El ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, el secretario de Cultura y Creatividad, Enrique Avogadro, y el nuevo presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Ralph Haiek, se reunieron ayer con representantes de la industria cinematográfica para aplacar la intensidad del conflicto que provocó el despido de Alejandro Cacetta del sillón del Instituto. En el encuentro, Avelluto garantizó la continuidad del fomento al cine y habló “acerca del cambio de autoridades en el Incaa y de garantizar el financiamiento para el sector en un marco de transparencia institucional”, según señaló el comunicado emitido por el ministerio que encabeza.
De la reunión participaron el presidente de la Academia de Cine y Artes Cinematográficas de la Argentina, Axel Kuschevatzky, así como su tesorera, Milagros Roque Pitt; el presidente de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC), Hernán Musaluppi; el presidente de la Asociación General de Productores (AsoProd), Luis Scalella; el presidente de la Unión de la Industria Cinematográfica (UIC), Juan Vera; Fernando Díaz y Juan Pablo Miller, director y vocal de la Asociación de Productores Independientes de Medios Audiovisuales (Apima); Fernando Sokolowicz, presidente de la Asociación de Productores de la Cultura Audiovisual (Acervo); el presidente de Proyecto de Cine Independiente (PCI), Martín Desalvo, y su secretario general, Daniel Rosenfeld; el presidente de Directores Independientes Cinematográficos (DIC), Miguel Mato, y su secretario general, Marcelo Schapces; Guido Valerga, secretario general del Sindicato de la Industria Cinematográfica (SICA); Patricia Primón y Horacio Grinberg, presidenta y asesor, respectivamente, de la Cámara de Distribuidores Independientes Cinematográficos (CaDiCiNe).
“Queremos fomento y transparencia para el Incaa para que los fondos que son para el cine nacional, lleguen al cine”, dijo Avelluto, sin mencionar a dónde estuvieron llegando anteriormente en una industria con una producción promedio de 180 películas al año. Asimismo, el ministro aclaró que no existe ninguna iniciativa en el Gobierno destinada a modificar, reducir o eliminar los fondos de fomento. Por su parte, Haiek agregó: “Una administración transparente de los fondos del Incaa significa más películas y más trabajo para los actores, directores, guionistas y técnicos. Estamos convencidos de que ese es el camino para el Instituto”.
Los representantes de las entidades mencionadas plantearon la disconformidad con la manera en que fue expulsado Alejandro Cacetta de la presidencia del Incaa y también cuestionaron la forma en que se ensució a Pablo Rovito, quien era el rector de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc) y que, en rigor renunció, en solidaridad con Cacetta, yéndose aplaudido por los estudiantes de la institución que la vieron crecer y mejorar durante su gestión. Por un burdo informe del programa televisivo Animales sueltos, del canal América –transformado en una suerte de quirófano mediático– ambos ex funcionarios pasaron a ser cuestionados como los culpables de la corrupción en el Incaa, algo que después, desde el Gobierno y frente a la unidad del sector cinematográfico, tuvieron que bajar el tono y recalcar que Cacetta, en realidad, más bien no se animó a hacer los cambios que ellos esperaban (despidos de las segundas líneas gerenciales kirchneristas), pero que tiene idoneidad moral.
Durante la reunión, los representantes de las entidades de la industria cinematográfica también pusieron énfasis en todos los temas que generan inquietud: desde todo lo referido al Fomento Cinematográfico a la necesidad de discutir el costo medio de las películas; también se solicitó la garantía de funcionamiento del Incaa e información sobre cómo es la cuestión recaudatoria del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). Este es un punto crucial en el conflicto ya que muchas integrantes de la comunidad audiovisual infirieron que detrás del despido de Cacetta, el gobierno nacional tiene intenciones de reducir el presupuesto del Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC) del Incaa, que se compone de la recaudación del 10 por ciento de las entradas de cine (en un informe de la consultora FIEL se habló de eliminar este arancel que se cobra tanto por películas argentinas como extranjeras), así como también el 60 por ciento del FFC proviene de la recaudación que el Enacom genera por los impuestos a las radioteledifusoras por la torta publicitaria. Y parte de lo que estuvo en discusión en estos días e, incluso desde antes del despido de Cacetta, fue si la nueva Ley de Convergencia que pretende impulsar el gobierno nacional convertiría a las teleradiodifusoras en TIC (Tecnologías de Información y Comunicación), y si así fuera si se dejaría de cobrarles el impuesto a los cableoperadores por dejar de ser radioteledifusoras.
