Desde Santa Fe
“Acá falta la voz de mi mamá, pero estamos nosotras”, dijo Florencia, la hija de Ana María Cámara. Era el final de un homenaje del Colectivo de la Memoria a luchadoras contra la dictadura: Silvia Suppo, Alicia López, María Georgina Cubas y la propia Ana María. “Compañeras que atravesaron la comisaría 4ª, el centro clandestino de detención y torturas” que el gobierno de Omar Perotti convirtió en espacio de la memoria. Una cárcel del odio a las mujeres, donde la sala de torturas estaba al lado del despacho del comisario, en el patio se escuchaba el recreo de la escuela de enfrente y los grupos de tareas operaban a la luz del barrio. Por allí pasaron cientos de militantes políticos, pero el “ensañamiento” de los verdugos fue “especial con las mujeres”, dijo la secretaria de Derechos Humanos de la provincia Lucila Puyol, al recordar sus investigaciones como abogada querellante en los juicios de lesa humanidad. El fiscal del Tribunal Oral de Santa Fe, Martín Suárez Faisal –que envió un mensaje-, también se preguntó por la “crueldad” y el ataque de los represores “a esos cuerpos, que transformaron en vehículo de su odio”. “Usaron sobre ellas el terrorismo de Estado porque en verdad lo que los aterrorizaba era la fuerza de las ideas de esas mujeres. Nuestro homenaje ratifica el compromiso inexorable de buscar para ellas memoria, verdad y justicia”, advirtió el fiscal.
El encuentro se realizó en la calle, en la esquina de Zavalla y Tucumán. Una pantalla en la ochava de la 4ª iluminaba las fotos de Silvia, Alicia, Cuqui y Ana María, con sus afectos. “Este lugar fue escenario de aberrantes delitos de lesa humanidad a militantes varones, mujeres y adolescentes”, relató la colega Mariana Steckler, directora de Radio Nacional, que coordinó el homenaje. Y coincidió con el “especial ensañamiento” que existía en la comisaría sobre “los cuerpos de las mujeres: desnudez forzada, violaciones, torturas, golpizas, tal como quedó registrado en los juicios ante el Tribunal Oral de Santa Fe”.
En diciembre de 2009, el Tribunal condenó al ex juez federal Víctor Brusa a 21 años de prisión por “apremios ilegales” a ocho militantes políticos, entre ellos Ana María Cámara. En agosto de 2010, sentenció al ex jefe de la 4ª, Mario Facino, a 23 años de prisión por el secuestro, tortura y homicidio de Alicia López. Y en octubre de 2018, condenó a quien lo sucedió en ese cargo, Ricardo Silvio Ramón Ferreyra, a 16 años de cárcel por la “violación agravada” de Silvia Suppo, entre otros hechos. María Georgina Cubas fue secuestrada en abril de 1977 en Santo Tomé, junto con su compañero, Ricardo Adrián Pérez, y se la vio por última vez en la comisaría del odio. Está desaparecida.
Puyol dijo que el recuerdo a las mujeres que pasaron por la 4ª incluye a “todas las compañeras militantes de la década del ’70” que sobrevivieron al mismo circuito represivo, entre ellas la subsecretaria de Derechos Humanos, Anatilde Bugna, Stella Vallejos y Silvia Abdolatif.
“Las compañeras denunciaban el enseñamiento del terrorismo de Estado y los crímenes sexuales”, pero en el comienzo de las causas “los jueces no imputaban esos delitos” sino que los consideraban “tormentos”. “Eso ocurrió con Silvia Suppo”. “Fue necesario trabajar con perspectiva de género, hubo compañeras feministas que lo hicieron, pero fundamentalmente hubo valientes compañeras militantes que lo denunciaron, que se animaron y se organizaron para ponerle voz a lo que habían vivido”, dijo Lucila. “Hay que seguir luchando contra este Poder Judicial que es machista, misógino y patriarcal”.
Steckler leyó después un mensaje del fiscal Suárez Faisal, quien intervino en todos los juicios de lesa humanidad en Santa Fe. Nuestra tarea en el Ministerio Público será "llevar ante los Tribunales a aquellos que como parte de un plan sistemático de aniquilación inscribieron la delegación patriarcal en su máxima potencia y crueldad sobre los cuerpos de las mujeres, transformándolos en vehículos de su odio. Usaron sobre ellas el terrorismo de Estado porque en verdad lo que los aterrorizaba eran las ideas de esas mujeres", dijo el fiscal. "Nuestro homenaje ratifica el compromiso inexorable de buscar para ellas memoria, verdad y justicia".
Florencia, la hija de Ana María Cámara, contó que su mamá le decía que la resistencia a la dictadura que compartió con sus compañeras forjó lazos de sangre. "Ellas eran sus hermanas". "Era sobrevivir para poner en palabras lo que los genocidas querían ocultar, dar testimonio en los juicios por aquellos que no volvieron". Cuando Ana María pudo declarar ante los jueces fue un momento irrepetible, sentía que "esa memoria era valorada por el Estado argentino, que lo que habían construido durante 30 años era verdad, memoria, y que buscaban la justicia. La justicia se va logrando. Y lo que queda son los años de lucha y compañerismo".
"Encontré este libro de mamá", dijo Florencia. Y mostró un clásico de Clarissa Pinkola Estés: "Mujeres que corren con los lobos". Me parece muy significativo para este momento. Porque recupera "la naturaleza salvaje de las mujeres, esa resistencia que tenemos cuando nos encontramos con nosotras mismas y con otras".
“La marca distintiva de la naturaleza salvaje es su afán de seguir adelante –leyó-. Su perseverancia. No se trata de algo que hacemos sino de algo que somos de una manera natural e innata. Todas las mujeres tienen en común a la Mujer Salvaje y el alma salvaje. Todas siguen lo salvaje y lo buscan a tientas”.
“Si es necesario, las mujeres pintarán el azul del cielo en los muros de las cárceles. Si se queman las madejas, hilarán otras. Si se destruye la cosecha, sembrarán inmediatamente más semillas. Las mujeres dibujarán puertas donde no las hay, las abrirán y la cruzarán para entrar en nuevas maneras y nuevas vidas. Las mujeres perseverarán y prevalecerán porque la naturaleza salvaje persevera y prevalece”. Florencia dijo que el libro tenía anotaciones de su madre y que al margen de ese párrafo de muros y cárceles, ella escribió: “Devoto”.