Boca y River decidieron jugar un partido con la misma camiseta. No será azul y amarilla ni llevará la banda roja sobre el pecho. La memoria no tiene colores, pero todo está guardado en ella como canta León Gieco. Los dos clubes se unieron en una iniciativa que es un acto reparatorio. Porque convocaron a familiares, amigos y allegados de socios y socias desaparecidas durante la última dictadura cívico-militar para completar sus historias, homenajearlos y dejar constancia de que las instituciones deportivas no son indiferentes ni ajenas a hechos que también las afectaron. No son las únicas ni las primeras que señalan este camino. Pero sí las más populares. Seguramente dejarán una huella, una marca en el imaginario colectivo.
La defensa de los DDHH no es una moda estacional ni una cuestión que solo deba custodiar el Estado. Es una tarea de toda la sociedad civil. Y los clubes en la Argentina son una parte clave en ella desde sus orígenes, a donde se replegó la militancia desde el primer golpe de Estado de 1930 contra Hipólito Yrigoyen. El deporte es la razón de su existencia -aunque no su condición exclusiva- pero además es un derecho humano. Ese que el terrorismo de Estado les arrebató a muchos socios que nunca renunciaron a su condición de tales.
River y Boca difundieron un comunicado conjunto donde “convocan a aquellos familiares o allegados/as de socias y socios de ambos clubes que hayan sido víctimas de desaparición forzada durante la última dictadura militar, que se extendió desde 1976 a 1983”. Explican que “el objetivo es que se pongan en contacto con las respectivas instituciones para conocer sus historias de vida y reivindicar su condición societaria en el marco de una política de memoria, verdad y justicia”. Boca agregó: “Somos rivales, no enemigos... Y por las víctimas del terrorismo de Estado levantamos la misma bandera”.
Su prosecretario, Alejandro Veiga, referente de la peña boquense de Mar del Plata, le explicó a Página/12: “Boca y River que somos extremadamente rivales en la cancha, así como nos abrazamos afuera con otros amigos de River para ver a la selección o para votar al mismo candidato o elegirlo para que a nuestro país le vaya mejor, así como nos abrazamos para eso, también lo hacemos con los derechos humanos. Hoy somos todos iguales, no hay colores que nos separen”.
En River la iniciativa partió del área de Museo, Trofeos e Historia que conduce el sociólogo Rodrigo Daskal. El dirigente informó que “se tomó la decisión política desde la conducción del club y es algo que los socios veníamos hablando hace muchos años. Comenzamos junto a River solidario y estamos trabajando sobre el padrón de asociados que son unos libros antiguos, pero además contamos con cierto padrón digital. Vamos a tener pistas de detenidos desaparecidos y con la colaboración de la secretaría iremos contactando a personas para completar sus historias. Además estamos muy contentos de hacerlo con Boca y lanzarlo conjuntamente”.
Cada club difundió una dirección de correo para que los socios entren en contacto. Son [email protected] y [email protected]. Veiga comentó: “Nuestro club estuvo callado durante ocho años sobre estos temas y ahora se nos acusa de que hacemos política cuando el silencio es complicidad. Claro que hacemos política. Tenemos una clara política de derechos humanos, no política partidaria. Nuestra política son la memoria, la verdad y la justicia. Como dice muy claro el comunicado”.
El directivo también se preguntó: “¿Mirá si Boca no va a tener el derecho de expresar el sentimiento de sus socios? Los nuestros creemos que no son indiferentes a los desaparecidos ni a los derechos vulnerados de la gente. Nosotros vinimos al club, primero para defender los derechos de nuestros socios, que los tenían vulnerados cuando llegamos. El socio de Boca no estaba atendido, era un socio de segunda. Nos votó para que pongamos la agenda nosotros y no para hacerle caso a las anteriores autoridades”.
Daskal recordó que en River “estamos trabajando con mucha prudencia para hacerlo con el consentimiento de los familiares. La idea es restituir parte de la identidad de estos socios por el lado del fútbol y del club. Hay una parte de esa persona que no está y puede ser puesta nuevamente en juego. Vamos a avanzar por esa línea”.
