El presidente paraguayo Mario Abdo Benítez tomó juramento este miércoles a los nuevos ministros de Educación y de la Mujer en un nuevo intento por frenar la crisis que atraviesa su gobierno, jaqueado por una fallida estrategia frente a la pandemia de coronavirus. En paralelo, las manifestaciones se repitieron en el país por sexto día consecutivo. "Este gobierno ha sido muy malo desde el principio, y la gente hace rato quería movilizarse pero no podía hacerlo por la pandemia. Las dos gotas que hicieron rebalsar el vaso fueron la vacuna que nunca llega y los medicamentos que tienen que comprarse los familiares de enfermos de covid-19, porque en los hospitales no se consiguen", aseguró en diálogo con Página/12 el politólogo Marcello Lachi.
Este miércoles Juan Manuel Brunetti asumió la titularidad de la cartera educativa en reemplazo de Eduardo Petta, que dejó una gestión muy criticada por sindicatos, docentes y estudiantes. Brunetti es vicepresidente de la Asociación de Universidades Privadas del Paraguay. "El anterior ministro era un incompetente, pero en su lugar Abdo pone a un tipo que no está muy lejos. Terminó siendo el único que le dijo que sí, lo que da una muestra de la crisis que atraviesa su gestión", advirtió Lachi al respecto.
En tanto Celina Esther Lezcano, que proviene del sector gremial y dijo no estar afiliada a ningún partido político, ocupará el cargo dejado por Nilda Romero, antigua militante del conservador Partido Colorado. La renuncia de Romero fue exigida a fines de febrero por colectivos feministas que la consideraron incapaz ante un aumento de los femicidios en el país.
Este miércoles las manifestaciones pacíficas convocaban a participar de un "libelo acusatorio ciudadano contra el presidente Mario Abdo Benítez y su vicepresidente Hugo Velázquez". La convocatoria virtual invitaba a la población a acercar sus críticas al gobierno paraguayo a partir de las 18 horas frente al Congreso Nacional de Asunción. El martes, en el quinto día consecutivo de protestas frente a la residencia presidencial, Abdo completó los primeros cambios de su gabinete y le tomó juramento a Julio Borba como ministro de Salud.
Sin un liderazgo claro y motorizadas por distintos sectores, las movilizaciones no se detienen en Paraguay bajo la consigna "Hasta que se vaya Marito", nombre con el que se conoce popularmente al mandatario de 47 años porque su padre, secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, también se llamaba Mario.
El país declaró la alerta roja sanitaria ante el aumento de casos y la fragilidad de la estructura sanitaria. Poco parece haber quedado del país que supo ser ejemplo en la región por su rápida reacción frente a la pandemia.
"La única cosa que puede apuntarse como un mínimo de éxito en este gobierno fue haber interpretado la gravedad de la pandemia sobre todo considerando que Paraguay tiene un sistema de salud muy escaso. Hasta hace poco los paraguayos viajaban a Argentina a curarse", remarcó Lachi. "El ministro de Salud convenció al presidente de cerrar todo e implantar una cuarentena fuerte. Y eso funcionó", manifestó el doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Siena.
El ciclo fue virtuoso hasta que empezaron a llover denuncias por corrupción. "Paraguay tomó 1.600 millones de dolares y la mitad de esa plata tenía que ir a salud para mejorar el sistema de terapia intensiva, comprar respiradores, etc. Pero enseguida se comprobó que se estaban comprando cosas que no servían, se sobrefacturaba, y ese combo debilitó la imagen de la cartera de Salud", reconoció Lachi.
Hasta ahora Paraguay recibió apenas 4 mil dosis de la Sputnik V para inocular a 2 mil trabajadores de primera línea en la lucha contra el coronavirus. Además cuenta con otras 20 mil unidades de CoronaVac donadas por el gobierno chileno. El país sudamericano está en la cola de la región en la campaña de inmunización, y el pueblo se lo hace saber en las calles a un gobierno que no para de tropezar.