Tras un año y un mes cerrado debido, en principio, a refacciones, y posteriormente por la pandemia del Coronavirus, ayer jueves por la noche quedó formalmente inaugurado el nuevo Cine Gaumont, administrado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Lo de nuevo no es un eufemismo: podía verse un hall completamente renovado, con los mármoles originales pulidos y las luminarias nuevas de todo el cine brillando como hacía mucho tiempo no lo hacían. Estas modificaciones y muchas más que Página/12 contó sobre la remodelación de la principal pantalla de cine argentino fue parte de una obra que insumió 50 millones de pesos y que convierten al Gaumont en un cine no sólo económicamente accesible para el público sino también en un complejo con tres salas que tienen todas las comodidades y el equipamiento indispensable para ver cine nacional en las mejores condiciones.
La reapertura del Gaumont contó con la presencia del ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer; su par de la Ciudad, Enrique Avogadro; el presidente del Incaa, Luis Puenzo, otras autoridades e invitados que no superaron las 180 localidades disponibles ya que el aforo permitido de acuerdo al protocolo es del 30 por ciento de la capacidad de la Sala principal, bautizada desde ayer “Leonardo Favio”. La película elegida para la reapertura funcionó a modo de homenaje al cumplirse ayer los cien años del nacimiento del gran Astor Piazzolla. Se trató de Piazzolla: los años del tiburón, documental de Daniel Rosenfeld –que también estuvo presente en el Gaumont y haló brevemente-, con el que el cineasta rindió tributo al recordado músico marplatense.
Luego de celebrar que se reabra esta “Casa del cine argentino”, Bauer destacó la figura de Astor Piazzolla (“su música se sigue escuchando no sólo en la Argentina sino en el mundo”, afirmó) y también se refirió a la importancia que tuvo Piazzolla para la cultura argentina, en general, y su gran aporte al cine nacional. En ese momento, el ministro también valoró la película Piazzolla: los años del tiburón, que se proyectó posteriormente y felicitó a su director, Daniel Rosenfeld, destacando “una vez más la importancia del cine para reflexionar, para revivir”.
Bauer celebró que las tres salas del Gaumont se hayan bautizado ahora “Leonardo Favio”, “María Luisa Bemberg” y “Fernando Birri” por la dimensión de lo que cada uno de los tres significó para el cine argentino y latinoamericano. También se refirió a la impronta que dejó Bemberg, y a la amistad que él mantuvo con Favio y Birri. Y sus recuerdos sobrevolaron las nutridas charlas que sostuvo en la mítica Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), considerada una de las instituciones más importantes de su tipo en el mundo. Vale destacar que la EICTV fue fundada el 15 de diciembre de 1986 y sus creadores fueron el gran escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez –a quien Bauer también mencionó-, Birri, y el realizador y teórico cubano Julio García Espinosa, quienes buscaban la instauración de una escuela de cine para estudiantes de América Latina, África y Asia.
“Es un momento duro, pero estoy seguro que el cine va a salir fortalecido”, expresó Bauer. “Hemos dado un paso, y de la mano de la vacunación el horizonte de esperanza está más cercano. Estos momentos nos ayudan a construir un tiempo de mayor solidaridad”, completó Bauer.
Puenzo señaló que estaba presente Liliana Mazure, a quien le agradeció ya que durante su gestión “se compró este cine". Luego brindó la información de películas que van a funcionar como bautismo de las salas. Este viernes se proyectará la opera prima de Favio, Crónica de un niño solo, y la segunda película de María Luisa Bemberg, Señora de nadie. El sábado en homenaje a Birri, se podrá ver su primer corto documental, Tire dié y el documental Birrilata, una vuelta en tren, de Lorena Yenni. "Quiero recordar con el nombre de Fernando Birri a dos escuelas emblemáticas, una en la Argentina, la Escuela de Cine del Litoral, y como correlato la Escuela de San Antonio de los Baños. Esas dos escuelas sentaron la base de gran parte del cine latinoamericano”, expresó Puenzo. “Habla por sí solo cómo está renaciendo esta casa, esta complejo, a través de lo que se va a ver y cómo se va a ver”, concluyó el presidente del Incaa.
El Gaumont tiene una rica historia, parte de la cual sobrevoló ayer. Fue fundado en 1912 con el nombre de Cinematógrafo de la Plaza del Congreso, pero pronto cambió su nombre en homenaje a Léon Gaumont, inventor e industrial francés y uno de los pioneros de la industria del cine. En 1946 se renovó el edificio de estilo racionalista. En 1956, la cabina de proyección fue modificada para adaptarla al nuevo sistema de pantalla ancha Cinemascope, y dos años después se presentó el sistema Cinerama. En 1995, fue remodelado para aumentar su capacidad y se lo dividió en tres salas. En 2003, el Incaa alquiló el Gaumont a sus propietarios, y lo transformó en el Espacio Incaa Km 0. En abril de 2012, se anunció que los propietarios del edificio no renovarían el contrato de alquiler al Incaa, que vencería al año siguiente, para luego vender el cine con el objetivo de demolerlo y construir un emprendimiento inmobiliario.
A los pocos días, el entonces legislador porteño Juan Cabandié presentó el proyecto para proteger al Gaumont, apoyado por el Incaa y un repertorio de figuras como Graciela Borges, Luis Puenzo y Pablo Echarri. Finalmente, el 6 de julio de ese año, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó la ley de protección estructural del edificio. En enero de 2013, el Gaumont fue comprado por el Incaa. Con el tiempo y el esfuerzo de los trabajadores del Instituto, el Gaumont se convirtió en la “Casa del cine argentino” recibiendo todos los días a centenares de aficionados del séptimo arte que disfrutan de su variada programación.