiene acceso al agua potable, un derecho básico que no sucede. En esa circunstancia, debo decir que, si bien hubo momentos de angustia, nada puede compararse con lo que verdaderamente mucha gente ha sufrido al estar alejados los chiquilines de la escuela, al estar alejados de su familia, las personas mayores que no podían estar con sus nietos... Fue muy complicado pero ojalá que como humanidad aprendamos algo. Yo me inclino hacia la parte ambiental. Son sobradas las muestras de que el ser humano está avasallando el medio ambiente.

-El año pasado, en plena pandemia, se estrenó el documental Nasha Natasha, sobre tu vínculo con el público ruso. ¿Qué diferencias encontrás entre el cariño ruso y el rioplatense?

-En general, trato de no hacer diferencias. Para mí, no existe una diferencia en relación al amor o al vínculo. El vínculo ya es parte de mi ADN. Yo tenía 20 años cuando viajé por primera vez. Siento que somos mucho más parecidos entre los que somos del Río de la Plata a los que son de Europa del Este, que lo que la mayoría de gente por desconocimiento cree. Quizás por el clima, el idioma, la historia, se cree que son más fríos y, en definitiva, un poco lo que muestra el documental es que no lo son. Son afectuosos, cariñosos, solidarios, tiernos, románticos, les encanta la música nuestra, les gusta bailar, son muy familieros. Obviamente frente a lo desconocido uno mismo pone distancia, pero yo siento que me conocieron como Natalia y que el vínculo real se formó en el encuentro de cada viaje que yo hacía. Sentí que si bien me conocieron por un personaje que les cayó bien, que se sintieron identificados, que les parecía diferente para la época, también sintieron esa cercanía de Natalia hacia con ellos y eso es lo que intenté junto a Martín Sastre en el documental. Es decir, lo que sucedía abajo del escenario, independientemente de lo que estaba pasando arriba.

-Teniendo en cuenta la popularidad que tenés, ¿alguna vez intentaron tentarte para la política en la Argentina o en otros lugares?

-No, o sea uno hace política desde que se levanta hasta que se acuesta. El ciudadano debe involucrarse en política porque son sus derechos. Creo que uno, en sus decisiones cotidianas, en lo que dice, cómo piensa, en sus actitudes, hace política. Después, tengo desde distintas entidades la posibilidad de tener un rol social, como embajadora de Unicef, por ejemplo, o como militante ambientalista, o en distintas causas que me enrolan que para mí son importantes, sin un partido político. De hecho, yo no siento ser apolítica, pero me siento con el derecho en poder estar en desacuerdo con un montón de circunstancias. No me interesaría nunca hacer política literalmente, tener un rol político.

-¿Qué realidades conociste siendo embajadora de Unicef?

-Siendo embajadora de Unicef trabajo fuertemente en lo que es el Río de la Plata, porque soy embajadora para ambos países, pero he tenido la posibilidad de viajar a otros países y continentes, como Africa. Y es muy triste para mí la realidad que sucede en el mundo entero porque Unicef no trabaja sólo localmente sino que todas las donaciones y el trabajo es una sinergia que se hace como para que manden de distintos países hacia la Argentina o el Uruguay y viceversa. Pero la realidad de la Argentina particularmente es muy cruel y muy injusta porque Argentina no es un país pobre, es un país tan injusto porque tiene tantos recursos naturales que es lastimoso sentir que hay ocho millones de niños y niñas pobres, cuando plantás cualquier cosa y crece, cuando tenemos todos los tipos de energía posible, tenemos el segundo acuífero más grande del mundo de agua dulce... Entonces, no es posible que haya personas que no tengan el acceso al agua potable, a una educación, el tema de la conectividad. Sin duda, está todo el tema de la violencia intrafamiliar. Además de ser un lugar de formación, de socialización para las primeras infancias, la escuela es también un lugar de detección temprana de la violencia intrafamiliar. Y eso para mí es muy triste. Hace treinta años se firmaron loa Derechos del Niño y, sin embargo, año a año se va duplicando la cantidad de derechos que van perdiendo.

-Hace un rato hablaste de la pandemia y de tu vínculo con Rusia. ¿Qué te pareció la demonización que hicieron varios medios en torno a la vacuna rusa como si fuera peligrosa sólo por el lugar de origen?

-Yo creo que hay mucho prejuicio, en general, no solamente con la vacuna o con un país en particular. Me parece que es tarea de todas las personas trabajar ese prejuicio interno que se tiene que andá saber de dónde le viene, si es hereditario, si tiene cierta maldad. Antes de que se hablara de la vacuna, yo he sentido ese prejuicio, como dije hace un rato, quizás por desconocimiento. Y ya que estamos hablando de cine, el cine ha tenido mucho que ver en este lado del mundo de cómo los estereotipos se van inculcando desde el cine. Por eso, es tan importante tener industria nacional. Por eso es tan importante contar tus propias historias y que tus historias también salgan al exterior y no tener una sola mirada. Yo crecí viendo películas norteamericanas, donde los rusos siempre eran los malos. Y eso está tan metido en nuestra cultura y no es real porque si estamos hablando de política no hay buenos ni malos en ningún lado. Entonces, me parece que, además, desconocer que los científicos rusos son de lo mejor que hay en el mundo, es desconocer la historia.

