Decir que es un libro con una propuesta novedosa es decir poco. Más bien se trata de una propuesta arriesgada, pues aun suponiendo que lógicamente fuese correcta, implica el atrevimiento de remover el famoso y tan ponderado "principio de placer" de Sigmund Freud, sobre el cual asentó, siendo uno de sus pilares, la teoría psicoanalítica aunque como dice el mismo autor tambalease cuando éste escribe precisamente el “Más allá del Principio de Placer”, de todas formas nunca renunció a su vigencia.

Esta empresa arriesgada implica, según palabras de Arenas, de una exploración de “las consecuencias de erradicar el principio de placer, en vez de conservarlo modificado mediante el agregado de un –más allá-, como hizo Freud”.

Hablando del título del libro “Retoquecitos”, que antes de entrar en su lectura me pareció extraño, Arenas lo refiere a que esta remoción del Principio de Placer sería un retoquecito, comparable a los innumerables retoquecitos que soporta una lengua para mantenerse viva. Para que la lengua sirva al lazo social, es decir para que se mantenga viva, es necesario de tanto en tanto hacerle un “retoquecito”. Sólo que remover el Principio de Placer no es meramente hacer un “retoquecito”, parece, aunque fuese justificado.

“¿Por qué suponer que pueda regirnos una tendencia a evitar la excitación y a procurar su descarga, en lugar de una tendencia más bien opuesta y que nos distingue de toda otra especie, reconocible en nuestro efectivo gusto por gozar de variadas maneras y en la mayor medida posible? Si algún Lustprinzip nos caracterizara, no sería un principio de placer que busca la descarga, sino un principio de goce que reclama excitación”, subraya el autor.

Para agregar y sostener más adelante apoyándose en el Seminario 21 de Lacan que “el sentido de la interpretación es el goce”. Es decir hay un paso del deseo al goce. O sea, de la afirmación de que “el deseo es la interpretación” o también que la interpretación del sueño es la interpretación de un deseo reprimido y disfrazado, a decir que el sentido de la interpretación es el goce. Y va a subrayar en tal sentido, más adelante que “Si los niños quieren ser acariciados y excitados, se debe a que el deseo de gozar es fundamental; lo prueba su paradigma, el chupeteo, que no busca satisfacción ni fin. La vida sexual que empieza antes de nacer, no tiene lazo esencial con la reproducción ni con necesidad alguna.”

Es una vuelta de campana que parece poner las cosas del derecho, es decir hacerlas más navegables, menos retorcidas, sería la propuesta del autor. Pero lo mejor será leer el libro para poder tener cada uno sus propias conclusiones de esta excursión aventurada. Así como han llegado a sus conclusiones Diego Coppo, Clarisa Kicillof, y Susana Reif, sus epiloguistas del libro.

Se trata del retoque que va de la época victoriana, de prohibición del deseo y del goce concomitante, a la época del permiso al goce, donde cabe la pregunta ¿se goza más por ese permiso?

*Psicoanalista.