“En relación al proyecto de Ley de Convergencia y los recursos destinados al Fondo de Fomento Cinematográfico, se solicitó leer el borrador de la misma y tener participación activa en el proceso de su elaboración. Las autoridades se comprometieron a gestionar ante Enacom los contactos a tal fin. Al mismo tiempo, se acordó generar un sistema de trabajo conjunto y permanente con el fin de abocarse a la tarea de generar nuevos recursos para incrementar el Fondo de Fomento Cinematográfico, incorporando a las TIC y otras plataformas”, señala el comunicado que emitieron horas después las entidades que participaron de la reunión. En ese sentido, desde el Ministerio de Cultura se habló del compromiso para que puedan efectuarse las reuniones entre los funcionarios del Enacom y representantes del sector de la industria cinematográfica.
Además, el comunicado de las asociaciones señala: “También solicitamos, tal como está estipulado en la Ley de Cine, que el presupuesto anual del Incaa sea aprobado por el Consejo Asesor previamente a ser elevado al Ministerio de Cultura, y que el Incaa dé cumplimiento en tiempo y forma a la actualización del Costo Medio”. Por último, se reclamó que todas las agrupaciones y asociaciones del ámbito cinematográfico “que no fueron participados o no pudieron asistir a esta reunión sean convocados a reunirse con las autoridades”.
El productor Hernán Musaluppi, presidente de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC), brindó sus impresiones de la reunión: “En principio, tuvimos una discusión cara a cara de lo que está pasando y de la forma no sólo desprolija sino agraviante y equivocada de las salidas de Cacetta y Rovito de sus lugares de trabajo. Cabe la aclaración que cualquier gobierno puede decidir reemplazar a sus funcionarios cuando se les ocurra. Lo que nosotros fuimos a discutir fueron las formas de las decisiones que tomaron y que están en el tapete”, comentó Musaluppi a PáginaI12. “Lo que tenemos que discutir es por qué estas dos personas quedan manchadas cuando son transparentes, pero también que queda manchada una industria porque es independiente de los nombres de ellos. Si el problema que se aduce es que hay una estructura viciada y enquistada hace años, ¿qué tenemos que ver los productores? Finalmente, los que tienen que ver son los funcionarios. Y si lo que el Estado va a atacar es que el 50 por ciento del Incaa se gasta o se malgasta en la estructura, nosotros no tenemos nada que ver y hemos quedado manchados sin tener nada que ver. Hemos quedado en el medio de un tiroteo siendo generadores de trabajo y de cultura”, agregó Musaluppi.
No trascendió si durante la reunión el ministro haya dicho que “la posición de los actores tiene que ver con el prejuicio”, como había señalado en una entrevista, para luego teorizar: “Los prejuicios son emociones tercas sobre cuestiones que no se conocen bien”. Musaluppi le comentó a PáginaI12: “Estamos trabajando y estamos movilizados desde el prejuicio, pero el prejuicio también parte por la forma bochornosa en que sacaron a estos funcionarios”. El presidente de la CAIC cree que si no hubiera pasado eso y, en cambio, hubiera habido diálogo y canales de comunicación “más serios o más fluidos tal vez el nivel de prejuicio habría sido menor”. Por otro lado, señaló: “En el sector del cine siempre sentimos temor por lo que va a pasar porque lamentablemente por cuestiones, en general, ajenas a nosotros, estamos últimamente en el tapete. En principio, tenemos muchas dudas por la fragilidad de los sistemas institucionales argentinos”, concluyó Musaluppi.