Una bebé de apenas un mes es entregada a una casa de acogida, como se les llama a los hogares de tránsito para niños que pueden ser adoptados luego, por otra familia. Una herramienta que el sistema utiliza para resguardar a los niños en una familia y no dejarlos en una institución. Pero el procedimiento de adopción se demora tres años y se forma un vínculo con la familia de acogida, que decide adoptarla. La ONG que lleva el trámite se opone. La familia presenta una "medida de no innovar" para que no cambie la residencia de la niña, acude a los organismos que regulan la práctica, pero la menor es retirada de esa casa, separada de quienes considera su familia. Es entregada a otra familia, en guarda, en diciembre y la justicia les otorga su adopción. Mientras a la madre de acogida, se le rechaza el pedido de restitución

La niña entonces queda entre dos aguas de una marejada jurídica. Allí comienza la batalla judicial y mediática que hoy la tiene como protagonista.    

El Estado no protege la estabilidad emocional de la niña, la tratan como a un objeto” reclama Mariana Megías, la madre de acogida de la niña. Lo denuncia en un proceso que desde la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, involucra al Consejo de los Derechos del Niño, Niña y Adolescentes, y a la ONG Familias Abiertas, de Bella Vista, que median en esta adopción. Expone así los rasgos deshumanizados del sistema en relación a menores y familia, los que conjugan mal con el paso del tiempo. Algo que potenció la pandemia, ya que por el aislamiento todo se demoró. 

Así, el cuadro muestra que la justicia falló, también los organismos de protección, señalan los expertos consultados por Página/12. También la percepción de la familia, que no podía aspirar a la adopción, pero se vio envuelta en un vinculo que superó la temporalidad del proceso de acogida: no más de tres meses, con posibilidad de extenderlo tres meses más. Las familias deben cumplir requisitos para ser adoptantes y en esto el sistema es consecuente. Pero en este caso "se dilató el tiempo horriblemente" señalan. "Lo indicado hubiera sido que luego de seis meses sin resolución, la niña pasara a otro hogar de acogida, para impedir esa formación del vínculo" explican.    

Pero la justicia alega haber estado intentando la revinculación con la familia biológica de la niña. Una posibilidad que quedó sin efecto el 15 de noviembre de 2020. La niña había pasado ya tres años con su familia de acogida. Les dice "mamá y papá", se armó "un nido", sostienen los especialistas. En ese momento es cuando recién la justicia decide su entrega "en guarda" a otra familia. Y estalla la crisis.  

El caso

En 2017, Mariana Megías recibe en su casa de Escobar, de parte de la ONG Familias Abiertas, a la pequeña Mimí --como se denomina a la niña resguardando su identidad--, para cuidarla como familia de tránsito, hasta que se resuelva la adopción. La ley da un plazo de tres a seis meses. Pero cuando se inicia la cuarentena, la sentencia sobre esta adopción queda pendiente. Mariana advierte a la ONG que comienza a ser difícil “hablar del egreso” con la niña. "Ella ya nos decía mamá y papá”, relata Mariana a Página/12.

Cuando Mariana pide la adopción de Mimí, la justicia se la niega. Y luego de su presentación de "no innovar" dos hombres en representación de la ONG se presentan en su domicilio. Allí donde Mariana tiene su taller de cerámica y hay un gran patio donde Mimí caminaba descalza para “sentir el césped”. De allí se llevan a la niña “bruscamente”, en un coche particular. “Sin considerar los intereses de la niña, la arrebataron, como si fuera un secuestro” remarca Mariana.

Mariana tiene 51 años, ya tiene tres hijos y ya tuvo otro niño que llegó con dos meses y se fue al año y medio. "Un tiempo que excede lo indicado", puntualiza una experta. Pero ese niño fue entregado a la familia adoptante en un proceso donde todos quedaron conformes. “Lo acompañamos un año y medio, luego se fue en adopción, y tenemos una relación hermosa con esos padres y con él, somos parte de su identidad, de su historia, y ellos se presentan también como testigos en la causa” cuenta Mariana.

La causa se inicia “cuando se abre la adoptabilidad de Mimí, y esta gente que casi no la visitó --solo dos veces en tres años tuvo visita institucional--, se la lleva a otra casa que sí puede adoptarla” explica Mariana. Ella sabe que el caso de Mimí se salió de la norma. Hubo demasiado tiempo entre el inicio de la acogida y la entrega en adopción. Pero con un vínculo en el hogar de acogida “esta adopción solo vulnera sus derechos”, denuncia Mariana. Por eso accionó judicial y mediáticamente. Mariana se angustia cuando habla. Respira. Se repone. “A la niña esta situación le deja la sensación de que la arrebataron de su casa, por eso luchamos, para que se atiendan sus intereses”, asegura Mariana. Su marido y sus tres hijos la acompañan. “Todos estamos destruidos” añade. 

