Un elemento central de la dominación de tipo hegemónico es el persuadir a las mayorías de que no lo son; es decir, que crean que son solo una minoría de la ciudadanía. A la inversa, las minorías con poder logran presentarse como si fueran la mayoría, actúan conforme a la seguridad que ello les genera y, al mismo tiempo, consiguen convencer al resto de que es legítimo que así sea. Para ello cuentan con el control de casi todos los medios masivos de comunicación que, como decía Gramsci, moldean la llamada "opinión pública", incluso multiplicando artificialmente las voces que sustentan sus perspectivas. De este modo, pareciera que todos opinan lo que sostiene la minoría con más poder. Hoy en día se agregan las redes sociales, con algoritmos que priorizan la viralización de las posturas más radicalizadas (por la mayor cantidad de comentarios que reciben) independientemente de si sus planteos son ampliamente compartidos.
Una de las ventajas esenciales de los sistemas democráticos es que en las elecciones se equiparan los votos de todos los ciudadanos y las ciudadanas. Y esto suele dar un mentís a las ficciones construidas desde los medios y/o redes sociales. Tal vez el ejemplo más notable en la historia argentina fue la elección presidencial del 24 de febrero de 1946. Casi todos los medios estaban notoriamente inclinados por los candidatos de la "Unión Democrática", y jugaron fuertemente en crear un clima triunfalista entre sus seguidores. Incluso, algunos, al día siguiente celebraron su "triunfo". Como los sistemas de escrutinio eran muy lentos, los resultados tardaron varias semanas en ser contabilizados. Para la sorpresa de la "opinión pública", Juan Domingo Perón se impuso con el 52% de los votos, frente al 42% de la "Unión Democrática". Algo similar aconteció con el inesperado triunfo de Raúl Alfonsín en 1983, ganando por 11 % de ventaja al candidato del PJ.
La otra ventaja de los sistemas democráticos es que los políticos electos cuentan con una importante capacidad para instalar su propia discursividad en la arena pública y hablar con la legitimidad que le confiere la representación popular. De este modo, si mantienen un discurso claro, coherente y en sintonía con las opiniones de la mayoría, pueden colaborar en darle a esta mayoría conciencia de su situación de tal. La cuestión es recursiva (en un ida y vuelta entre sectores sociales y representantes, que está mediado por los canales que existen entre ambos) y es realmente compleja; tan solo no queríamos dejar de mencionarla, pues no todo está determinado por los medios masivos de comunicación.
Actualmente, además, contamos con encuestas de opinión que nos permiten conocer qué piensa la gente con cierta exactitud e, incluso, posibilitan que la ciudadanía conozca estas tendencias mayoritarias por encima de las falsas "mayorías" construidas en la sesgada "opinión pública" (lo cual no implica que las encuestas no puedan ser utilizadas para consolidar imágenes construidas en la misma "opinión pública"; en particular cuando se formulan preguntas a partir de la propia agenda mediática).
Imagínese como Presidente y que se empiecen a llenar las salas de terapia intensiva
En esta encuesta realizada sobre 1496 casos en CABA y PBA por SocPol UNQ se solicitó a los y las encuestados/as que se imaginaran en la situación de ser Presidentes, y se les planteó la siguiente situación: "en marzo aumentan mucho los casos de Covid y se empiezan a llenar las salas de terapia intensiva. Algunos de sus asesores científicos le proponen la primera medida (a), y otros la segunda (b), usted como Presidente ¿Cuál de estas propuestas haría? ¿O piensa que sería mejor hacer (c) o (d)?
Ni el grupo de edad, ni el género, ni el nivel educativo, ni la residencia (CABA o Provincia de Buenos Aires) presentan diferencias significativas en la respuesta a esta pregunta. Además, se encuentra alta consistencia entre estas respuestas y las de una pregunta similar ubicada en el otro extremo de la encuesta: cuál sería su postura, en el caso que el gobierno decidiera poner nuevamente restricciones, como las del mes de abril del año pasado, ante una segunda ola de contagios de Covid-19 (reparar que aquí no se menciona el dramatismo que implica que las unidades de terapia intensiva comiencen a colapsar). Un 55% estaría de acuerdo con restricciones como las de abril del año pasado, un 35% no estaría de acuerdo, pero las respetaría, y solo un 10% dice que no las respetaría.
¿Y cómo reaccionaría la ciudadanía a mi decisión presidencial?
