“Con mi obra busco dejar plantado cierto interrogante: ¿quiénes son los guardianes de nuestras propias historias y recuerdos, y cómo podrían evolucionar cuando ya no estemos sobre la faz de la Tierra?”, ofrece Jana Paleckova, de 34 años, desde su ciudad de origen: Praga, en República Checa. Intervenir con pintura al óleo fotografías vintage, de épocas pasadas, se le da estupendamente a esta artista autodidacta, que labura bajo expresa misión: la de “revitalizar mementos, personas y lugares olvidados, dándoles una segunda vida”. Aplica el don de la reanimación a partir, dicho está, de imágenes descartadas que encuentra y rescata en mercados de pulgas y tiendas de segunda mano, y que entiende como “obsequios que despiertan en mí destellos de inspiración”. “Son fotos de gente desconocida con historias ídem, que han caducado, sobre las que no tengo ningún control”. Ni tan así, claro, porque metiendo mano y pincel controla una narrativa diferente, alternativa, esta muchacha praguense, hábil en alterar material de antaño con toques de humor negro, conforme celebran algunas de las galerías del globo en las que ha expuesto.
Para prueba, su más reciente serie, deliciosamente oscura, evidentemente surrealista: Mushroom Dynasty, cuyo título es bastante explicativo. Fiel a su estilo, Paleckova propone un árbol genealógico imposible de personas-hongos, a razón de 90 personajes híbridos con variopinta personalidad, que crea a partir de pequeños retratos de estudio. “Hay muchos tipos de hongos, cada cual con sus propias características. Al igual que los humanos”, concede la muchacha sobre esta dinastía que pergeñó tras revisar un atlas de setas de sus antepasados. “Los checos somos reconocidos recolectores de hongos; es muy común que las familias se reúnan para salir a los bosques en su encuentro”, explica sobre su predilección por este ser vivo heterótrofo, carente de hojas y raíces, que se reproduce por esporas y vive parásito, en simbiosis o sobre materias orgánicas en descomposición, según anota la Real Academia Española. Entre sus muchas variedades (hay decenas de miles, la mayoría comestible, muy nutritiva), el portobello, el shiitake, las gírgolas, el champiñón; este último muy presente en la sopa nacional checa, la bramboračka, compuesta además de papa, zanahoria, entre otros ingredientes. Un plato que posiblemente no entusiasme a los personajes de Mushroom Dynasty. Comerlo sería ¿una forma de canibalismo?