Los tiempos judiciales

La situación judicial del caso se ha duplicado dado que Mariana Megías apeló la sentencia desfavorable que le dicta en primera instancia, el Juzgado 84 de CABA. “Se está tratando en la Sala E de la Cámara Civil, y pedimos la restitución de la niña, porque se la llevaron de casa el 2 de diciembre, y la entregaron a otra familia”, describe. Con palabras sencillas refleja la crueldad del acto que vulnera los derechos de la niña. Por otro lado, la jueza Mónica Fernández desde el Juzgado 84 siguió adelante: “Buscó familia y firmó otra guarda con fines preadoptivos” describe.

Luego recuerda: “La jueza nos negó la adopción el 24 de diciembre”. Eso expone la dificultad del caso hoy conformado en dos expedientes. “Estamos a la espera de que la Cámara se exprese por nuestro pedido de restitución, pero mientras tanto la jueza sentenció la adopción” detalla. De ahí que hoy, el pedido es que el caso se unifique en una sola causa. “También ser tenidos en cuenta como interesados, tener un régimen de visitas con ella, y que sea escuchada su voz, porque nuestro pedido a la jueza fue que se escuchara la voz de la niña, ella dice que ya tiene familia y que somos nosotros”, insiste.

La niña y la familia

Aunque Mariana y su familia viven en provincia, la causa se radica en CABA porque la niña nació en CABA. Allí se disputa el caso que según la ley, la justicia debe resolver en pocos meses. Ya sea porque el menor vuelva con su familia biológica --a veces sucede-- o si va en adopción. Aquí llevó tres años. “En ese tiempo, los organismos que deben impulsar la causa no lo hicieron. ¡Por eso la causa estuvo detenida!” reclama Mariana. Y que al pasar el tiempo ella advirtió a la ONG por las consecuencias de lo que comenzaba a manifestarse: una clara afectividad entre la niña y su familia. La justicia dice que la demora se debe a que se buscó reinsertarla en su familia de origen. 

Ante la insistencia, la respuesta fue cruel: “Los equivocados son ustedes porque no supervisaron y no pidieron explicaciones”, les dijeron. “Y si fuera así ¿por qué lo tiene que pagar ella?”, se pregunta Mariana. “Esta es una familia donde ella formó un vínculo”, afirma. Eso debería alcanzar, supone. Insiste. Pero en los organismos del sistema de protección tampoco atendieron el caso. “No tienen en cuenta que ellos no debieron dejar que se construya el vínculo”, dispara. La tarea es lograr que el niño pueda construir un vinculo, eso dicta la ley. “Y eso sucedió, en este caso” puntualiza.

David y Goliat

Mariana sabe que está en una pelea desigual. Su pedido salta etapas de la ley de adopciones. Lo sabe. También entiende que toda la situación se convirtió en un caso irregular, y apela a que esa dilación de la justicia pueda jugar a su favor: “Estamos ante una corporación jurídica y de los organismos involucrados como en una pelea de David y Goliat, intentamos que los jueces que tienen que resolver ahora nos vuelvan a ver, nos escuchen”.

Recuerda que cuando recibieron al primer bebé, el proceso empezó igual, desde la misma ONG y con la firme decisión de que se iría en adopción. “Pero fue igual de apegado y comprometido que con Mimí, porque cuando sos familia de acogimiento es un hijo, y al mismo tiempo le decís que está de paso, que ya va a llegar la familia para ellos. La cosa es que Mimí empezó a decir: ‘vos sos papá y vos sos mamá’ a los dos años. Ella con los ojos nos dice que ya nos adoptó…” se emociona Mariana.

Lo impensado sucede. Hay jurisprudencia al respecto. Esa letra de ley habla de prestar atención al niño “y si el interés superior del niño se contrapone a la ley, prima el interés del niño” sentencia Mariana, que no es abogada, pero entiende la pelea. “Si te parás con la ley al lado y no lo ves como a un niño sino como un objeto que podés mover de casa en casa, se transgreden los derechos del niño, se vulneran” define. 

