Una serie de mensajes de texto y audio extraídos de los celulares de Leopoldo Luque y Agustina Cosachov, los dos principales médicos imputados por la muerte de Diego Armando Maradona, revelaron que tanto el neurocirujano como la psiquiatra estaban al tanto de la cardiopatía que padecía el exfutbolista.
Los documentos –a los que tuvo acceso Télam y que se dieron a conocer este lunes- ya fueron transcriptos en el expediente Maradona y son analizados por el equipo de investigadores coordinado por el fiscal general de San Isidro, John Broyad.
La conversación que involucra a Luque es del 2 de septiembre del año pasado, es decir, dos meses y medio antes de la muerte del “Diez”, y su interlocutor es un médico de la clínica Ipensa de La Plata, donde el médico de cabecera del DT de Gimnasia quería hacerle un chequeo y minimiza la situación cardiológica de su paciente.
“Tengo idea de que tuvo una cardiopatía y lo que no sé es si tiene algún estudio reciente”, le advierte el médico de Ipensa a Luque. El neurocirujano le contesta con el siguiente audio: “Eh, a él la vez pasada le hicieron un ecodoppler, un doppler, un ecocardio, y también de vasos del cuello, electrocardiograma y los cardiólogos de la clínica de Olivos dijeron que estaba todo bien. Él se medica con Losartán para la presión”.
“Básicamente sería eso en principio, un electrocardiograma, nada de estudios de perfusión y esas cosas me parecen demasiado y la idea es hacerle algo digamos general y medio rápido, por el tema del coronavirus viste, no tenerlo mucho ahí y además él no le simpatiza mucho eh estar en los sanatorios”, agregó Luque.
El médico de la clínica platense le insiste con los estudios más profundos con el siguiente mensaje: “Te preguntaba por el tema de la cardiopatía porque acá nosotros lo que hacemos bastante rápido son estudios de perfusión que son cortos, es hacerle un estrés físico y eyectarlo y mirarlo bajo la cámara”.
Pero Luque rechaza el ofrecimiento con la siguiente respuesta: “Lo de perfusión no. Te diría que no porque además él no va a querer, así que hacemos eso que dijiste al principio, digamos los estudios básicos del chequeo e impecable con eso, ¿dale?”.
El otro chat bajo análisis de los fiscales es uno del 17 de noviembre, es decir ocho días antes del fallecimiento del excapitán de la selección argentina campeona en México 86, donde lo paradójico es que el psicólogo Carlos Daniel “Charly” Díaz, también imputado en la causa, le sugiere a Cosachov probar con una medicación -algo reservado para psiquiatras, no psicólogos- por la somnolencia.
“Pensé en la posible utilidad de Modafinilo como coadyuvante de antidepresivos. Viste que va joya para narcolepsia”, le sugiere Díaz. “No, Modafilino no me cierra, primero por la cuestión cardíaca de los antecedentes de él y no me cierra porque podría incrementarle el temblor al ser un estimulante. Lo he usado, pero con otro tipo de pacientes, en este caso mucho no me cierra”, le responde Cosachov.
En el medio del diálogo, queda expuesta cierta improvisación de los profesionales cuando Díaz le dice a Cosachov: “Tiene que ir un neurólogo para cubrirnos. Tenemos que conseguir HC (historia clínica) y saber qué medicaciones tomó a lo largo de su vida, para saber cómo funcionó con estabilizadores”, a lo que la psiquiatra le contesta que el neurólogo ya había pasado a ver al “Diez”, lo que psicólogo ignoraba.
Díaz le propone otra droga: “Probar levodopa? O sea, mal no le va a hacer probar un toque?”, a lo que la psiquiatra contesta: “No, no.… me parece que no nos metamos con eso porque, mira, el neurólogo fue y no le dio indicación de eso”.
Maradona, la mayor figura de la historia del fútbol mundial, murió a los 60 años el pasado 25 de noviembre, en una casa del barrio privado San Andrés, en Tigre, donde transitaba una internación domiciliaria que está bajo investigación.
La autopsia determinó que murió como consecuencia de un "edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada" y descubrieron en su corazón una "miocardiopatía dilatada".
Desde el 8 de marzo, veinte peritos oficiales y de parte realizan una junta médica ordenada por los fiscales para dilucidar si la muerte se podría haber evitado, si hubo mala praxis y qué responsabilidad le cabe a cada profesional de la salud que lo trató.