Yamila Angela Celeste Barrionuevo tiene 30 años. Atiende el teléfono mientras sigue con la crianza de sus dos hijos varones. Como se le rompió el celular usa el de la madre y de vez en cuando responde por Instagram, “estoy juntando unos pesos y ya voy a volver a tener el mío” se disculpa.

Todo es cuesta arriba en su vida, algo que pareciera una constante. Sin embargo, no es impedimento, por el contrario, se transforma en fortaleza para abrirse paso en un género incipiente en la sociedad salteña, el rap. Estamos hablando de B Yami.

Limache

De chica se instalaron con su familia en Limache, algo más que un barrio. Para ella y para muchos, es una marca de identidad y territorialidad que forja caminos y destinos.

“Limache es mi vida. Yo me fui a vivir al Limache a los 7 años cuando era muy chiquita y me crié ahí, pasé toda mi niñez, adolescencia y parte de mi juventud”.

Barrio de gente trabajadora, carga con el estigma de ser “un poco heavy”, como ella misma lo define. Los pibes, las pibas, los edificios, la calle, la música, van forjando un camino muchas veces pedregoso y a contramano de los deseos familiares y sociales.

“Cuando era pendeja era terrible, y en mi juventud era un re bardo. Siempre rebelde” pero también muy sociable.

En la escuela primaria se destacaba por ser buena alumna y muy amiga de todos. “Con los del fondo, con los nerds, con los de adelante, con los de atrás, con todos hablaba y me saludaba”.

De familia católica que todos los domingos iban a misa, Yami llegó a confirmarse y en la secundaria la mandaron a un colegio de monjas. Quizás su familia pensó que de esta forma aplacaría alguna de sus actitudes. Sin embargo, el espíritu rebelde y contestatario permaneció intacto.

Hace pocos días el Club Central Norte cumplió 100 años y Yami fue a los festejos con su hijo más chico. Allí, en medio de los hinchas del azabache, tuvo muchos recuerdos de su adolescencia: “Mi viejo es re futbolero, yo amo el fútbol. El dice que fue un error llevarme por primera vez a ver Central Norte contra Gimnasia y Tiro, pero para mí fue lo más hermoso que me pasó en la vida. Yo desde ahí no dejé de ir a la cancha (…) iba con una bandera que me cosió mi vieja”.

“Ya me empezaba a juntar con los pibes en el barrio, rancheaba con la vagancia y conocí lo que es otro mundo, la calle, otros códigos. Eso también formó parte de mí y de lo que soy hoy en día. Mi personalidad y mi manera de afrontar el mundo”.

Los caminos del rap

Algo germinaba en la vida de Yami. Las diferentes sensaciones, los mundos encontrados, la calle, la rebeldía a flor de piel, y la música como una constante, iban formando a la artista.

Escucho las 3 R, rock, reagae y rap, también amo el hip hop. Cuando tenía 7 años iba a la escuela y con mis compañeritos escuchábamos Eminem, ese estilo de chiquita (…) en 6to grado gané un concurso de poesía, y en la secundaria me acuerdo que siempre hacía las canciones de la promo. Yo no me daba cuenta de ese don. Lo empecé a descubrir con las batallas de freestyle”.

La vida le siguió poniendo pruebas desde muy chica. La pérdida de un hermano menor la hizo encontrarse con una espiritualidad que la religión no supo contener. Entender lo que había sucedido con su hermano, conectarse con diferentes personas y aprender a valorar cada momento de la vida, fue fundamental para construir a la Yami de hoy. “Me gusta dejar en claro en mis canciones que hay que valorar la vida y agradecer por lo que tenemos”.

El descubrimiento del freestyle fue liberador y sanador en su vida, “me sirvió muchísimo para descargar el sentimiento de lo que había pasado con mi hermano”. “ Me empecé a meter en ese mundo y un día me planté y dije 'yo puedo hacer'. Iba a la casa de unos amigos, me ponía a escuchar música y a tirar un freestyle”.

Los mandatos familiares no fueron fáciles de sortear. Como a tantos pibes y pibas del barrio, se les exige una carrera, seguir un destino diferente al que socialmente plantea la música. “Mi familia me dice que me deje de joder y que me vaya a laburar”, cuenta entre carcajadas. Su padre recibido de administración de empresas y su madre secretaria de un colegio, aun no comprenden las elecciones de su vida.

“Ellos no entienden que yo me levanto, agarro el celular y estoy buscando una base, estoy trabajando. Lo que hago lo hago para superarme, para mejorarme, para el público y para mí como artista (…) Siempre estoy buscando información. El artista labura y eso no se valora”. 

Sin embargo, Yami también reconoce que sus padres son un gran ejemplo de vida para ella y trata de hacerles entender su elección. “Ellos también se llenan de orgullo, por ejemplo, cuando me hacen una nota”.

Las Pibas

“Te querés matar, te querés matar
Con las pibas más pillas no podés jugar
Tenemos cabeza no nos interesa

Siempre hablan de sexo, de putas, de drogas
Pero nunca cuentan las veces que lloran

Se hacen los piolas, no bancan la toma”

Uno de los hits musicales de B Yami es “Te querés matar”, un tema apuntado a las masculinidades, a los hombres, sus ocultamientos y cobardías. Una letra que deja ver un ideario feminista de corte barrial y directo.

Usando el contundente lenguaje de la calle, algo clave para el mundo rapero, Yami se siente cómoda en esta lírica, “Yo conozco mucho la jerga de las pibas y la jerga de Salta, que por ahí en Buenos Aires significa otra cosa (…) Uso esa jerga porque de esa manera me expreso y se entiende. Las pibas de la lleca me entienden y yo canto para ellas, porque la pasé, la viví”.

El tema nació en conjunto con sus amigas, muchas de ellas mujeres que enfrentan en soledad la crianza de sus hijos y pelean día a día por sus sueños. A partir de una base de trap que le hizo escuchar un amigo, le quedó resonando la frase “Te querés matar”. Yami se preguntó “¿a quien puedo decirle que se quiere matar? es una re frase. Abrí el wasap, hable con mis amigas y empezamos a darle a los hombres. Y de ahí salieron muchas frases. Me decían y me escribían situaciones y yo las transformaba en poesía y quedaban re chetas”.

La canción lleva la marca registrada de B Yami, quien puso la pluma a una rabia generalizada, a una situación cotidiana de descontento entre las pibas de los barrios. Una creación y grito colectivo.

La canción tenía por intención “hacerle sentir a las mujeres que nosotras podemos hacer muchas cosas (…) esta sociedad te impone que tenes que tener una pareja, una familia, te impone muchas cosas pero que vos podes romper”. “Yo rompo cosas que no me gustan, Por eso quiero que las pibas aprendan a hacerse respetar y hacer valer su lugar, su palabra como mujeres”.

La carrera de B Yami sigue abriéndose camino en la escena local y nacional. Un genero que se expande. Admirado por muchos, criticado por otros, pero sin lugar a dudas en franco crecimiento.

El sueño de Yami es abrir un estudio en Limache y buscar talentos por los barrios. Una muestra cabal de la solidaridad y apoyo mutuo que florece desde abajo.

El rap, el trap y el hip hop llegaron para quedarse, y B Yami surfea bien arriba la ola desde Salta.