"Trabajadores de Alabama -y de todos los Estados Unidos- están votando si organizar un sindicato en su lugar de trabajo. Es una elección vitalmente importante, una que debería ser realizada sin intimidaciones o amenazas de sus empleadores. Cada trabajador debería tener la posibilidad libre y justa de sumarse a un sindicato", escribió Joe Biden, el presidente de Estados Unidos en un inesperado tuit lanzado a fines de febrero.
En el video que lo acompaña, explica: "Hace mucho tiempo que digo que los Estados Unidos no fueron construidos por Wall Street; fueron construidos por la clase media. Y los sindicatos construyeron la clase media".
¿De qué habla este mensaje presidencial? ¿Qué lecturas permite en un país con una tasa de sindicalización en el sector privado de sólo el 6,3 por ciento en 2020, casi un sexto que en 1953?
Con ese tuit, Biden intervino en favor de los trabajadores de un depósito de Amazon en Bessemer, un pueblo de Alabama de cerca de 150.000 habitantes. En marzo de 2019 se inauguró el BHM1 y pocos meses más tarde un grupo de trabajadores contactó al sindicato de comercio (Retail, Wholesale and Department Store Union). Estaban cansados, sobre todo, de la vigilancia exhaustiva de su productividad, de los cambios constantes en las condiciones de trabajo y de la persecución a quienes protestaban.
Para comprender qué es lo que se juega en esta iniciativa, es necesario recapitular un poco.
Prontuario cargado
Los antecedentes de Amazon en la lucha contra la organización de los "Amazonians", como los llama, es conocida. En 2019 la agencia de detectives Pinkerton subcontrató a la firma española Castor & Polux, en la que trabajan expolicías, para que siguiera a los trabajadores de transporte en Cataluña, quienes estaban planeando una huelga.
Según un informe filtrado, los trabajadores fueron seguidos y fotografiados el 30 de octubre de ese año durante la huelga en la puerta de la planta. En él constan detalles como el interés por reconocer a los periodistas que cubrían la jornada. Amazon negó haberle encargado esa tarea a Pinkerton.
A fines del año pasado la revista Vice publicó más de veinte reportes internos de Amazon de 2019. Allí se detallaba el monitoreo permanente sobre los intentos de trabajadores europeos por organizarse.
En 2018 también se filtró un video para los "Líderes de equipo", como llama a los capataces, de Whole Foods, una comercializadora de verduras que acababa de comprar. El video explica: "No creemos que los sindicatos estén al servicio de nuestros clientes, nuestros accionistas y, sobre todo, nuestros asociados [...] Cuando perdemos el foco de las áreas críticas ponemos en peligro la seguridad laboral de todos: la tuya, la mía y la de los asociados".
Una de las partes del video está dedicado a las "señales de alarma" para reconocer tempranamente "la falta de compromiso de un asociado, vulnerabilidad frente a la organización o actividades organizativas tempranas". Algunas señales a tener en cuenta son el uso de la expresión "salario vital", la distribución de panfletos, el uso de remeras, gorras o camperas de sindicatos, las repentinas amistades entre compañeros que antes no se hablaban o un interés especial en políticas laborales, beneficios o información sobre la compañía.
Escándalos
En 2020 el Consejo Nacional de Relaciones Laborales (National Labor Relations Board) falló de manera que un empleado había sido injustamente despedido por organizar mejoras en las condiciones sanitarias de la planta durante la pandemia. La lista sigue.
Los trabajadores de los depósitos de la empresa sufren un monitoreo constante en su actividad gracias a un escáner que los guía por medio de los gigantescos depósitos por los que caminan decenas de kilómetros diarios. El seguimiento es exhaustivo y permite saber con precisión la ubicación de cada trabajador así como su productividad exacta.
Los "Amazonians" se quejan desde hace años por las condiciones pese a que algunos reconocen que el sueldo básico actual de 15 dólares por hora es relativamente alto para una pequeña ciudad donde el trabajo es escaso.
Intentos anteriores de organización sindical no se concretaron, como ocurrió en 2014 cuando una mayoría de trabajadores del sector técnico en Delaware votaron en contra.
Ahora la mirada de la sociedad sobre las grandes tecnológicas es distinta gracias a una sucesión de escándalos. La reciente investigación por prácticas monopólicas de Amazon, Google, Facebook y Apple ha aportado lo suyo, al igual que las campañas internacionales como "Make Amazon Pay" que piden que la empresa termine con la evasión fiscal, el daño ambiental y la explotación de trabajadores.
Elecciones
En los Estados Unidos es necesario tener la mayoría en un establecimiento para sumarse a un sindicato. En la planta de Bessemer, donde trabajan 5800 personas (sobre todo de la comunidad negra o latina) la organización llevó varios meses. Para convencer a los empleados de organizarse sindicalmente realizaron una intensa campaña en el semáforo ubicado a la salida del establecimiento.
Algunos de los militantes que se acercaban a las ventanillas de los autos, frecuentemente rodeados de nieve, eran trabajadores de las plantas avícolas vecinas quienes tuvieron un rol muy activo denunciando la llegada de la covid-19 a sus empresas. Cuando fueron contactados por los Amazonians, decidieron ayudarlos pero con un perfil bajo a diferencia de lo ocurrido en casos anteriores en los que terminaron fracasando.
