Esta columna propone ir transitando con los lectores algunos de los senderos que posibilitan u obstruyen ciertos deseos, pensándolos desde los límites que impone, en lo real, la arquitectura social que toca vivir hoy en Catamarca. Para comenzar este viaje arqueológico, expondré algunas de las ideas centrales de un artículo que publiqué en la revista “Voces en el Fénix.” Hacia un Nuevo Acuerdo Social. (Año 9 Número 79, noviembre 2019)

Punto de partida: una metáfora

Los caminos del deseo se pueden pensar como pasajes pelados por el paso de los hombres y animales por fuera de los trazados preconcebidos. Muchos caminos actuales, comenzaron siguiendo esas huellas. Y así como en las plazas, en las montañas, o entre los márgenes de las carreteras, se dibujan nuevos caminos, en lo social van apareciendo nuevos emergentes como el feminismo, la lucha ambientalista, la economía popular, las nuevas identidades de género, etc. No tenerlos en cuenta, es añorar un deseo estático.

De lo pre-existente hacia lo nuevo

Si pensamos en edificar algo nuevo, debemos analizar los cimientos de lo pre-existente. No es posible construir en terrenos movedizos y, mucho más peligroso, caer en ingenuidades. El empuje para crear o ampliar se topa, en lo real, con intereses colectivos e individuales. Para el juego de lo social, no da lo mismo un tablero que otro.

La posibilidad del sujeto de representarse a sí mismo en un lugar y tiempo determinado buscando realizar sus proyectos se despliega dentro de un diseño socio-político-económico-cultural-mitológico-jurídico-etc, que lo antecede.

Márgenes de poder por donde transcurre el deseo

Los asuntos sociales están ordenados en lo político por las leyes de la Constitución y por la fuerza represiva pública. En lo económico, por las reglas del mercado. Sin embargo, no está de más decir, que siempre se pueden generar artilugios para ir más allá de lo establecido.

La democracia representativa, limita la toma de decisiones del ciudadano común, por lo general, al voto. El capitalismo, a la posibilidad de tener, comprar, dependiendo del capital acumulado. El capital social, al tipo de relaciones vinculares de quienes ocupan diferentes espacios en la polis.

Los caminos del deseo y la ley

Si de cada uno dependiera, intentaríamos que todos nuestros sueños y aspiraciones se concretasen. Probablemente lo justificaríamos de alguna manera.

No siendo todos a la vez posibles, se impondrá alguna jerarquía. El destino menos buscado para resolver estas cuestiones sería la violencia.

Como dice Freud en “Por qué la Guerra”, al contestar las inquietudes de Einstein, “Derecho y Fuerza son hoy para nosotros antagónicos, pero no es difícil demostrar que el primero surgió de la segunda (…). En principio, los conflictos de intereses entre los hombres se solucionaron mediante el recurso de la fuerza. Así sucede en todo el reino animal, del cual el hombre no habría de excluirse. (…) La mayor fuerza muscular era la que decidía (…). Al poco tiempo la fuerza muscular fue sustituida por la herramienta. (…) Con la invención de las armas, la superioridad intelectual ya comienza a ocupar la plaza de la fuerza bruta (…). Sabemos que este régimen se modificó gradualmente y en algún camino condujo al derecho: pero ¿cuál fue el camino? (…) ya no es el poderío de un individuo que se impone, sino de un grupo de individuos (…) la unidad del grupo ha de ser permanente”.

Un pasaje simple bastante acotado, pero que nos servirá para pensar algunas perspectivas. Sobre todo para andar con cuidados. El viejo maestro, en el breve interregno de las dos guerras más sangrientas que produjo la humanidad arrastrada por la política imperial, cientificista, tecnológica y por la arquitectura social europea, nos advirtió que, si bien la Ley es una forma de evitar la violencia, en sus raíces, en su génesis, se agazapa la guerra.

Transitando un camino local

Si queremos conocer bien los paisajes de estos lugares, antes de acceder a los caminos accesorios, debemos transitar las huellas de algunos principales. Las carreteras conocidas ostentan la virtud de guiarnos y ser puntos referenciales. No queremos estar perdidos entre las malezas.

Ni bien procedemos arrancar nuestro auto, nos topamos con una patente, artículo 142, que obtura la salida. Sin embargo, no nos asustemos. Es un problema pequeño, minúsculo, en el sentido de que afecta a una minoría con aspiraciones políticas. Pero, es considerable, porque grafica una de las estructuras que encauzan el deseo en Catamarca. Dice este artículo 142 de la Constitución de la Provincia de Catamarca vigente: “Al tomar posesión del cargo, el Gobernador y el Vice-Gobernador presentarán juramento ante el Presidente de la Asamblea Legislativa en los términos siguientes: Juro por Dios, la Patria y por el Pueblo de mi Provincia, sobre estos Santos Evangelios, observar y hacer observar la Constitución de la Provincia, desempeñando con lealtad y honradez el cargo de Gobernador (o Vicegobernador). Si así no lo hiciere, Dios, la Patria y el Pueblo de mi Provincia me lo demanden”.

Por un lado, un duro rebote de pelota de goma en la cara para aquellos no católicos que aspiren conducir el Pueblo de Catamarca. Por el otro, vislumbramos el valor de una de las piezas estructurantes de la Arqueología Social de poder, que habilita o inhabilita la posibilidad de circulación del deseo por estos lugares.

*Psicólogo.