-¿Cómo vivís este momento de reivindicación de las mujeres y la lucha por nuevos derechos?

-No es un momento nuevo, es un momento necesario. Lamentablemente, es un momento muy doloroso. Estamos viviendo un momento de la historia muy importante, donde la sociedad está en su gran mayoría intentando que finalmente esto cambie, pero el feminismo no viene de ahora ni de veinte años, viene de más de cien años atrás. Muchas mujeres han abierto la posibilidad de que nosotras tengamos los derechos que antes no teníamos. A veces, siento que mucha gente le tiene cierta repelencia a la palabra "feminista" porque se cree que es el antónimo de "machista". Y para nada: el feminismo es la búsqueda de la igualdad de derechos cuando el machismo, en realidad, es la supremacía del hombre por sobre la mujer. Y creo que los hombres deben ser feministas. Y sé que hay muchos hombres que son feministas. Por suerte, cada vez más, y acompañan a la mujer en la lucha diaria. Sin embargo, lamentablemente sigue existiendo un femicidio diario y las mujeres aun continuamos sin tener los derechos que nos corresponden. Todavía nos tienen estigmatizadas en relación a nuestro cuerpo, a nuestras capacidades. Se nos pregunta si quizás no fuimos abusadas por el tipo de ropa que elegimos. O no se nos dan los mismos lugares en un trabajo por creer que como mujeres no tenemos capacidades o como quizás queremos ser madres no vamos a dedicarle el tiempo necesario a ese trabajo. Incluso, se nos sigue exigiendo que seamos buenas trabajando, buenas como madres, buenas en la cama y no somos reconocidas en todas esas realidades. Pero esas son algunas de las infinidades de cosas que todavía se sigue trabajando para que las mujeres tengamos los derechos que se necesitan. Igual, es un movimiento mundial, pero no deja de ser muy angustiante la sensación de que nos siguen matando.

La vuelta al pago

Actualmente, Natalia Oreiro está grabando en Uruguay Iosi, el espía arrepentido, una serie dirigida por Daniel Burman y Sebastián Borensztein para Amazon Prime Video. "Es una serie que transcurre en los '80 en la Argentina, pero decidieron hacerla aquí en Uruguay", cuenta la actriz sobre su regreso a la actuación en el país que nació. Pero además está conduciendo el reality show Got Talent. "Lo hicimos el año pasado y este año lo retomamos". Señala que le da “mucha satisfacción” recorrer su país buscando talentos. "Y de alguna manera, siento que eso que yo quise cuando era pequeña, ahora le puedo dar la oportunidad a alguien. Aunque yo no se la dé en forma directa, pero acompañar a alguien del Uruguay en ese proceso me da mucha emoción. Y también tuve la posibilidad de que mi hijo me acompañara siempre y que conociera no solamente la casa de los abuelos y algunos lugares de Montevideo sino también distintos departamentos del Uruguay, que es un país hermoso y que, quizás por mis viajes, mi trabajo y por vivir en la Argentina, él no lo conocía en profundidad", señala Oreiro.

Santa Evita

 

Natalia Oreiro fue elegida para interpretar nada menos que a Evita en la miniserie Santa Evita, inspirada en la novela de Tomás Eloy Martínez. "No encuentro una palabra que englobe mi sensación. Es un personaje tan fuerte, tan importante, tan inalcanzable que nunca soñé con hacerlo, como quizás me ha sucedido en otros proyectos que he querido y he traccionado para que se hagan realidad", dice la actriz sobre lo que significa interpretar a la abanderada de los humildes. "En algún momento, hace algunos años, había tenido una posibilidad que dejé pasar por miedo básicamente, el mismo miedo que hoy me invade ante semejante desafío”. Para Oreiro "es un gran desafío" que está tomando "con mucha responsabilidad". "Por sobremanera le estoy poniendo el cuerpo, el corazón, el alma, mis noches sin dormir de investigación y todo lo que físicamente pueda aportarle. Después, con el mayor de los respetos y el agradecimiento porque fue a través de un casting que me llamaron y que me sorprendió porque una piensa que el tren pasa una sola vez y entiendo que quizás se estaba buscando a alguien más joven. Finalmente fui al casting y evidentemente me estaba esperando porque Rodrigo García es el director que me eligió y yo estoy muy honrada. Ellos me dicen que si bien es un proyecto que se va a ver en la Argentina, al ser una cadena internacional, el proyecto es para el mundo y yo les contesto: 'A mí el mundo no me importa. Yo voy a hacer a Eva para la Argentina’", concluye.