Ahora que pasaron cinco fechas de la Copa de la Liga Profesional se puede decir: se está jugando muy mal en el fútbol argentino. Y en ese contexto deprimente, las sutilezas y los goles de Luis "Pulga" Rodríguez en Colón parecen gemas maradonianas que hacen parecer al crack tucumano mucho mejor jugador de lo muy bueno que realmente es.

"Pulga" Rodríguez es un futbolista veterano. Tiene 36 años, pero mantiene intacta su rebeldía. Y lejos de estar recorriendo el tramo final de su campaña, parece estar viviendo un reverdecimiento que lo sitúa muy por encima de jóvenes de 20, que seguramente deben correr mucho más que él, pero carecen de su entendimiento del juego, sus virtudes técnicas y, sobre todo, de su desparpajo que lo emparenta más con la vieja picardía que supo caracterizar al jugador de estas tierras, que con las nuevas tendencias imperantes en el plano local y internacional.

Si los espectáculos fueran buenos y entretenidos, si hubiera más jugadores predispuestos a jugar y menos obsesionados con hacer todo con la máxima velocidad y la mínima precisión posibles, tal como lo ordena la mayoría de los directores técnicos, si la norma fuera el talento y no la intensidad, tal vez resaltaría menos el buen gusto del "Pulga". Pero como la mayoría de los equipos juega a no dar ventajas y la calidad individual encuentra cada vez más obstáculos como para asomar la cabeza en medio de las rigideces, goles como los que Rodríguez le marcó el sábado a Estudiantes en La Plata parecen obras de arte de un futbolista superdotado y no muy buenas resoluciones individuales de un jugador de excelencia que no teme asumir riesgos.


"Pulga" Rodríguez es uno de los últimos eslabones de una cadena que viene desde el fondo de la historia y que le dio identidad al fútbol argentino. Pero que hace tiempo que parece haberse roto. La fábrica funciona con otras demandas y donde antes se trabajaba para pulir la técnica y tener mando sobre la pelota, ahora se promueve la intensidad, el correr siempre y no parar nunca, aunque eso implique llevarse todo por delante. Los jugadores actuales están más preocupados por los datos de los GPS que por pasarle la pelota a sus compañeros. Y así salen los partidos, al menos los que últimamente se están soportando.

 "La pasión por el juego, por querer ser mejores técnicamente, se perdió un poquito, y eso hace tal vez que no veamos jugadores de excepción. Se cambió la naturalidad de jugar, el deseo de querer jugar, el deseo de aprender a jugar, por ahí viene la cosa" dijo Marcelo Gallardo en su conferencia del viernes pasado a propósito de la baja calidad técnica del partido de reserva entre Boca y River. Advirtió que si el presente está complicado, el futuro lo está mucho mas. Correr más rápido que la pelota no lleva a ninguna parte, solo al tedio. Hasta que llega el "Pulga" Rodríguez y nos recuerda lo lindo que es el fútbol cuando juegan los que juegan como él.