La desigualdad social no es habitualmente tema central en la agenda mediática. Es algo con lo que se convive, se naturaliza, hasta que aparece un caso como el de M. que la expone con tanta crudeza que resulta imposible mirar para otro lado. “¿Quién es el intendente?”, preguntó una conductora televisiva en busca de respuestas políticas frente a la angustia por la situación de la nena de 7 años. Preguntaba por el intendente de Villa Lugano, cuando ese barrio forma parte de la Ciudad de Buenos Aires y el jefe de Gobierno es Horacio Rodríguez Larreta.
Villa Lugano expone a la gestión del PRO, que lleva más de 13 años al frente del distrito y no ha logrado mover el amperímetro de la inequidad social. A fines de 2019, antes de que la pandemia agravara todo, la Comuna 8 que integran Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo ya presentaba los peores indicadores sociales del territorio, con “una realidad más cercana a los habitantes de los municipios más postergados del conurbano bonaerense que a las familias que habitan los barrios de la zona norte y centro de la Ciudad”, analiza un informe del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM).
Está claro que la desigualdad social no es un problema solamente porteño, más allá de que el gobierno de la Ciudad cuenta con recursos que otras provincias no tienen para buscar soluciones y éstas no han aparecido bajo los mandatos de Mauricio Macri y Rodríguez Larreta.
En el acceso a la salud, por ejemplo, en la Comuna 13 (Belgrano, Núñez y Colegiales) solo el 4,4 por ciento de sus habitantes no disponen de prepaga u obra social, debiendo recurrir al sistema público. En cambio, en la comuna 8 la cifra se estira al 43,7 por ciento de la población. Es una proporción mayor al promedio del conurbano bonaerense, donde el 40,7 por ciento depende de los hospitales y centros del servicio público.
La distribución de vacunas contra la covid-19 a prepagas y obras sociales por parte del gobierno de la Ciudad cristaliza esa situación de desigualdad, ya que los ciudadanos que pagan los planes ABC1 de medicina privada, por caso, en el barrio de Belgrano, tienen ventaja en el acceso a la vacuna sobre sus vecinos de Villa Lugano, que deben esperar el turno en el hospital público.
En contraste todavía mayor con los privilegios para los ciudadanos más acomodados de la Ciudad, el gobierno de Rodríguez Larreta no tuvo mejor solución esta semana que clausurar el Hospital Español por un día, para colocar luces de emergencia, tras 13 años sin observar esa falla. Tuvo que retroceder rápido con la medida por la reacción de los pacientes damnificados, ya que la clausura arruinó operaciones programadas, turnos sacados hace meses y cientos de prestaciones en una institución que se concentra en la atención a afiliados al PAMI. Fue una muestra de desinterés, por lo menos, frente a esa realidad, aunque muchos lo vivieron como un gesto de desprecio.
Es decir, sobre una base de enorme desigualdad, el gobierno porteño toma acciones que la refuerzan en lugar de mostrar decisión política para mitigarla o mucho menos resolverla.
“La situación se repite si tomamos como indicador los fallecimientos de menores de un año por cada mil nacidos vivos, cuyo promedio en la CABA es del 6,5 por ciento. El dato encierra realidades diferentes: mientras que en la Comuna 2 (Recoleta) representa el 3,9 por ciento, en la Comuna 8 es más de dos veces mayor: 8,8 por ciento”, señala la investigación del CEM, que conforman las universidades nacionales de Hurlingham, Arturo Jauretche y la UMET.
El dato, entonces, es que la mortalidad infantil en Villa Lugano es más del doble que en Recoleta. Un mazazo para los promotores de la meritocracia.
“Contrastando estos datos con los de algunos municipios de la provincia de Buenos Aires, observamos que la Comuna 8 presenta realidades similares a Lomas de Zamora (9 por ciento de mortalidad infantil) y a José C. Paz (9,7)”, agrega el CEM.