Regresando a la ficción de que se imaginen como Presidente, a continuación, se preguntó cómo piensa que reaccionaría la gente frente a cada decisión. Entre el 63% que decretaría medidas de cuarentena, solo la mitad piensa que la mayoría apoyaría estas medidas. Si tenemos en cuenta que casi dos tercios escogen implementar cuarentenas, resulta claro que esta mitad tiene una percepción acertada en términos de que la mayoría estaría de acuerdo con estas medidas. Pero, la otra mitad de los que decretarían cuarentenas, tal vez distorsionada su percepción por las imágenes que se difunden en la opinión pública, cree que todos le tendrían bronca o incluso se generarían demasiadas protestas que impedirían su cumplimiento.
Como se ve en el detalle del gráfico 2, quienes piensan que tendrían apoyos mayoritarios (el 50%) se divide entre un grupo pequeño que cree que todos respetarían las medidas (14%) y uno mayor (36%) que cree que una minoría le tendría bronca. En la otra mitad, el 31% cree que la mayoría respetaría la cuarentena por miedo pero que casi todos le tendrían bronca y un 19% piensa directamente que habría demasiadas protestas y que ello impediría aplicar las medidas que cree que se deberían implementar. Es cierto que situaciones como las de Formosa iluminan un tercer camino aun no explorado: que las protestas fueran desarrolladas por una minoría pero que ello impidiera la aplicación de las medidas mayoritarias.
Por el contrario, entre el 38% que no decretaría cuarentenas frente a la segunda ola y la situación de que las terapias intensivas se empezasen a llenar (opciones c o d), la enorme mayoría (83%) tiene una confianza distorsionada en que casi todos acompañarían su posición. Como vemos en el gráfico 3, un 66% cree que "la mayoría acompañaría estas medidas porque están hartos de las restricciones impuestas por el Estado", y otro 17% se suma a esta convicción con la idea que "la mayoría acompañaría, pero habría una minoría que le juntaría mucha bronca porque no los estaría cuidando como Presidente". En cambio, apenas un magro 17% piensa que "la mayoría juntaría mucha bronca porque no los estaría cuidando".
Resulta notoria la confianza que han logrado construir en la minoría intensa que no quiere que se implementen políticas más activas para mitigar las dramáticas situaciones que generaría una posible segunda ola: ellos/as creen que habría una mayoría (inexistente según lo que la propia encuesta muestra) que apoyaría esta política de baja o nula acción estatal frente a terapias intensivas que se van llenando. Esta situación es particularmente riesgosa, por dos motivos. En primer lugar, porque esta minoría (que además cuenta con mayor poder económico y mediático) al considerarse como una mayoría puede actuar como si tuviera legitimidad democrática para imponer su punto de vista sobre el conjunto de la sociedad, cuando es exactamente al revés. Y, en segundo lugar, lamentablemente este punto de vista es uno despreocupado del cuidado de la salud y la vida del conjunto de los/as argentinos/as, y ha jugado un rol central en impedir aplicar el principio precautorio que apunta a la eliminación de la circulación del virus, que sí han logrado otros países.
En contraste, a la mitad de esa mayoría que sí quiere que hubiera una fuerte acción estatal para evitar el colapso sanitario, la han convencido de que son una minoría y que casi todos se opondrían a posibles nuevas cuarentenas. Ello lleva a que consideren, sin constatación con las opiniones empíricas concretas, que resultan “inviables” las medidas que creen más adecuadas.
Queda el desafío sobre cómo contribuir a desarrollar formas de conocimiento y de comunicación que permitan a las mayorías populares ser más conscientes de los acuerdos que en general poseen y que, muchas veces, no logran compartir. Un discurso más claro y enérgico desde el propio gobierno nacional posiblemente contribuiría a generar más autoconfianza en las mayorías que apoyan las políticas de cuidado que se implementan y que podrían tener que extremarse antes de que la vacunación alcance al nivel suficiente para protegernos a todos y todas.
Ficha técnica de la encuesta:
• Fecha de relevamiento: del 23 al 28 de febrero de 2021.
• Universo: población mayor de 18 años, residentes en la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
• Alcance del relevamiento: Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de la Provincia de Buenos Aires.
• Diseño muestral. Captura de casos a través de publicidad en Redes Sociales (Facebook e Instagram), segmentada proporcionalmente por género, edad y partido/jurisdicción. En provincia se relevaron todos los partidos del Gran Buenos Aires, los tres grandes aglomerados urbanos (Gran La Plata, Gran Mar del Plata y Gran Bahía Blanca) y 15 partidos del resto de la provincia.
• Tamaño de la muestra: 1.496 casos (351 en CABA y 1.145 casos en la Provincia de Buenos Aires).
• Cantidad de preguntas: 39.
Realizado por SocPol - UNQ (Instituto de Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea de la Universidad Nacional de Quilmes). Más informes en www.socpol.ar