Por Javier Lewkowicz
Casi uno de cada tres objetos que se fabrican en todo el mundo es “Made en China”. Más precisamente, el 28,4 por ciento de la producción manufacturera global se explica por China, que por ello es catalogada como la “fábrica del mundo” seguida de lejos por Estados Unidos (16,6 por ciento), Japón (7,2), Alemania (5,8), Corea del Sur (3,3) y la India, con el 3 por ciento. Sin embargo, este mote es relativo, puesto que esconde que en muchos casos China representa el último eslabón de una cadena de producción que tiene como elementos esenciales a otros países del sudeste asiático. Y esto es esencial para entender por qué los expertos en China advierten un cambio en el modelo manufacturero.
Desde su apertura al capitalismo de Estado en los ´90, el gigante asiático ha escalado rápidamente posiciones como el mayor fabricante y exportador del mundo. No obstante, en los últimos años se verifica un giro que comenzó primero por el intento de que el mercado interno empuje a la economía por sobre la venta externa, lo cual va de la mano del incremento salarial en China frente a otros países de bajo costo laboral. Adicionalmente, China busca posicionarse en sectores de alta tecnología y en los segmentos de diseño para ganar valor agregado y así reducir su dependencia de las potencias de Occidente y deslocalizar actividades contaminantes, en línea con sus compromisos en materia de emisiones de carbono.
“Made in China”
El protagonismo total de China en la manufactura se puso en evidencia como nunca durante los primeros meses de la pandemia, cuando el mundo se vio necesitado del país asiático para la provisión masiva de barbijos, respiradores y otros insumos médicos. Con las vacunas, también se espera que China termine de resolver en los próximos meses el abastecimiento global. A continuación, otros ejemplos sobre el impactante “Made in China”:
En 2019, China explicó el 28 por ciento de la fabricación mundial de autos, cuando en 2008, el país asiático representaba un 13 por ciento. Este faraónico ascenso en realidad se frenó en 2015 y desde ese momento la proporción se ha mantenido. De hecho, en 2018 y 2019 la producción de autos en China tuvo caídas del 4,2 y 7,5 por ciento, respectivamente. En 2019, previo a la pandemia, China produjo 25 millones de vehículos. Ese mismo año, los patentamientos de vehículos ascendieron a 25,7 millones de unidades, por debajo de las marcas de 2016, 2017 y 2018. En 2005, el mercado interno chino era de 5 millones de vehículos, mientras que el norteamericano era de 17 millones. Mientras en Estados Unidos el mercado se estancó desde ese momento hasta esta parte, en China se quintuplicó.
La exportación a nivel mundial de celulares representó un negocio de 267 mil millones de dólares en 2019, de los cuales China representó nada menos que el 46,9 por ciento (125 mil millones de dólares), seguido de Vietnam (13,3 por ciento), Hong-Kong (11,5), Países Bajos (5,5) y Estados Unidos (3,8). Cerca del 40 por ciento del mercado chino de celulares está en manos de Huawei, seguido por Vivo, Oppo, Xiaomi y Apple.
Alrededor del 40 por ciento de la producción mundial de muebles se realiza en China. El país cuenta con un mercado interno que tiene en sí mismo dimensiones globales (1400 millones de personas) y además cuenta con suficiente recurso natural, lo cual lo convierte también en un gran exportador. En 2018, el valor de las exportaciones de muebles y partes de muebles por parte del gigante asiático fue de 53 mil millones de dólares
China explica dos de cada tres toneladas que se producen en el mundo de fibras sintéticas para el sector textil y las exportaciones de ropa desde China representan alrededor del 37 por ciento del total mundial. Se calcula que casi una quinta parte de las exportaciones de textiles por parte de China se dirigen a los Estados Unidos, operaciones que alcanzan los 50 mil millones de dólares. A su vez, el 40 por ciento de las importaciones de textiles de parte de los Estados Unidos provienen de China. Dado el contexto de tensión comercial, que se desbocó con Donald Trump pero que no tiene perspectivas de cesar a pesar del cambio de administración, hay oportunidades para terceros países, como Indonesia, Vietnam y Tailandia.
China fabrica más acero que todo el resto del mundo, ya que cuenta con el 53,3 por ciento de la producción mundial. En 2019 tuvo un avance de fabricación del 8,3 por ciento. Muy de lejos en cuanto a su participación global le siguen India, Japón y Estados Unidos. El mercado interno de acero en China es monumental, pero el peso del país asiático en las exportaciones mundiales es mucho menor: representa cerca del 15 por ciento. Aun así, duplicó el volumen a Japón, el segundo mayor exportador.
El eslabón chino
“La participación de China en las exportaciones globales de manufacturas pasó del 2,8 por ciento en 1990 al 6,8 por ciento en el 2000 y llegó a un pico del 18,5 por ciento en 2015. Sin embargo, el diferencial anual del crecimiento de las exportaciones de manufacturas en favor de China frente al resto del mundo, que fue de 8,3 puntos porcentuales entre 1991 y 2010, se redujo a apenas 0,7 punto entre 2010 y 2016. Si bien la participación de China no está en claro declive, tampoco se acerca al grado de expansión de la etapa anterior”, analiza el investigador Gordon Hanson, de la Universidad de Cambridge, en un reciente artículo llamado “¿Quién llenará los zapatos de China? La evolución global de las manufacturas trabajo-intensivas.
Gustavo Girado, director del posgrado de estudios sobre China en la Universidad Nacional de Lanús (UNLA), advierte que “la etiqueta de ‘fábrica del mundo’ es relativa y se asocia al momento en donde China se convierte en destino de las exportaciones de otras economía del Asia-Pacífico. Se trata, mejor dicho, de una ‘fábrica asiática’, debido a que se trata de un impresionante entramado intrasectorial entre países”.
Girado agrega que “en esta cadena de valor, hay multinacionales de origen coreano, taiwanés y japonés, por ejemplo, que están radicadas en China. Estas empresas hacen una parte de su producción en los territorios en donde está ubicada su casa matriz y otra parte en la China continental. Y desde China el producto sale el mundo. Es decir que el mundo es invadido por productos de origen chino, pero el dueño del capital y por lo tanto de las royalties es una transnacional. Esto es un punto clave. De hecho, la mitad de las exportaciones chinas están explicadas por transnacionales radicadas en China”.
La inserción de China como eslabón final de las cadenas globales de valor fue consecuencia de una política pública que apuntó a la necesidad de modernización productiva y que se basó en la gran ventaja comparativa de los bajos salarios. Sin embargo, la fuerte mejora en el bienestar de la clase trabajadora china, lo cual implica suba de los salarios, junto con el avance de la prioridad política hacia el desarrollo en sectores de alta tecnología en un contexto de mediano y largo plazo en donde los compromisos en materia climática van a poner un techo a la expansión manufacturera son componentes que cambian la ecuación.
“En algunos segmentos se ha vuelto caro producir en China. Pero ahora no solamente las multinacionales optan por elegir lugares alternativos a la plaza china sino que son las propias empresas chinas que deslocalizan parte de su producción en Myanmar, Camboya, Laos y Filipinas. Son países con mano de obra más barata que se están convirtiendo en actores globales. También inciden en este proceso la evidente fragilidad de la economía global a partir de la crisis de 2008 y la guerra comercial con los Estados Unidos. Los planes no solo a 2025 sino también para el centenario de la República Popular China en 2049 apuntan a la autosustentación en materia de vanguardia tecnológica”, indica Girado.