¿Cuánto vale Messi? El padre del liberalismo económico, Adan Smith, escribía en 1759, en su obra Teoría de los Sentimientos Morales: “No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos proporciona el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios, sino su egoísmo”; y subrayaba: “al perseguir su propio interés, el individuo es conducido por una mano invisible a promover el interés público, aún sin proponérselo”. Hace unos meses se cumplían 50 años del ensayo que mudó la piel del capitalismo contemporáneo: The Social Responsability of Businnes is Increase its Profists. La publicación sentó las bases del neoliberalismo moderno, y su autor, Milton Friedman, declaraba en el New York Times Magazine de septiembre de 1973: “La sociedad soy yo”. 

¿Cómo se construye entonces el bienestar social si solo dependemos del egoísmo de los intereses propios en un libre mercado depredador? Juan Alberto Barbas, ex Racing, Lecce (Italia), y la selección nacional sostiene: “Estamos solos. En derechos estamos solos. Lo individual prevalece sobre lo colectivo. Nos llenamos la boca con homenajes, con actos solidarios, con palabras de aliento, pero la realidad es que el futbolista está solo. No nos reconocemos como grupo. En el deporte más millonario del planeta se pasa hambre, inexplicable”. 

El preparador físico y ex entrenador personal de Maradona, Fernando Signorini, considera que “hay que buscar algo de luz en este cielo de tinieblas, en este mundo neoliberal, depredador, donde se invoca el beneficio desmesurado. El fútbol es un juego colectivo, de conjunto, de asociaciones creativas y emocionales. No solo se juega, también se vive, se sufre, y en ocasiones no se llega a fin de mes. El grupo, desde un enfoque social, está por encima de las individualidades, aunque estas sean determinantes en el funcionamiento del equipo.”

La filtración del salario de Lionel Messi de 555 millones de euros en cuatro años se convirtió en herida en la corteza social de las ruinas de Micenas: “El momento no fue el adecuado. La sociedad está cansada. Venimos de una pandemia de casi 1.000 muertos al día. Los recursos económicos sanitarios están extenuados, el paro disparado. Es evidente que no cayó bien”, afirma desde el anonimato un ex jugador del Atlético Madrid. El ex futbolista alemán y dirigente del Bayern Múnich, Karl Rummenigge, lo recibió con una sonrisa: “Me reí al verlo, lo felicito”, declaró. “Tal vez se deban revisar algunos ingresos”, sentenció.

¿Llegó el momento de trazar algunas líneas rojas en las altas remuneraciones del fútbol profesional? El director de la Tecnicatura Universitaria en Periodismo Deportivo de la UNLP, Andrés López, manifiesta: “Las líneas rojas nunca funcionan. Es necesario acotar la brecha entre los salarios altos y bajos del fútbol profesional, pero en base a regulaciones más flexibles. La NBA es un ejemplo. Existen cláusulas reguladas, como un sueldo mínimo acorde a las necesidades, topes salariales de conjunto (las entidades no pueden gastar por encima de sus posibilidades), y determinadas figuras contractuales. Por ejemplo, la fidelización al club, un parámetro que se paga. Esto no sucede en el fútbol”. 

El secretario ejecutivo de la AFA y presidente de Lanús, Nicolás Russo, considera que “los salarios no deben ser regulados. Los jugadores deben cobrar por lo que producen. Hay ingresos personales e ingresos colectivos. Un jugador importante cuesta dinero. Si luego un club paga lo que no puede es un problema del club. El contrato de Messi entra dentro de esa lógica”. El ex jugador de Boca y periodista de ESPN, Diego Latorre, puntualiza: “Todo futbolista debería vivir con dignidad, con decoro, con sus necesidades mínimas cubiertas. Futbolistas son todos, los de la reserva de la “C” y Cristiano Ronaldo. Son también los que no cobran, los que son maltratados, los que son traicionados por sus dirigentes. Un acuerdo de intenciones implica a todas las partes, pero el jugador debería apelar a su sensibilidad y desde su lugar forzar que el mundo del fútbol sea más justo. Hay un desequilibrio muy marcado en el trato social y en los ingresos”.

