“Les pido a los argentinos que hagan todo lo necesario para mantener viva la memoria”, reclamó el presidente Alberto Fernández al participar de un homenaje a los trabajadores desaparecidos durante la dictadura, a pocos días de que se cumplan 45 años del golpe genocida. Desde el espacio de memoria donde funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), al que llegó manejando su propio auto para entrar como “un ciudadano común”, y donde plantó un árbol a pesar del mal clima, Fernández hizo su apuesta a futuro, al hablar de la necesidad de continuar con una agenda de ampliación de derechos y de avanzar hacia la igualdad, flanqueado por altos dirigentes del sindicalismo argentino y de los organismos de derechos humanos. “No nos han vencido, seguimos pidiendo lo mismo. Seguimos creyendo en la democracia, en los derechos de la gente, queriendo ampliar derechos. Estamos cada día más convencidos de la necesidad de hacerlo”, sostuvo.
“Los 30 mil son parte del movimiento obrero”, decía el cartel debajo del que se sentó Fernández en la casa de HIJOS, junto con dirigentes de la CTA y de la CGT que conforman la Intersindical de Derechos Humanos, un espacio que se puso en movimiento durante el gobierno de Mauricio Macri y que mostró la necesidad de construir la unidad. Fernández se llevó ayer de la ex ESMA el apoyo de los sindicatos y de organismos de derechos humanos, probablemente dos de los soportes de los que sabe que puede asirse. Son cinco los funcionarios, recordó Fernández, que conforman su Gabinete y que son hijos de desaparecidos: el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, la titular de ANSES, Fernanda Raverta, y la responsable del INADI, Victoria Donda. “La lucha de sus padres no fue en vano”, dijo ante la atenta mirada de Pietragalla, que minutos antes lo había acompañado a plantar un jacarandá.
Desde abajo del escenario, lo escuchaban hablar de la dictadura --a la que definió como la mayor tragedia de la sociedad argentina-- otros funcionarios de su equipo. Estaban el ministro de Educación, Nicolás Trotta, el secretario general de la presidencia, Julio Vitobello, y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que aplaudían cada vez que se renovaban los compromisos con la verdad y la justicia, como cuando el Presidente pidió que todos los culpables del terrorismo de Estado sean sentados en el banquillo, que condenen a los que deban condenar o absuelvan a los que deban absolver, pero que la Justicia actúe.
“Les pido que cada 24 de marzo recordemos el horror que vivimos. Si yo siento el amor y el respeto que siento por las Madres y las Abuelas, es porque las vi tener el coraje que la sociedad argentina no tuvo. Se pararon solas frente al poder a reclamar lo que veíamos que pasaba, y algunas dejaron su vida”, continuó. “Muchos quieren que el olvido nos gane, y que un día dejemos de recordar el pasado. Me parece imperioso que el pasado esté presente en nuestras vidas, no porque somos resentidos, no para vengarnos, sino porque queremos ser mejores”, agregó.
Durante su discurso, recordó su experiencia como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner antes de que el 24 de marzo de 2004 se decidiera sacar a los marinos del predio y sentar las bases para crear allí un espacio de memoria. Pero, sobre todo, recuperó el aniversario del golpe como un parteaguas en la historia y un mandato para reponer las banderas de quienes lucharon.
“Estamos recordando a los trabajadores que han dejado su vida en la lucha obrera. Se trataba de trabajadores y representantes gremiales que buscaban lo mismo que hoy buscan los que trabajan: mejores condiciones, mejores derechos, una sociedad más igualitaria, mejores condiciones de vida, mejor acceso a las necesidades básicas”, empezó el Presidente. “Nosotros nacimos en la vida política un día de octubre del 45 cuando fuimos a reclamar la libertad de un coronel que lo único que había hecho era darles derechos a los que trabajaban”, dijo Fernández. “Desde entonces para nosotros la política es nada más que mejorar las condiciones de vida del ser humano dándole más derechos”, completó.
“En Argentina persisten las dos Argentinas --añadió--. Los republicanos son ellos, pero a los que echan a patadas en los golpes es a nosotros y los que vienen detrás de los golpistas son los republicanos, es rarísimo. Pero no nos han vencido”.
La unidad
La Intersindical de Derechos Humanos tuvo su primer encuentro federal en 2019, en pleno macrismo, también en la casa de HIJOS en la exESMA. Como relató Daniel Catalano, secretario general de ATE Capital y secretario general adjunto de la CTA, esa confluencia de la CTA y de la CGT se forjó para resistir al neoliberalismo y hoy se mantiene para defender al gobierno popular.
El encuentro de ayer contó con importantes presencias del movimiento sindical. Estuvo Héctor Daer, secretario general de la CGT, que se conmovió al recordar cuando en 1977 secuestraron a su hermano. El secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios (SUTERH), Víctor Santa María, participó junto con el secretario general de La Bancaria, Sergio Palazzo, la secretaria general del Suteba- Ctera María, Laura Torre, y Elena Ferreyra, de la Intersindical de Derechos Humanos. Hugo Yasky, secretario general de la CTA y presidente de la comisión de Derechos Humanos de Diputados, no pudo ser de la partida por estar aislado al igual que la diputada Vanesa Siley, referente de FE-Sitraju.
Daer celebró que fue un acto de superación de las diferencias que existieron en otro momento. “El 24 de marzo fue algo planificado, con objetivos muy claros que utilizaron al terrorismo de Estado para imponer una transformación social que nunca más volvió atrás”, afirmó.
“Me gusta cuando podemos participar en esta unidad”, celebró Santa María. “Me siento orgulloso de formar parte de una central sindical como la CGT que reivindica los derechos humanos”, dijo. En la otra punta de la mesa, estaba sentada María Laura Torre con su guardapolvos blanco. “Un guardapolvos de las luchas colectivas”, dijo.
La Memoria
Carmen Loréfice, de Madres de Plaza de Mayo LF, fue una de las primeras en llegar al panel. Con su pañuelo blanco y su barbijo, esperó que uno a uno se fueran sentando junto a ella. “Yo soy muy viejita”, advirtió. “Pero voy a seguir luchando. No voy a bajar los brazos”.
Desde La Plata, la escuchaba Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, que contó que estaba muy emocionada por el homenaje a los trabajadores desaparecidos. “El trabajador puso el cuerpo, salió, desafió y dijo basta”, dijo. “Hoy estamos acá porque justamente la muerte de estos 30.000 compañeros no ha sido en vano”, concluyó.
“Somos muchos quienes nuestra historia está signada por ese ataque virulento al movimiento obrero”, aportó Carlos Pisoni, de HIJOS, al recordar que su mamá había sido militante gremial bancaria. “El 70 por ciento de los desaparecidos eran trabajadores y trabajadoras”, remarcó. “La dictadura apuntó contra los trabajadores. Hace cuatro años vivimos algo muy similar en la Argentina”.
Giselle Tepper, también de HIJOS, contó que Taty Almeida extrañaba las plazas en las que el cántico de “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza” daba la bienvenida cada 24 de marzo. Pero Taty desbordaba felicidad ayer cuando subió al escenario junto con el Presidente, a quien le había mandado un WhatsApp para invitarlo a participar.
-- ¿Cuánto tardé en responderte? ¿Cuatro segundos ? --le preguntó el Presidente, mientras Taty sonreía.
“No bajen los brazos”, respondió ella. “Se lo decimos nosotras, las locas, que, a pesar de los bastones y de las sillas de ruedas, seguimos de pie y vamos a seguir estando.”