Clases de zumba, partidos de fútbol, chicxs jugando, gente entrenando, skaters exhibiendo sus mejores piruetas y peleas entre caniches. Todo eso convive por la tarde-noche en Plaza Houssay, que durante todo marzo será también escenario de Aletta Jabobs. Pionera, obra en formato audio-tour escrita y dirigida por Cecilia Meijide, con las voces de Cristina Banegas y Vanesa Maja, el sonido de Guillermina Etkin y la participación de Lucía Adúriz Bravo como guía. Con idea original de Silvia Rottenberg (directora del Instituto Holandés de Buenos Aires), el trabajo recupera la figura de Jacobs –primera médica de Holanda– para ponerla en diálogo con el presente. Puede verse de jueves a sábados a las 19 y a las 20.15 en Plaza Houssay.

Aletta Jacobs (1854-1929) fue la octava de doce hijos y dedicó buena parte de su vida a derribar los obstáculos que le impedían hacer lo que quería por su condición de género: mientras las mujeres holandesas tenían prohibido cursar estudios secundarios, a los 16 años Aletta aprobó un examen que la habilitaba como ayudante de Farmacia; cuando ninguna de sus compatriotas había soñado siquiera con pisar una universidad, ella le escribió al Primer Ministro de los Países Bajos para solicitar su ingreso (se graduó en 1879 y un año después obtuvo su doctorado); cuando empezó a recibir cartas de mujeres pobres consultando por métodos anticonceptivos eficaces, decidió crear una clínica para ofrecer consultas gratuitas a prostitutas, indigentes y niñxs; cuando le prohibieron votar, tejió alianzas con sufragistas de distintos países y se convirtió en líder de la Alianza del Sufragio Femenino Internacional.

La obra de Meijide recupera algunos de esos hitos y se vale del espacio para establecer un vínculo con 2021. La biografía de Jacobs, su voz interpretada por Banegas, las cartas del siglo pasado o las fotografías color sepia que la guía exhibe mientras se oye la narración forman parte del pasado, pero esos archivos aparecen intervenidos por datos del presente. Mientras los espectadores recorren la plaza, se indican distintos emplazamientos: la Facultad de Ciencias Económicas, los nuevos bares subterráneos, la fachada del Hospital de Clínicas con los tres murales en memoria del atentado a la AMIA, las estatuas que custodian el ingreso a la Facultad de Medicina, varios bustos sin nombre, la escultura del Dr. Pirovano sobre la calle Paraguay o la placa que conmemora a estudiantes y profesores desaparecidos durante la dictadura.

La experiencia incorpora a los asistentes de manera activa: al inicio del tour la guía pregunta al grupo cuántos conocen a Jacobs, la voz en off describe el territorio mientras da instrucciones o hace preguntas, y la dramatización permite que las voces del pasado interactúen con imágenes del presente. Pero la pieza no construye la figura de Aletta como un oasis en el desierto sino que remite también a otras pioneras: en los auriculares suena “Poema para cello y orquesta” de la compositora holandesa Henriëtte Bosmans y se menciona a Cecilia Grierson (ambas contemporáneas de Jacobs), primera médica argentina a quien se le negó un cargo en la cátedra de Obstetricia para Parteras porque en su época las mujeres tenían prohibido ejercer la docencia universitaria. 

En la plaza y sus alrededores, la mayoría de las esculturas retratan al género masculino; si hay mujeres representadas, por lo general son madres con niños en brazos. Aletta fue “la hereje que desdeñaba ser madre y esposa”, la que se negaba a hacer aquellas reverencias que le enseñaban en la escuela de señoritas y la que prefería actuar conforme a su propio deseo. Quizás le hubiera gustado vivir en esta época, usar pantalones y presenciar la lucha por la ley del aborto sancionada hace apenas tres meses (en Holanda es legal desde 1980).

El espacio público deviene protagonista y hasta se convierte en objeto de disputas: la guía debe negociar con los chicos que juegan un picado y su explicación de cómo ejecutar una buena reverencia convive con la destreza de los jugadores a pocos metros; la exhibición de fotos tiene como telón de fondo una clase de esgrima y algunxs niñxs se detienen a ver por qué hay un grupo de personas con auriculares gigantes mirando para arriba en medio de la plaza. Aletta Jacobs se sustenta en datos pero, a diferencia de los clásicos tours por la ciudad, hace un tratamiento sobre ellos y los convierte en información valiosa para generar nuevas lecturas en un sitio que muchos transitan cotidianamente. Jacobs fue feminista, luchó por las causas que creía justas, supo apreciar el valor del conocimiento y entendió que, tal como señala esta obra, “la información es parte de la revolución”.

* Entrada gratuita. Reservas por Alternativa Teatral.