El nombramiento de Janet Yellen como secretaria del Tesoro, equivalente a ser ministro de Economía, del gobierno de Joe Biden, constituye un cambio significativo en el perfil de ese cargo clave de los últimos años en los Estados Unidos.
Es una economista de perfil académico especialista en problemas económicos del trabajo y ha escrito numerosos artículos con su esposo, el premio nobel de Economía George Akerlof, y trabajado con Stiglitz y Shapiro.
En este sentido se ubica en la línea teórica de los nuevos keynesianos. Además puede ufanarse de ser una experta del sistema bancario estadounidense y mundial. Por su gran experiencia en los problemas bancarios y monetarios había sido nombrada por Barack Obama como presidenta de la Reserva Federal (la banca central de Estados Unidos) luego del segundo mandato de Ben Bernanke, donde continuó en la línea de incrementar la oferta monetaria y mantener bajas las tasas interés que llegaron durante su mandato a niveles reales negativos.
Desde hace más de dos décadas ha ocupado numerosos cargos en la administración estadounidense y fue ella quien sucedió a Joseph Stiglitz como jefa del Consejo de los consejeros económicos de Bill Clinton.
En los medios académicos fue profesora en la Universidad de Berkeley y se le debe un aporte importante en el análisis de los desequilibrios en el mercado laboral. Este es concebido como una trama de relaciones complejas entre los patrones y los trabajadores y no un par de curvas, de oferta y de demanda, que se cruzan para determinar el salario como los exponen los economistas ortodoxos.
Robert Solow había afirmado a principios de los años '80 que el laboral no es un mercado, sino que es una institución social que tiene un funcionamiento particular con sus leyes específicas y sindicatos.
Janet Yellen expuso en términos más específicos lo que denominó el salario de eficiencia, que explica por qué cuando existe un determinado nivel de desempleo los salarios, como lo señalaba Keynes, no bajan. Y señaló también por qué los patrones no despiden a los trabajadores y emplean otros que están desempleados y que desearían trabajar por salarios más bajos.
Dicho de otra manera, muchos salarios son superiores a los que, según la teoría ortodoxa, deberían ser por el “libre juego de la oferta y la demanda” en la hipótesis del modelo de competencia perfecta.
En este sentido, se invierte la hipótesis de la teoría ortodoxa en la cual el salario depende de la productividad y se puede entender que la productividad aumenta cuando se incrementa el salario.
Es debido a esto que un patrón puede elegir pagar salarios superiores a los del mercado de trabajo para retener en su empresa la mano de obra más productiva y también disminuir el costo del turnover (rotación), que la teoría ortodoxa supone igual a cero.
En cuanto a los problemas macroeconómicos, Yanet Yellen ha expresado, en diferentes ocasiones, que no existen perspectivas inflacionistas a mediano plazo, razón por la cual tratará de llevar adelante una política de expansión de la demanda con un aumento de los salarios y buscará devaluar el dólar. La moneda estadounidense se ha apreciado 15 por ciento con respecto al euro desde el inicio de la pandemia covid-19, lo que encarece las exportaciones.
Yellen es una convencida de la necesidad de denunciar las ayudas del Estado chino a las exportaciones e impedir las trasferencias tecnológicas al gigante asiático, además de limitar las importaciones de productos agrícolas que compitan con las producciones locales.
Esto no augura una evolución satisfactoria del pensamiento de la administración Biden para que las exportaciones argentinas se vean favorecidas a corto plazo en el mercado de Estados Unidos.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019.