Estamos asistiendo a algo que nunca imaginamos. Podrían haber tenido receptividad por el interés de la niña, o a lo sumo dictar no ha lugar, y ordenar la adopción como con el otro niño, pero acá se la trató como a un objeto”, enfatiza. En ese marco, Mariana logró que la Legislatura porteña pidiera al Consejo por los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes un informe que explique por qué avalaron lo sucedido. Y otro respecto al Programa de Acogida en Ciudad. Tienen 30 días para responder. Mientras, la Cámara tiene la posibilidad de reparar la situación en la que Mimí perdió por segunda vez a una familia, si accede a revocar la guarda con fines adoptivos.

El caso muestra cómo el tiempo que tarda la justicia afecta la vida cotidiana de las personas. Y hasta parece "un modelo de cuando todo se hace mal", argumenta la mamá de acogida. “Pero se está a tiempo de reparar. Porque lo más fácil es que Mimí pague los platos rotos con un bache emocional, y lo valiente sería asumir la responsabilidad: todos trabajaron mal”. En esta puja se juega la vida de Mimí. Mariana lo sabe y afirma: “La justicia puede escribir un final diferente, y reparar el trauma en esta niña”.

Las excepciones marcan rumbos

En los procesos de adopción, la complejidad de la ley procura evitar situaciones que atenten contra los menores. El cuidado suele caer en virtuosismo y erosiona la posibilidad de muchos niños de tener una familia “bien constituida”. En Argentina, el Registro Único de Aspirantes a Guarda Adoptiva obstaculiza el acceso a la adopción por su propia dinámica de protección. Así, muchas personas deseosas de ser padres, recurren a adopciones en otros países.

Eso hizo Andrea Pietra. La actriz, para adoptar a su hija, que hoy tiene 11 años, tuvo que recurrir a una adopción en Haití. Fue después del terremoto de 2010. “Adopté así, ahí presentamos la carpeta, hicimos el trámite vía Cancillería, y tenemos el contacto de su familia biológica, vamos con la verdad”, detalla.

Adopté en forma monoparental --explica--, pero después de insistir en un trámite que hoy sienta precedente, mi hija tiene los dos apellidos: el mío y el de Daniel (Grinbank) porque las personas pueden no casarse y adoptar a la hija de la concubina” afirma Pietra. En ese proceso, ella también adopta una decisión de vida: la de ayudar a las familias adoptantes y a los niños.

Se involucró en el caso de Mimí “porque las guardas están hechas para que un bebé en vez de ir a un orfanato vaya a una casa de familia y esté en un lugar de amor, hasta la adopción. Pero este período debe durar de tres a seis meses para evitar que se produzca ‘la situación de nido’ según los tratados internacionales”. También los códigos de adopción en Argentina establecen “que las personas que se anotan para tener casa de guarda no pueden pedir la adopción del bebé que alojan”, destaca. Este caso cruza ambas reglamentaciones, entre otros motivos, por la demora que le suma la pandemia.

Es en la extensión del tiempo de acogida donde se rompe el acuerdo entre la ONG y la familia, en el caso de Mimí. “Esta bebé tuvo solo dos visitas por parte del Estado, y su mamá de acogida ve que la bebe hace nido ahí, y por eso la reclama”, señala Pietra. En las demoras del Estado en torno a la adopción, el niño crece. “Se hacen grandes y nadie los quieren adoptar”, reflexiona. “En lugar de criarse con amor, van creciendo de hogar en hogar, y quedan a la deriva, por eso me interesa Mimí. A esta familia la asisten los marcos legales y los derechos el niño. Que la citen, que investiguen. Viven en un barrio donde todos los vecinos se conocen, pueden comprobar cómo formaron vínculo”.

Como madre adoptiva, se solidariza con Mariana. Entiende lo que el sistema no puede ver. “Voy a hacer todo lo posible porque Mimí vuelva con Mariana y Marcelo (Ikonikoff), no quiero que sea una niña infeliz cuando puede ser una persona querida, cuidada y protegida” sostiene. “Acá se tarda mucho y el proceso es muy heavy. En este caso, además, se cruzó la pandemia y se formó una familia, eso hay que considerarlo”, afirma. 

Desde ayer circula un video en el que Pietra y colegas como Natalia Oreiro, Inés Estévez, Ricardo Darín, Pablo Echarri, Nancy Dupláa, Facundo Arana, entre muchos otros, apoyan el pedido de Mariana de constituirse en la mamá adoptiva de Mimí.