Para el periodista y columnista de opinión de este periódico, Juan José Panno, “más que delimitar una línea roja en los ingresos de los futbolistas de élite, se debería contemplar un mejor reparto en los derechos televisivos. Los clubes de menores recursos son castigados en la distribución de la riqueza, y en consecuencia ese castigo se traslada a los salarios de sus jugadores. El modelo refleja un sistema perverso donde se perpetua un fútbol de jugadores ricos y pobres”. El Secretario General de Futbolistas Argentinos Agremiados, Sergio Marchi, coincide con Panno en que se necesita, “un debate profundo de cómo se distribuyen los derechos televisivos, y otros ingresos. Considero que se está penalizando a los clubes pequeños. Este es un debate que el fútbol tiene que dar. Estoy en desacuerdo con las limitaciones contractuales, con los topes salariales. Cada jugador debe negociar con libertad. El fútbol es oferta y demanda. De todas formas es necesario un control presupuestario más exigente con los equipos”. 

 El escritor y periodista Ariel Scher considera que “en un mundo de hambre cualquier cifra de la magnitud del contrato de Messi es obscena, pero en el modelo económico de hoy hay demasiadas cosas bastante más obscenas que el contrato de Messi. Por ejemplo, la distribución de la riqueza y de los recursos. Imponer topes a las ganancias de los jugadores es una forma de dominación, de maquillar el problema. No existen topes a las ganancias de los empresarios o a las corporaciones vinculados a este negocio”. “Algunas cifras irritan”, matiza el ex jugador de Huracán y River, y actual legislador del Frente de Todos, Claudio Morresi. “El modelo privilegia de manera desproporcionada a los futbolistas que generan enormes ingresos, y se ausenta a la hora de atender al resto. Es parte de la realidad ideológica que nos domina, que abarca a todos los sectores de la sociedad. Es la actual esencia de la economía dominante, y el fútbol participa de la fiesta”. Para el técnico Ángel Cappa, “el debate debe centrarse en la lógica del capitalismo actual. Un sistema de corte neoliberal, depredador, perverso e hipócrita. Se cuestionan aspectos éticos del contrato de Messi, pero a su vez el Congreso de Diputados español decide no investigar al ex Rey Juan Carlos por evasión de impuestos e ingresos irregulares. La doble moral”. Ernesto Cherquis Bialo, periodista con una extensa carrera profesional puntualiza: “Si hay un techo debe haber un piso, y un piso fuerte, sólido, donde las desigualdades del fútbol profesional se reduzcan. El contrato de Messi no es obsceno, lo obsceno es el dinero que circula de forma opaca por los rincones de este deporte”. El ex jugador de Boca y comentarista de ESPN, Juan Simón, matiza: “Regular salarios en el fútbol de forma jurídica lo veo muy complicado. Sin dudas los valores están desvirtuados debido a la irrupción de los Estados petroleros. Se necesita una mirada más social, un reparto más equitativo, pero veo enormemente complejo la forma de estructurarlo y hacerlo efectivo”. El periodista Ezequiel Fernández Moores, considera que: “Se moraliza fácil con los ingresos “obscenos” del deporte, y se omite los dineros obscenos de otros sectores. Sabemos cómo se ganan el sueldo los futbolistas, la televisión nos lo enseña permanentemente. Lo que desconocemos es cómo se arman los negocios turbios que circulan en la trastienda de este deporte. Tal vez porque son los mismos que los dueños de las cámaras. Un saludable rendimiento económico en el deporte, de cualquier deporte, indica que los salarios nunca deben exceder el 50% de los ingresos de las entidades. Messi es un generador inagotable de ingresos, pero el club registra un desequilibrio presupuestario importante, con una deuda monstruosa. Es entonces cuando los números no cierran”. Julio Ferrer, autor del libro “D10S, el mito Maradona”, identifica a este deporte como “una captura del capitalismo en un bien de consumo, en una mercancía. Me cuesta creer que se generen medidas más justas y equitativas. Maradona, Sócrates, o Ruud Gullit, intentaron, sin éxito, una mayor protección del futbolista. Hoy lo estamos pagando”.

El periodista Daniel Lagares coincide: “No nos olvidemos que el jugador es un desclasado, no vamos a encontrar solidaridad a la hora de equilibrar ingresos y distribuirlos mejor. Debe ajustarse al marco donde el fútbol se ha transformado en un espectáculo de masas de un capitalismo injusto, desigual”. El entrenador Roberto Saporiti apuesta por una reforma total “para dotar con mayores recursos las divisiones inferiores, y los aspectos sociales de las entidades”.

En una pared de Barcelona rezaba un grafitti: “Se hizo el 100% de lo que se pudo”. Con este consuelo el fútbol de hoy se levanta todas las mañanas.

(*) Ex jugador de Vélez y Campeón Tokio 1979