Táctica y estrategia al palo. Se analiza que A pone una línea de tres que en realidad son cinco, porque B no lo espera, y se concluye con que B mete una línea de cuatro porque A esperaba otra cosa. Y se dice que A esta especulando con la lesión de Z, y hasta último momento se cree que Z puede llegar a entrar a la cancha sorprendiendo a todos.
Táctica y estrategia para anticiparlo todo y descubrir las intenciones de A y B. Con los equipos ya en la cancha, se dice que B se da cuenta de como se va a parar A, y manda llamar a los volantes D, E, F y G para modificar el plan de acción. Como Napoleón Bonaparte se dice que “busca la eficiencia absoluta, porque quiere que sus tropas se muevan más rápido, lleguen más lejos, y estén siempre en los lugares en los que menos se los espera”.
Todo puede ser explicado onda partida de ajedrez. Defensas cerradas, herméticas, cadenas de peones para sostener la posición, alfiles liberados para conseguir diagonales centrales, caballos en el centro del tablero dispuestos a retroceder ante cualquier amenaza, manejar los tiempos de cada jugada, no vaya a ser cosa que se explote alguna debilidad propia.
Todo parece estar pensado en función de las piezas de que se dispone, y de las que no pueden entrar en juego. O sea que hay dos partidos, el que es y el que podría llegar a ser si estuvieran los que no están. Corren paralelos.
Se discan todos los números telefónicos con sus incontables variantes mientras la pelota gira y pica. Y pasan cosas, como dijo alguna vez un Fulano del que mejor no acordarse. ¿En los planes de quién estaba que el lateral derecho/carrilero de A iba a pasar al ataque después de un pase de taco, y el lateral izquierdo de B le iba a tirar la carrocería encima y le iba a cometer penal ? ¿Quién calculó que el jugador H y el jugador R iban a ser protagonistas de la jugada del empate, justo un momentito antes de su salida para ser reemplazados por J y K?
¿En qué cabeza pensante cabe que en una de las últimas jugadas del partido la pelota iba a ir al arco de F, como para meterse, pero en el pique la pelota hace una parábola extrañísima, y entonces como no es gol se atenúa la idea de lo bien que planteó el partido A, del mismo modo que como antes el pibe Ñ tira la pelota arriba en una posición inmejorable no se puede decir que B hizo un planteo brillante para imponerse?
Lo que pasa es que la pelota pica, rebota, a veces a favor del que ataca y a veces a favor del que defiende. La pelota pica y no es gol cuando uno llega por el medio y quiere fusilar al arquero, pero no puede porque le llega viboreando y la pelota pica cuando el pibe queda cara a cara con el arquero, y cuando va a tirar se da cuenta que se le levanta en una matita de pasto, y entonces la manda a la tribuna.
Después de todo, después de tanto misterio y análisis minucioso lo que parece quedar es la sensación de alivio general, cuando el árbitro da por terminada la cosa. Uno porque iba perdiendo 1-0 y lo empató; el otro porque jugó sin su principal figura y estuvo un rato en inferioridad numérica, hasta que el árbitro decidió compensar una expulsión anterior con una nueva.
Alivio de los estrategas, de los analistas y de los sufridos hinchas a los que se les inyectó la idea de que lo importante es sumar, aunque sea de a uno. Que lo fundamental es no perder. Y como no se perdió, en los campamentos de los dos planteles se avecina una semana tranquila, en paz, buscando la mejor forma para las siguientes contiendas.
La realidad es que Boca y River hicieron tablas en una partida mediocre, de un campeonato mediocre que está muy lejos de resolverse. Uf.