Ya lo había dicho el propio Mauricio Pochettino, el entrenador argentino que conduce los hilos tácticos y técnicos del París Saint Germain: "Sabemos que vamos a sufrir porque Barcelona es un gran equipo". Y sí, lo que sucedió este miércoles en París le dio la razón al santafesino, aun cuando el conjunto capitaneado por Lionel Messi no logró la hazaña de revertir el 1-4 sufrido en el Camp Nou y apenas consiguió un 1-1 que lo dejó eliminado de la Champions League, por la vuelta de los octavos de final.
El primer tiempo inició con un asedio constante del equipo de Ronald Koeman hacia el área de los franceses, que obligó a intervenciones protagónicas del costarricense Keylor Navas. Y sin embargo, en medio de ese acecho constante del equipo del astro rosarino, llegó el gol que le dio tranquilidad al PSG. A la media hora de juego, Kylian Mbappé puso de penal el 1-0 y estiró la ventaja a cuatro goles, una odisea aún mayor para el Barca.
Pero a los 37 minutos, Messi sacó de su botín de mago una maravilla para que los fieles culés tuvieran con qué seguir esperanzándose: el argentino sacó un potente zurdazo, desde lejos, que se fue a clavar como un misil en las alturas del arco custodiado por Navas.
El argentino tuvo en sus pies la posibilidad de irse al vestuario, finalizado el primer tiempo, con una distancia más amigable para soñar con meterse entre los ocho mejores equipos de Europa. Fue luego de que una falta sobre Antoine Griezmann, en el área, le entregara un penal favorable a los blaugranas. Pero cuando el rosarino entregó un disparo fuerte pero previsible, el arquero del PSG voló atento y atajó el remate. La pelota pegó en el palo antes de alejar por completo el peligro de gol.
Lo que hubiera sido un golpe merecido y fuerte para los dirigidos por Pochettino al final de la parte inicial, apenas permitió vislumbrar la escena que dominaría el complemento. La notoriedad de Navas como la gran figura del elenco parisino -que, en la segunda parte, enhebró su primera jugada ofensiva a los 82 minutos-, responsable también en los últimos 45 minutos de impedirle al Barcelona poner en riesgo la clasificación.
Las más claras de la segunda parte en el Parque de los Príncipes fueron para el conjunto catalán. A los 60, Marquinhos se lució al tapar justo a tiempo un remate de Messi en la puerta del área chica, cuando salía ya disparado contra la valla de Navas. Tan sólo ocho minutos después, apareció Navas otra vez, a puro reflejo, para alejar una pelota que se le colaba por el primer palo.
Esta vez no hubo remontada histórica como en el 2017, cuando la revancha terminó 6-1 a favor de los catalanes. Porque el 1-1 fue el marcador definitivo de la historia en París, tan cuidado por los de Pochettino como mezquino para describir lo hecho por los capitaneados por Messi. Pero es, al fin y al cabo, el número que importa, ese que acabó con la ilusión del Barcelona de seguir en la competencia que más le importa.
Por su parte, en el estadio Puskás Arena de Budapest, Hungría, por la otra llave de cuartos definida este miércoles, el Liverpool venció al Leipzig de Alemania por 2-0, el mismo marcador que había concretado en la ida. Con goles de Salah y Mané a los 70 y 74 minutos, respectivamente, los ingleses definieron con soltura su serie para meterse en los cuartos de final de la Champions League, donde ya esperan el Porto, que eliminó a Juventus, y el Borussia Dortmund, que dejó en el camino a Sevilla.