Los poderosos clubes-estado y clubes-empresa de Europa acaban de poner de rodillas al empobrecido fútbol sudamericano. Con el pretexto de la pandemia y las cuarentenas forzaron la postergación de la fecha de las Eliminatorias que debía disputarse a fines de este mes. Además, dejaron muy en claro su oposición a seguir prestando sus jugadores a los Seleccionados nacionales y están a punto de demoler el formato de todos contra todos en dos ruedas que se viene aplicando desde 1996 y que esas instituciones no están dispuestas a seguir avalando.
La pelea es tan desigual que no llega a ser pelea. De un lado están las diez asociaciones nacionales que componen la Conmebol, proveedoras de materia prima (léase jugadores) a buen precio para el fútbol europeo. Y del otro, un listado de clubes omnímodos que, como Real Madrid, Barcelona, Atlético Madrid, París Saint Germain, Bayern Múnich, Inter, Manchester City, Liverpool y varios otros, manejan presupuestos monstruosos porque tienen el soporte de poderosas corporaciones o directamente, tal es el caso de PSG, el apoyo directo del estado de Qatar. Ponen mucho dinero para tener los mejores jugadores del mundo. Y perdieron las ganas de que nueve veces a lo largo de dos años y medio, crucen el Océano Atlántico para jugar un campeonato que no les aporta una moneda al corazón de su meganegocio.
Ni siquiera la intervención de la FIFA, de la cual dependen las Eliminatorias, ha ayudado a equilibrar la balanza. El presidente Gianni Infantino pudo conseguir la cesión de las estrellas para las jornadas de octubre y noviembre. Pero por razones políticas que lo enemistaron con Sudamérica, no creyó conveniente volver a intentarlo ahora. La posición de los clubes europeos es monolítica. Y encontró el aval de cotizados entrenadores como Pep Guardiola (Manchester City) y Jurgen Klopp (Liverpool) que tampoco quieren pasarse diez o quince días sin saber que es de la vida de sus jugadores. Y creen que ha llegado el tiempo de empezar a pensar maneras diferentes y más sencillas para que los Seleccionados de esta zona del planeta fútbol lleguen al Mundial de Qatar.
Conmebol carece de fuerza para imponer su posición por una razón muy sencilla: el dinero grande lo tienen los otros. Y esos otros se se sienten demasiado fuertes como para imponer su posición. Descartada la idea argentina de seguir jugando con los futbolistas de las ligas locales y de los equipos del continente, ahora lo único que se pretende es disputar las 14 fechas que faltan de Eliminatorias antes de marzo de 2022. Después se barajará y dará de nuevo. Si la pandemia afloja y sus efectos dejan de ser tan nocivos, tal vez para la Copa América de mitad de año en nuestro país y en Colombia puedan volver las superestrellas. Pero si la situación se agrava o al menos, no mejora, será complicado verlos correr otra vez a Lionel Messi, Neymar, Luis Suárez o a Arturo Vidal por las canchas de Sudamérica. El fervor y la pasión nacionalista que sustenta a los Mundiales le resulta indiferente a los megaclubes de Europa y sus patrones. Que ya no quieren que FIFA y Conmebol hagan negocios con el dinero que, a veces obscenamente, ellos ponen sobre la mesa.