“Amar y recordar son la misma cosa”, dice Cerro, un hombre entre los treinta y cuarenta años que percibe que los códigos de la seducción se han renovado y él no se da cuenta cuándo sucedió ese cambio. La pregunta por el amor lo empuja a indagar sobre las experiencias sentimentales de su infancia y adolescencia. El escritor santafesino Francisco Bitar deconstruye el amor en La preparación de la aventura amorosa (Tusquets), una novela que abona también la deconstrucción del género a través de una tercera forma, un híbrido entre el ensayo y la narrativa, entre contar y pensar.

La primera respiración de Bitar es la poesía. Aunque no haya sido estrictamente lo primero que escribió, empezó publicando los poemas Negativos (2007), El Olimpo (2009) y Ropa vieja: la muerte de una estrella (2010). La poesía fue decantando hacia la narración y entonces llegaron la novela Tambor de arranque (2012) y los libros de cuentos Luces de navidad (2014), Acá había un río (2015) y Teoría y práctica (2018). Desde la ciudad de Santa Fe, donde nació en 1981, Bitar cuenta a Página/12 que tuvo Covid a principios de este año. “No tuve fiebre, pero estuve tirado en la cama un par de días. Lo que me resultó muy raro fue perder el olfato y que la respiración estuviera separada del olfato. El olfato es lo que le da vida a la respiración, entonces todo estaba como medio afantasmado”, recuerda el autor de la crónica Historia oral de la cerveza (2015) y el libro de ensayos Un accidente controlado (2020).

La preparación de la aventura amorosa es la primera novela de la serie De ahora en adelante, un proyecto que parte de la idea de que es posible vivir dos vidas a través de la escritura. La serie se irá completando con La emancipación de la familia, No trabajar, No escribir, La bohemia y La formación del gusto. “La cuestión de la doble vida tiene una presencia fuerte en mi literatura, es una especie de recurrencia que se manifiesta en el cerco que hay que romper para acceder a otra vida. Eso está en La preparación de la aventura amorosa. El personaje está pensando en la posibilidad de acceder a una vida más verdadera. La escritura puede estar en el pasaje de una vida anterior a la segunda vida", plantea Bitar. "Quiero pensar que, a esta altura y a través de estos libros, mi vida va a empezar. Tengo la impresión de que hasta ahora mi escritura ha sido una vida vivida por otros”.

-¿De dónde viene esa impresión?

-Yo estaba muy atravesado por ideas de la vida que no eran del todo propias y creo que la escritura de estos libros puede devolverme una experiencia más genuina del amor, la amistad, la escritura, el trabajo, la bohemia. Cambiar la vida es un mito de la literatura que ya aparecía en Arthur Rimbaud. La experiencia de Rimbaud de cambiar la vida es demasiado exigente; libera la escritura de la necesidad del autor que la respalde: el autor va por un lado y la obra queda cristalizada en lo que ya pasó. Esta posibilidad de cambiar de vida es un poco más accesible y tiene que ver con escribir. Este proyecto tiene como horizonte esas obras que hicieron de la vida una obra de arte, como En busca del tiempo perdido (Marcel Proust), Mi lucha, de Karl Ove Knausgard o las novelas de Mauro Libertella, para venirme un poco más cerca.

-Hay una zona de La preparación de la aventura amorosa en que la escritura se vuelve más documental, cuando el narrador despliega una especie de archivo clasificado de las distintas novias o enamoramientos que tuvo. ¿Qué buscaste con esa forma?

-Ese es el momento donde me animo al paso hacia la vida como obra, y digo que me animo porque son todos datos extraídos de mi vida. Son como expedientes amorosos; lo que hace el personaje es tomar impulso en su pasado para tratar de arreglárselas con lo que está pasando en el presente, entonces hace un temprano repaso de su vida amorosa para ver si en los mitos de origen puede llegar a darse la posibilidad de tener una aventura. En ese pequeño museo clasificado de sus experiencias tempranas del amor hay espejismos narrativos cuando clasifica sus experiencias del amor por el nombre, el rasgo que prevalece, cuál fue el encare, cuál fue el resultado de ese encare. Hay una especie de organización, propia del género del archivo, que toma esos procedimientos con el fin de clasificar esos amores y al mismo tiempo narrarlos. Ese apartado que clasifica y narra los amores está vinculado con un libro de Daniel Durand, Guiones para poemas, que tiene una disposición bastante parecida. La poesía es el lugar donde primero es el experimento y de estos experimentos la narrativa se apropia.

-¿Por qué el personaje cree que el amor está sobrevalorado?

-El personaje, en su extravío, es muy cómico. Las novelas que me gustan tienen su contenido dramático, pero al mismo tiempo está la risa. El personaje siente que el amor está sobrevalorado porque no puede creer lo que tiene que pagar para darse una versión propia del amor; es un precio muy alto pasarse la vida tratando de responder esa pregunta y encima no tener una respuesta. En la dialéctica de la escritura lo que sirve para hoy es inútil mañana. La ficción entendida en términos convencionales dejó de atraerme. Algunas ficciones me parecen inútiles al momento de contar una vida. Me harté de la ficción, de lo que puede ser una novela, y empecé a tender hacia el ensayo y el corte biográfico. En 2019 di un taller sobre la tercera forma, que es la forma que (Roland) Barthes encontraba en (Marcel) Proust, esa forma totalizadora que integra las formas del pasado. Según Barthes, Proust estaba en esa especie de híbrido entre contar y pensar, entre la narrativa y el ensayo. Me dieron más ganas de ir en esa dirección y lo que vengo leyendo y escribiendo tiene que ver con eso.

-¿Por qué perdiste el encanto por esas ficciones convencionales?

-Ese tipo de ficciones me dieron todo lo que tenían para darme. Yo paso por los géneros, me apropio de ellos, los exploro hasta lo que me parece su último secreto y después pierdo el interés. Me pasó con la poesía y con el cuento; la novela es un género más plástico y abierto. La novela hacia la que voy tiene en el horizonte la tercera forma. Por supuesto que es un giro afectivo y que es difícil de ver en el momento, me doy cuenta después... Es como en Matrix cuando el agente Smith le dice a Morfeo que el ser humano pasa por encima de la naturaleza, se apropia de todo y la destruye. Y le dice que el otro ser vivo que tiene el mismo patrón es el virus. El escritor es como un virus, el virus de los géneros, el virus de los formatos literarios. Los escritores son como hormigas africanas que pasan por un cuerpo y dejan los huesos.