En el terreno de la cultura la pandemia acentuó problemas históricos. De acuerdo al Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), esta industria fue la tercera más afectada en la primera mitad de 2020. De marzo a noviembre todas las actividades con público presente, además de los rodajes en cine y televisión, quedaron suspendidas. Los meses de confinamiento mostraron una paradoja: las producciones culturales en formato virtual adquirían una vital importancia para la sociedad, a la vez que se hizo muy notoria la precarización de los trabajadores del área.
Durante nueve meses no hubo trabajo para prácticamente nadie. Surgieron agrupaciones que entregaban bolsones de comida. El Estado nacional ofreció y ofrece ayudas, insuficientes por la magnitud de la crisis. La reactivación, lenta y con estrictos protocolos para la presencialidad, no está siendo fácil.
LAS ARTES, BARRANCA A BAJO
Pese a sus características, el teatro, como el resto de las artes, se mudó en la cuarentena a la virtualidad. Una de las consecuencias más dramáticas de la pandemia es el cierre de espacios independientes: sólo en la Ciudad de Buenos Aires cerraron al menos entre 20 y 30, según un relevamiento realizado hace un mes.
Muchas personas percibieron como una estigmatización que otras actividades se habilitaran antes que las escénicas. El 13 de noviembre el Gobierno permitió el regreso. Los primeros en abrir fueron los teatros comerciales. A los independientes les costó y cuesta más por las exigencias en torno a la ventilación. En los oficiales, por lo menos hasta ahora, en la Ciudad, hubo menos movimiento del esperable. Nació un fenómeno insólito: la apertura de salas sólo por "girar la rueda" y reivindicar el "valor simbólico" de la actividad, con funciones "testimoniales" -en palabras de Carlos Rottemberg-. En líneas generales, se trabajó a pérdida durante estos meses, con aforo reducido.
Liliana Weimer, presidenta de la Asociación Argentina del Teatro Independiente, y Rottemberg coinciden en que el principal desafío es la "recuperación de la confianza" del público. El empresario destaca que entre noviembre y fines de febrero el movimiento de espectadores -contando los de música- creció un 246 por ciento. "Si hay un rebrote, no habría un corte como el del año pasado", estima. No aceptaría llevar a escena una obra sobre el coronavirus. Es otro síntoma de época: muchas ficciones se hacen eco de la pandemia. En algunas se respeta el distanciamiento sobre el escenario.
De acuerdo a cifras del SINCA, la pandemia generó una caída del 81 por ciento en la actividad musical en vivo. "¡Salvemos la música en vivo y a sus trabajadores!", alerta un comunicado de la Asociación de Managers Musicales Argentinos (ACMMA), que señala que la reciente reactivación tiene "poca sustentabilidad". Los aforos son limitados y con topes máximos. Los costos crecieron al ritmo de la inflación y el valor de las entradas "no soporta más aumentos". "Estamos trabajando por pasión y para cubrir costos. Es imprescindible armar un plan de fomento", expresa Ana Poluyan, vicepresidenta de ACMMA. Y concluye: "Cada vez más gente cae del negocio". La manager de Miranda y Los Pericos registra que actualmente en cinco shows se recauda lo mismo que antes de la pandemia en uno. La de la música en vivo es una industria "golpeada desde antes"; "la única de las culturales sin fomento". En tiempos de encierro, los streamings fueron "un hito, una breve solución", que simplemente colaboró "desde lo moral". Juan Ignacio Vázquez, presidente de la Unión de Músicos Independientes, cuenta que también para los artistas del under "es difícil cubrir costos y tener ganancias" con un aforo del 30 por ciento. En el último tiempo se retomaron las clases presenciales. Durante el confinamiento, la UMI aportó ayudas mediante un acuerdo con Spotify y organizó streamings con cachet para les artistas.
La danza se vio muy lastimada por no contar con un organismo nacional de fomento. Cuatro veces perdió estado parlamentario el proyecto de ley que lo crearía. Asimismo, el trámite para la formalización de la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza quedó trabado por la pandemia en el Ministerio de Trabajo. Bailarines y coreógrafos padecieron la parálisis de 36.310 espacios de formación en todo el país, que constituyen el motor de su economía. Un informe del Movimiento Nacional de Danza detalla que apenas el 16 por ciento de los trabajadores se desempeña en condiciones de formalidad; el 42 lo hace de manera informal; y otro 42 en ambas modalidades. El 85 por ciento no había podido acceder en su momento a ayudas del Estado, siquiera al IFE. Ante la falta de datos oficiales, el Movimiento encaró la confección de un Registro Nacional de Trabajadores de la Danza.
