Un amigo solicitaba mi opinión sobre esta secuencia de femicidios que parecen no tener fin y que se dan en un contexto mundial y nacional en el cual las mujeres están ganando batallas (todavía no la guerra) por su derecho a una vida igualitaria entre los géneros. Digo esto porque pienso que ellas son las víctimas de este conflicto y de esta lucha y la prueba elocuente de un proceso de autonomía e independencia del colectivo femenino. En un artículo anterior expresaba que "un fantasma recorre el mundo: es el fantasma del feminismo", movimiento libertario que nos asegura un mundo más igual teniendo en cuenta que las jóvenes han tomado sus banderas. Desgraciadamente no hay cambios históricos que conmuevan a la sociedad que no registre víctimas y lo importante es que por cada una de las caídas salen miles espontáneamente a manifestar su repudio y a defender y fortalecer su empoderamiento. Pero como dice el tango “la lucha es cruel y es mucha”.

Son siglos de sometimiento de la mujer al sistema patriarcal. Sin ir más lejos en la historia, en la Antigua Roma las mujeres eran propiedad del hombre, así como lo eran los esclavos, los animales y los muebles. Un hito en el desarrollo de la autonomía femenina lo encontramos al final de la Segunda Guerra, momento en el cual la mujer se encuentra trabajando en muchos sectores de la economía antes privativo de los varones. El trabajo fuera del hogar posibilita su independencia y su libertad para decidir, ya no necesita del hombre para su subsistencia. Las pastillas anticonceptivas garantizan el acceso a la sexualidad no para la reproducción sino para el goce. 

Pero la historia no transcurre de manera lineal, hay progresos y retrocesos y debemos considerar que se pertenezca a un género u otro, desprenderse, de-construirse de la estructura patriarcal en que estamos sumergidos no es trabajo fácil. Por eso seríamos ingenuos si consideramos que a todas las mujeres las seduce la autonomía. Muchas se sienten más cómodas si encuentran alguien que se tome el trabajo de pensar por ellas, una autoridad a la que someterse y que les brinde una respuesta a todos los interrogantes que les plantea la vida, desde los más complejos hasta los más sencillos y así disfrutar de una vida apacible

La brevedad de este artículo no me permite extenderme en los mecanismos psicológicos que estructuran este tipo de relaciones violentas. En mi libro Vínculos violentos. En familia me extiendo sobradamente sobre el tema. Lo que nos enseñan los casos de femicidios es que desde los primeros tiempos de la relación, el hombre ejerce la autoridad mediante el maltrato psicológico (desvalorización, denigración, burla, etc) o la violencia física y tiene la convicción de que la mujer es de su propiedad. Por ello no pueden tolerar que la pareja decida autonomizarse y romper el vínculo y no hay ningún freno, ningún castigo que pueda detenerlos.

Como corolario debo decir que a la libertad no nos la regalan, es un bien a conquistar, para vivir en ella hay que luchar todos los días. Es un largo camino sin final.

 

*Psicoanalista.