También es difícil sostener el discurso de supuesta igualdad en la competencia por empleos o desarrollos personales cuando el punto de partida es tan distante entre unos y otros. Se observa en el terreno de la educación. La tasa de repitencia en el colegio primario en la Comuna 8 es más del triple que en la Comuna 13 (Belgrano, Núñez y Colegiales). La cifra es del 1,8 por ciento, contra el 0,5, respectivamente. El promedio de la Ciudad es 1,1, y el promedio de conurbano bonaerense, 2,2.
“Según datos oficiales del GCBA, en la Comuna 14 (Palermo) el 89,8 por ciento de los mayores de 25 años ha completado el nivel medio de enseñanza, contra el 47,1 en la Comuna 8”, indica. Quiere decir que solo el 10 por ciento de les jóvenes de Palermo no terminaron el secundario, contra más del 50 por ciento en Villa Lugano.
“En cuanto a la finalización de estudios superiores, la relación es de 60,3 a 14,4 por ciento, respectivamente”, agrega. “En lo que respecta al acceso al derecho a la educación en el nivel inicial, existen fuertes diferencias en la tasa de escolarización de la población de 3 años: 100 por ciento en la Comuna 14 frente al 68,3 en la Comuna 8”, puntualiza el documento.
En Villa Lugano la mortalidad infantil es mayor, lo mismo que las dificultades para acceder al jardín de infantes, no repetir en el primario, terminar la secundaria o completar estudios superiores. Una razón que lo contextualiza es la situación habitacional. El 21 por ciento de los vecinos del barrio viven hacinados, contra el 3 por ciento que padece esa condición en Recoleta y Palermo. El promedio de la Ciudad es 7,8, por lo que la Comuna 8 tiene casi el triple de hacinados.
Las cifras de pobreza, indigencia y desigualdad social se mueven para arriba o para abajo motivadas centralmente por políticas nacionales. Las mega devaluaciones durante el gobierno de Cambiemos (hoy Juntos por el Cambio) y la falta de intervención pública para morigerar sus efectos en los más perjudicados empeoraron todos esos indicadores. Por el contrario, a lo largo de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner hubo una tendencia general de mejora, con altas y bajas, pero incluso en los momentos de crisis económica o estallidos del dólar, la acción del Estado fue potente para contener a los más afectados.
Referentes mediáticos que se identifican con Juntos por el Cambio y varios de sus dirigentes suelen incluso estigmatizar a quienes reciben planes de asistencia social. Se los tilda de vagos o choriplaneros. A pesar de las graves situaciones que soportan y las carencias que los excluyen, esos comunicadores y dirigentes califican a los más vulnerables de ventajistas que quieren cobrar plata del Estado “sin trabajar”. O se embarazan para cobrar la Asignación Universal por Hijo, acusan.
Esa falta de empatía frente a la desigualdad social ha sido una característica de los gobiernos de Macri en la Ciudad de Buenos Aires y a nivel nacional, y también de la actual gestión de Rodríguez Larreta en la CABA. Bajo el concepto de la meritocracia, las diferencias sociales se acentúan, en lugar de utlizar el Estado y sus herramientas para combatir tanta injusticia.
Eso agrava las cosas. Lo explica el documento del CEM: "El quiebre significativo entre las condiciones de vida de los habitantes de las distintas comunas de la CABA y de una fuerte continuidad entre una parte de la CABA y el conurbano, sugiere la necesidad de construir un abordaje metropolitano sobre las desigualdades sociales que ponga en discusión la idea de una ciudad rica y un conurbano pobre. La situación es mucho más compleja: existen zonas ricas y zonas pobres en el conurbano y en la Ciudad, siendo tal vez la principal diferencia las distintas capacidades estatales que tienen los gobiernos locales para atender las mismas". explica. Sin sintonía política entre los gobiernos para afrontar la situación, las soluciones no harán más que demorarse.