“Nos quedamos apenas con el sabor del estreno”, coinciden los actores Ingrid Pelicori y Osmar Núñez, hablando de los espectáculos que estaban haciendo antes de que comenzara la cuarentena. En clave de teatro documento, la actriz estaba presentando Papá Bianco y los Alonso, en tanto que Algo de Ricardo, de Gabriel Calderón, lo tenía a Núñez de protagonista. Las dos obras no pasaron de las 5 funciones. Por más, ambos actores tenían previsto volver con Agamenon, tragedia de Esquilo, obra que la pandemia impidió siquiera comenzar con la temporada. Ahora, reunidos nuevamente y bajo la dirección de Leonor Manso, Pelicori y Núñez interpretan Bergman y Liv, correspondencia amorosa, obra de Lázaro Droznes (autor de Un judío común y corriente, entre otras piezas) espectáculo presencial en el que la dupla recrea la relación afectiva de Liv Ullmann e Ingmar Bergman. Las funciones son en el Centro Cultural 25 de Mayo (Av. Triunvirato 4444). El diseño espacial es de Graciela Galán, la iluminación, de Roberto Traferri y la dirección musical, de Diego Girón.
“La obra habla de un encuentro profundo entre dos seres, una relación que atravesó el tiempo”, definen los actores en una entrevista con Página/12. Cuentan que en el escenario cada uno estará frente a su atril, guardando distancia, y que por lo tanto es ”una obra especial para un tiempo de pandemia”. Bromas aparte, se encargan de subrayar que no hay lectura sino interpretación teatral. A la misma Manso se la escuchará en off en una suerte de prólogo de la obra, para brindarle al espectador los datos necesarios como para entrar en la historia. Los dos actores y la directora, quienes en principio pensaron hacer esta obra para radio o para espacios al aire libre, no dudaron cuando les ofrecieron estrenarla en la gran sala del teatro de Villa Urquiza, tal era la necesidad de retornar cuanto antes al escenario. “El streaming se entiende por la necesidad de hacer y de ver algo parecido al teatro, pero ahí falta su esencia, que es la presencialidad”, apunta Núñez.
Bergman y…es un espectáculo compuesto por una serie de cartas apócrifas que el autor creó en base a declaraciones, documentales y autobiografías de Ullmann y Bergman. Este epistolario condensa comentarios y expresiones que efectivamente fueron dichos por los integrantes de esta pareja que comenzó su relación en 1965, cuando rodaban, junto a Bibi Andersson, Persona. A pesar de haber convivido solamente 5 años, tuvieron una hija, filmaron 12 películas juntos y mantuvieron su amistad hasta la muerte del realizador, en 2007. Entre otras, estrenaron La hora del lobo(1967), La vergüenza(1968), Pasión (1969) y Gritos y susurros (1972). Por otra parte, Secretos de un matrimonio(1973), convirtió a Ullmann en un icono feminista.
“Hemos llegado a hacer el amor con odio. Y a practicar el odio con amor”, admite Ingmar Bergman en 1940 en una de esas cartas dirigidas a Liv Ullmann. Ella, a su vez, admite que vivían como enemigos. Así, detalla: “En estos cinco años de convivencia, yo fui la Nora de Casa de muñecas bailando la tarantela alrededor tuyo. Siempre pensando en dar un portazo. Pero sin poder tomar la decisión final”. En su recuento, la actriz no niega que el vínculo entre ambos fue estimulante, pero también da cuenta del egoísmo y la vanidad de Bergman, 20 años mayor, que hasta supo utilizar sus prerrogativas como director para conseguir de ella lo que no había podido lograr como marido.
La obra también habla de la creación, del teatro y de aquellas películas que tanto influyeron en su época. Ambos actores disfrutaron del proceso de armado del espectáculo: vieron las películas de Bergman, leyeron sus autobiografías y entrevistas y recordaron las épocas en las que, de adolescentes, tomaban contacto con este cine: “nosotros nos formamos con la magia y la profundidad de esas películas, sentimos la cercanía del pasado, de lo que nos nutrió como personas y como actores.” Esperan, incluso, que la obra llegue a ser un puente para que las nuevas generaciones frecuenten estas películas.
-¿Cómo fue el trabajo actoral?
Osmar Núñez: -No leemos las cartas sino que las actuamos. Trabajamos con Leonor a brazo partido: nos pidió que vivamos cada momento, que apostemos a crear una variedad de climas emocionales.
-¿Les resultó difícil partir de un material no estrictamente teatral?
Ingrid Pelicori: -Hay una tradición de obras de teatro basadas en correspondencias, como Mi querido mentiroso, de Jerome Kilty, o Vita y Virginia, de Eileen Atkins. Las cartas son un recurso teatral: se actúa el momento de la escritura, los recuerdos que surgen, los sentimientos que aparecen a medida que se va “escribiendo”. Y acá damos cuenta de un vínculo que duró 40 años. Un amor que se transformó en una compañía compartida muy profunda. Pero no componemos como personajes a Bergman o a Liv.
O.N.: -Enseguida las cartas van desapareciendo para convertirse en un encuentro presencial, en una conversación vertiginosa, apasionada y delicada, a la vez. Es imposible no conmoverse. Bergman y Liv estuvieron “dolorosamente conectados”. Toda la vida, se necesitaron el uno al otro.
-I.P: Lo bueno que tiene el recurso de la correspondencia es que permite en poco más de una hora contar una relación de tantos años. Pero es cierto: son cartas que se transforman rápidamente en un diálogo amoroso. Es interesante ver cómo se puede transformar el amor romántico en una pesadilla y cómo finalmente termina el amor convirtiéndose en una conversación entre semejantes, en un diálogo igualitario.
-En este racconto, ¿el teatro ocupa un lugar importante?
O.N.: -Sí, en los dos se reconoce su amor por el teatro. El amor profundo que Bergman sentía por el teatro se ve en sus películas, en cómo cuenta a través del rostro de sus actores. En su necesidad de encontrar algo en ellos que vaya más allá de lo que estaba ya ensayado.
-¿Se habla de la historia familiar de Bergman?
O.N.: -Sí, él tuvo una infancia difícil por haber nacido en una familia tan religiosa. Esto lo marcó para siempre. Los sufrimientos que tuvo que soportar, incluído el castigo corporal, están presentes en sus películas. El arte le permitió hacer algo con sus demonios. Y a pesar de haber sido criado con amor, cualquier persona puede verse reflejada en sus traumas, porque el crecimiento siempre es doloroso.
-¿Qué aspectos de Liv te parecieron más interesantes?
-I.P.: Su feminismo. Ella prefirió tener a la hija de ambos sin casarse con Bergman. Y pudo hacer un trabajo de crecimiento asumiendo su propio deseo. Es por eso que pudo desarrollar una carrera por fuera del cine de Bergman. Liv necesitó, además, encontrar un sentido de vida más allá de la actuación. Los dos, finalmente, son artistas necesarios que nos ayudan a recordar quienes somos. Por eso nos importa ponerle el cuerpo a esta historia. Creo que, como escribió Badiou, “todo amor verdadero es de interés para la humanidad”.
*Bergman y Liv, Centro Cultural 25 de mayo (Av. Triunvirato 4444), los viernes y sábados a las 20.30 hs. Espectáculo presencial con protocolo y capacidad limitada. Las entradas se adquieren online únicamente a través de Alternativa Teatral.