Algunos de los militantes fueron amenazados por el personal de seguridad de la empresa. Cunado consiguieron las 2000 firmas necesarias las presentaron al Consejo Nacional de Relaciones de Trabajo (National Labor Relations Board) para que habilitara el plebiscito.
Amazon respondió de diversas maneras. Primero intentó que la votación fuera en persona y en un solo día. Luego pidió que se postergara la elección debido a un aumento en los casos de covid-19. Ninguna de sus apelaciones funcionó y la elección se inició por correo. El conteo final se realizará el 30 de marzo.
Contraataque
Resignado a que se realizara la votación, Amazon profundizó su campaña para convencer a los empleados de que la sindicalización iba en contra de sus intereses. Para ello comenzó a utilizar carteles en la empresa, mensajes de texto en redes sociales, reuniones "informativas", videos y el sitio web doitwithoutdues.com (traducible como "háganlo sin los aportes").
El principal argumento, difundido en esa página web y con títulos catástrofe, son las elevadas contribuciones sindicales que, aseguran, deberán hacer los empleados. El visitante es recibido por la imagen de un feliz empleado negro con el pulgar levantado sobre el que se imprime el mensaje: "Ey hacedores (doers) de BHM1, ¿por qué pagar 500 dólares en aportes? Te tenemos cubierto con altos salarios, seguro de salud, visión y beneficios odontológicos y también con un comité de seguridad y un sistema de apelaciones. Hay tanto MÁS que podés hacer por tu carrera y tu familia sin pagar aportes sindicales".
Una pequeña llamada más abajo aclara que los beneficios mencionados son sólo para los trabajadores de tiempo completo. Más abajo, nuevamente en letras gigantes, recomienda: "No pagues por lo que no conocés".
La empresa explota la idea de la meritocracia, es decir, que cada uno recibirá lo que merece: solo hay que esforzarse; las condiciones estructurales son irrelevantes.
Así las cosas, los trabajadores deberán decidir si quieren ser "hacedores" (doers) o apoyar a los sindicalistas que, según se puede interpretar por la disyuntiva, no "hacen". También avisa a los trabajadores que votaron sin conocimiento "suficiente" que pueden exigir que les devuelvan su voto.
La corporación contrató al republicano Harry Johnson, exmiembro del Consejo Nacional de Relaciones Laborales, para que los representara en el caso.
Cifras
Amazon es el segundo mayor empleador de los Estados Unidos. Sólo entre enero y octubre de 2020 contrató a más de 400.000 empleados para afrontar la demanda durante la pandemia, record de posguerra.
En 2020 facturó 386.000 millones de dólares, 38 por ciento más que el año anterior, y los ingresos netos sumaron 21.000 millones.
El mayor problema para Amazon es que, a diferencia de lo que ocurre con otras empresas puramente tecnológicas, el grueso de su negocio aún debe lidiar con la materia: paquetes, envíos, depósitos y, sobre todo, muchos empleados.
Si bien sus áreas de servicios en la nube, streaming o publicidad online crecen, no generan como su servicio de comercio electrónico que creció por la pandemia, pero también gracias a prácticas reñidas con la competencia y a los efectos de red. Es por eso que en este nuevo intento de organización laboral la empresa se juega un antecedente que puede afectar la correlación de fuerzas con sus más de 1,2 millones de empleados en el mundo.
Clima social
El desafío es grande para Amazon, pese a su tamaño y poder, debido a un clima social que no lo ayuda. Hace tiempo que las grandes empresas tecnológicas perdieron su aura de juventud bienintencionada e iniciaron una transición que los acerca al histórico comportamiento predador de las grandes corporaciones cuyo objetivo principal es ganar todo el dinero posible ignorando los efectos colaterales de su modelo de negocios.
A esto, se suma el contexto particular de Estados Unidos, donde el nuevo presidente debe seducir a los votantes de Donald Trump, muchos de ellos de una clase trabajadora enojada por el abandono histórico que sufrieron, tanto durante gobiernos demócratas como republicanos, en favor de Wall Street.
Como explicó Erik Loomis, un profesor de historia de la Universidad de Rhode Island, el mensaje del presidente Biden "básicamente no tiene precedentes en la historia estadounidense. Ni siquiera Franklin Roosevelt intervino en su momento en una elección sindical con una declaración para un grupo particular de trabajadores".
El mensaje presidencial se sumó a una ola de apoyos de estrellas conocidas del fútbol americano, de políticos como Bernie Sanders y también de actores como Danny Glover, quien viajó expresamente a Bessemer para una conferencia.
Existen múltiples señales sobre la preocupación del sistema político por el creciente peso económico, tecnológico, político y laboral de estas empresas que se encuentran, además, en el corazón de la disputa geopolítica con China.
A esto se suma la necesidad de los demócratas de recuperar a la clase trabajadora favoreciendo un giro copernicano en la posición del gobierno sobre la sindicalización en un país que históricamente tendió a considerarla como un cepo para la mano invisible del mercado. Nada más, nada menos, se pone en juego en la votación de un pequeño depósito de los Estados Unidos.