En el Boca macrista en sus dos versiones, cuando lo gobernó el ex presidente de la Nación y Daniel Angelici después, la promoción de los derechos humanos no era un tema prioritario. Hoy todavía tiene nostálgicos esa política de olvidos deliberados. Hinchas y socios -una minoría- cuestionaron en las redes sociales la decisión oficial de homenajear a los socios desaparecidos. Lo hicieron bajo el argumento de que no debe meterse la política en el club, como si en los clubes nunca se hubiera militado socialmente o las asociaciones civiles no las hubieran fundado trabajadores socialistas, radicales, comunistas o anarquistas a fines del siglo XXI o principios del XX.
Quizás olvidaron que durante el gobierno cambiemita la Bombonera se convirtió en un símbolo de la utilización política con fines diplomáticos. Las visitas guiadas y en fila de algunos mandatarios europeos en 2016 hicieron escuela. El francés Francois Hollande acompañado por Mauricio Macri, el presidente de Bulgaria Rosen Plevneliev y el primer ministro italiano Matteo Renzi recorrieron el mítico estadio como si fuera la Casa Rosada.
En Racing y Argentinos Juniors
Banfield marcó un camino, lo siguieron Ferro, San Lorenzo, Estudiantes de La Plata y Rosario Central, entre otros clubes. La ola de actos reparatorios para restituir la condición de socios a detenidos-desaparecidos que practicaron deportes en sus instalaciones o siguieron a sus equipos desde una tribuna en su infancia y juventud sigue hasta hoy.
La comisión directiva de Racing aprobó un proyecto de su Departamento de Socios y de su Archivo Histórico para llevar a cabo un acto que dejará su huella en una de las dos mitades futbolísticas en que se divide Avellaneda. “Sentíamos que teníamos que saldar esta deuda con la memoria y entendimos que era el momento indicado para dar este paso”, declaró el presidente Víctor Blanco.
La idea original surgió hace algunos meses de cinco socios: Osvaldo Santoro, Miguel Laborde, Jorge Watts, Carlos Krug y el reconocido periodista Carlos Ulanovsky. Está sintetizada en un comunicado titulado Contra el olvido, por la justicia, que informa: “La situación administrativa de los socios y socias detenidos/as-desaparecidos/as no puede explicarse a través de ninguna de las causas de exclusión inscriptas en el estatuto. Por lo tanto, la modificación de esta injusticia, corregida ya en muchas instituciones no deportivas y en muchas dependencias estatales, permite avanzar un paso más en la recuperación de la identidad completa de las víctimas”.
El club detalló que “la tarea será también en este caso una construcción colectiva: quienes tengan datos o información para aportar sobre socios o hinchas de Racing desaparecidos, pueden escribir a [email protected]”.
La subcomisión de Derechos Humanos de Argentinos Juniors presentó un proyecto de restitución de la condición de socios a siete hinchas del club detenidos-desaparecidos. La comisión directiva lo aprobó por unanimidad el jueves pasado con el objeto de hacer “una reparación histórica que contribuye a la reconstrucciónn de las identidades de los desaparecidos, pero también a la identidad de nuestro club…”. Ellos son Gregorio Nachman, Guillermo Moralli, Ernesto “Jaio” Szerzewiz, Horacio Moreira, Américo Marchetti, Néstor Sammartino y el prestigioso cineasta Raymundo Gleyzer, autor de la célebre película Los Traidores.
El trabajo de la subcomisión de DDHH tiene 37 páginas y es un ejemplo de cómo un club puede tomar en sus manos una parte trágica de su propia historia y recordar a sus víctimas del terrorismo de Estado con el mismo sentimiento que ellas le profesaban al club. La decisión de Argentinos Juniors contó con la adhesión de las Secretarías de Derechos Humanos y de Deportes de la Nación, Abuelas de Plaza de Mayo (Córdoba), H.I.J.O.S Capital, el CELS, varias subcomisiones de DDHH de clubes y las comisiones por la memoria de La Paternal y Caballito.