Desde Madrid
La vida política española, que lleva casi una semana de sorpresa en sorpresa, asistió este lunes a otro inesperado giro de guion. El vicepresidente del Gobierno y secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, anunció su decisión de abandonar sus actuales responsabilidades para centrarse en un objetivo formalmente de menor importancia pero de hondo calado político. Encabezará una candidatura para intentar evitar lo que anuncian todas las encuestas: una nueva victoria de la derecha en la Comunidad de Madrid que abriría por primera vez la puerta de entrada a Vox en un gobierno autonómico.
La decisión supone además acelerar los tiempos de su relevo en el liderazgo de Podemos, donde lo sucederá la actual ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, Yolanda Díaz, que será nombrada por Pedro Sánchez vicepresidenta del Gobierno en el lugar de Iglesias.
La política española lleva desde el miércoles pasado sumergida en un torbellino de noticias inesperadas después de que el partido Ciudadanos, que se define como liberal y centrista, rompiera su acuerdo de gobierno con el Partido Popular en la Comunidad de Murcia y presentara una moción de censura junto con el PSOE.
Murcia es una región de menos de un millón y medio de habitantes y escasa relevancia política, pero esa ruptura entre Ciudadanos y el PP precipitó en el mismo día una serie de acontecimientos de mucho mayor calado. El más importante tuvo lugar en la Comunidad de Madrid, con 179 municipios incluida la capital, y la tercera más poblada de España. Su presidenta, la popular Isabel Díaz Ayuso, a quien desde la izquierda se señala como la encarnación española del trumpismo por su irresponsable gestión durante la pandemia y su discurso liberal-populista, rompió el acuerdo de gobierno que mantenía con Ciudadanos y anunció que disolvía la Asamblea (parlamento autonómico) y convocaba elecciones.
Lo hizo a sabiendas de que las encuestas le auguran una cómoda victoria y la posibilidad de seguir gobernando apoyada esta vez no en Ciudadanos sino en Vox, la fuerza de extrema derecha a la que la crisis económica y social provocada por la pandemia y el movimiento independentista catalán han montado en una ola de franco ascenso electoral. En las últimas elecciones autonómicas en Cataluña consiguió adelantar tanto al PP como a Ciudadanos, situándose como la primera fuerza de la derecha españolista en esa comunidad autónoma.
Tras la disolución de la Asamblea de Madrid, las dos principales fuerzas de la oposición en esa Comunidad, el PSOE y Más Madrid (el partido del cofundador de Podemos Iñigo Errejón) presentaron sendas mociones de censura para intentar evitar el adelanto electoral, ya que una eventual alianza con Ciudadanos con el apoyo de Podemos les podía dar el gobierno. El conflicto tuvo que dirimirse en los tribunales, que el pasado viernes decretaron que por ser la dimisión de Díaz Ayuso anterior a la presentación de las mociones correspondía celebrar elecciones, que se han fijado para el 4 de mayo.
En el video difundido por su partido en el que anunció su decisión de acudir a estas elecciones, Pablo Iglesias aseguró que su objetivo es cerrar el paso a la extrema derecha. . "En política hay que tener valentía para dar batalla y dejar paso a nuevos liderazgos –dijo- Madrid necesita un gobierno de izquierdas y creo que puedo ser útil".
Díaz Ayuso, que al anunciar la convocatoria electoral dijo que los madrileños debían elegir “entre socialismo y libertad”, una dicotomía calcada de la utilizada por Donald Trump en las últimas elecciones norteamericanas, reaccionó con ironía al desafío lanzado por Iglesias y aseguró que ahora la opción sería “comunismo o libertad”. También afirmó que los españoles deberían agradecerle que haya conseguido sacar al líder de Podemos del gobierno de Pedro Sánchez.
El audaz movimiento de Iglesias tiene una lectura profunda en clave interna del espacio político a la izquierda del PSOE. En las últimas elecciones autonómicas, celebradas en 2019, Unidas Podemos apenas consiguió el 5,5 por ciento de los votos. Obtuvo el sexto lugar y estuvo a punto de convertirse en extraparlamentario, lo que hubiera sucedido de quedarse por debajo del 5 por ciento. Su espacio político fue ocupado por el partido de Errejón, el más votado en las elecciones municipales pero que en las autonómicas se quedó por debajo del 15 por ciento y fue relegado al cuarto lugar por detrás del PSOE, el PP y Ciudadanos. Vox, con casi el 9 por ciento, también consiguió mejor resultado que Podemos.
Un nuevo resultado de esas características en la tercera comunidad más poblada de España hubiese sido letal para Podemos. Con su iniciativa, Iglesias, que ha invitado al partido de Errejón a sumarse a su candidatura, pone a su adversario y antiguo compañero ante la tesitura de incorporarse a su proyecto o aparecer como el culpable de la división de la izquierda que puede facilitar la llegada de Vox a un gobierno autonómico.
El movimiento también pretende abortar un posible giro en la política de alianzas del PSOE, que comienza a mirar a Ciudadanos, en franco declive electoral, como un aliado más cómodo. Si a Iglesias le sale bien su jugada habrá desactivado a Errejón, su principal rival político en la región y que lo triplicó en votos en 2019, y volverá a obligar a Sánchez a pactar con él. Si no consigue impedir que la derecha mantenga el gobierno de la Comunidad, estrella política habrá comenzado a apagarse.