La producción de libros en 2020 se redujo un 50 por ciento con respecto a 2019. “El sector sufrió los cuatro peores años de su historia durante el gobierno de Macri, en los que también se redujo a la mitad la producción. Partíamos de un piso muy bajo”, dice Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL). Las ventas cayeron entre un 30 y 35 por ciento. La Feria del Libro, claro, no se realizó el año pasado. Una nueva edición debería llevarse a cabo en pocos días, pero aún no tiene fecha prevista.
LA FICCION EN FUGA
Separadas era la única ficción local que hasta marzo de 2020 estaba al aire en la TV argentina. Las grabaciones se suspendieron, y la pandemia significó la desaparición de la ficción de la pantalla. "Esta crisis es anterior a la pandemia, que la mostró en su crudeza", sentencia Sergio Vainmann, vicepresidente de Argentores. En cuarentena, la TV abierta se volcó a la información y al "panelismo". El entretenimiento ganó un lugar a medida que avanzaba 2020; y en ese rubro se impusieron los programas de concursos gastronómicos.
Polka, la productora más longeva, quedó en el dilema de achicarse o cerrar. Recientemente reabrió sus puertas para grabar una telenovela. Según cifras del Sindicato Argentino de Televisión, aquel dilema costó la pérdida de 150 puestos de trabajo estables. Unos 5 mil trabajadores del gremio quedaron sin empleo durante nueve meses en 2020. "Ahora las productoras que pueden bancar los costos de los protocolos retomaron grabaciones para plataformas. La televisión la manejan los financistas. La única manera de conseguir que esto se revierta es que el Estado regule y fomente", apunta Vainmann. Los ministerios de Cultura y Desarrollo Productivo junto a la Secretaría de Medios "tienen pensado lanzar un plan de fomento"; en tanto que la Multisectorial Audiovisual batalla por una ley para televisión y plataformas.
Tras un año de estar cerrados los cines reabrieron el primer fin de semana de marzo en buena parte del país. Con un 50 por ciento de los complejos abiertos, muchos con menos pantallas de lo habitual, menos funciones por día y un aforo del 30 por ciento, la primera semana dejó un "promisorio" saldo de 110 mil entradas vendidas. Mucho menos de lo que se había vendido hace un año para esa época, antes del aislamiento (420 mil), pero mucho más de lo que se logró en el arranque de otros países.
El análisis es del presidente de la Cámara Argentina de Distribuidores Independientes Cinematográficos (Cadicine), Manuel García. Para él, la pandemia trajo como consecuencia un "cambio profundo en el negocio" por la aceleración en el crecimiento y el consumo de las plataformas de streaming. La cara "lamentable" del asunto es que muchas salas y distribuidoras "no volverán a abrir". Desde el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina indican que se retomó el rodaje del 80 por ciento de las películas suspendidas por la pandemia. Otros datos revelan cómo repercutió el hecho en los equipos técnicos: en 2019 se generaron casi 6700 puestos de trabajo en largometrajes; en 2020, 2870. O sea, se perdieron 3830.
ESTETICA DE LA RECLUSION
Finalmente, Eduardo Stupía sintetiza el panorama de las artes visuales. "Las galerías, salvo contadísimas excepciones, vendían poco y nada antes de la pandemia", recuerda. Las define como un mercado "espasmódico" y "anémico". "Las durísimas condiciones que impuso la catástrofe quizás deban tomarse como oportunidad para revisar de manera más realista, equilibrada y justa las reglas del juego. El hiato impuesto por la obligada postergación de ArteBa podría aprovecharse para abrir el debate acerca de cómo hacer posible que las galerías participen en ferias locales e internacionales, sin que eso les signifique el colapso financiero o la quiebra en caso de irles mal", analiza.
Resalta la "creatividad y persistencia" de directores de museos y centros culturales, que permitieron que la oferta de bienes culturales -primero de manera virtual, ahora gradualmente presencial- "no haya decaído en proporciones abismales" pese a "presupuestos maltrechos". Artistas y demás profesionales del ámbito "agudizaron esfuerzos en una economía de resistencia" e instauraron una "virtual estética de la reclusión". Cuando la presencialidad estaba suspendida, las muestras se trasladaron al mundo virtual, al igual que la docencia.
Pese a las particularidades, datos y relatos confluyen en un hilo común. Las deficiencias previas a la pandemia se ven ahora más nítidamente. El coronavirus instaló cambios en los hábitos del público y en las estéticas. A un año de su aparición en el país, las consecuencias de su expansión no dejan de sentirse y de implicar un desafío en el mundo de las expresiones culturales.