La Copa Libertadores femenina anclada por primera vez en Argentina llegó a su fin y coronó campeón al equipo brasileño Ferroviária, mientras que el podio reservó sus otros escalones para sus compatriotas de Corinthians en el tercer lugar y para las colombianas de América de Cali, que se retiraron subcampeonas. Más allá de la celebración de las futbolistas paulistas, lo cierto es que las últimas tres semanas de fútbol repartidas entre el estadio Francisco Urbano de Deportivo Morón y el José Amalfitani de Vélez, sedes de la competición, dejaron imágenes, datos, jugadas y a la primera entrenadora campeona de la competencia, todos hechos que volvieron histórica esta decimosegunda edición y que vale la pena repasar.

Lindsay Camila, la primera DT campeona

Cuando la chilena María Belén Carbajal pitó el final y el 2-1 de Ferroviária sobre América de Cali consagró a las brasileñas campeonas de América por segunda vez en su historia, hubo una primera vez muy especial. Y es que Lindsay Camila, su entrenadora desde enero, se convirtió en la primera directora técnica en ganar la Copa Libertadores, en su primer desafío a cargo del equipo.


"No importa si soy la primera o la última. Cuando empecé, muchos me dijeron que no lo haga, que no podría, pero nadie debe decirte qué hacer. A todas las mujeres, les digo: hay que creer"
, fueron las alentadoras palabras de la DT de 38 años, que quiso correr del foco el plano histórico para priorizar la importancia de su logro en términos de un cambio cultural.

Camila, que junto a Paula Navarro, de Santiago Morning, fue una de las dos mujeres en la conducción técnica que tuvo la Copa, también celebró lo que la visibilidad del torneo significa para las niñas que sueñan con ser jugadoras. "Antes, solían obtener sus referencias en los hombres -señaló-. Hoy en día, estas chicas tienen la oportunidad de conseguir referencias en las mujeres".

Las arqueras, grandes figuras

Cuando su arquera Luciana levantó la copa en el césped del Amalfitani, sus compañeras de Ferroviária celebraron a pura sonrisa y la escena fue una metáfora de gran parte de la competencia: así como sucedió con la defensora de los tres palos del campeón, los partidos definitorios de la máxima cita continental entregaron actuaciones protagónicas de las que custodian los arcos sudamericanos.


Aún cuando el primer gol de Ferroviária llegó por un error suyo, también la colombiana Katerine Tapia tuvo sus atajadas espectaculares, incluyendo los dos penales que contuvo para darle el pase a América de Cali a la final. Laurina Oliveros, la uno de la Selección y del Boca campeón invicto del torneo local, fue otra de las que mostró su alto nivel: más allá de sus habituales buenas actuaciones, fue la gran figura del 1-0 sobre Avaí Kindermann que clasificó a las xeneizes a cuartos de final, haciéndose gigante en varios mano a mano y con más de una volada espectacular.


La propia Luciana, que salvó a Ferroviária de un empate en los últimos minutos de la final, había sido la gran figura de la semifinal ante Universidad de Chile, cuando atajó tres remates en la definición por penales. "Incluso si soy una villana o una heroína, me encanta ser portera. No cambiaría ese puesto por nada", reveló la brasileña, que había perdido la final 2019 y este domingo se tomó revancha.

¿El golazo de la Copa?

También hubo golazos, claro, de esos que dejan boquiabiertos a quienes hablan del fútbol femenino antes de sentarse a verlo. Si bien hay definiciones para todos los gustos entre los 124 goles que dejó la competencia, hubo dos joyitas que bien vale la pena recordar: una de la argentina Yael Oviedo y la otra, de la venezolana Joemar Guarecuco.


Por fase de grupos, la exBoca consiguió el empate temporal ante Ferroviária con una definición exquisita, ni más ni menos que ante la poderosa arquera brasileña. Oviedo, jugadora de la Selección, llegó en velocidad al área rival, cazó de primera el centro que venía desde la otra punta y la picó con tal maestría que Luciana tuvo que elevar la vista hasta el cielo para intentar ver adónde había ido a parar la pelota.


El gol de la venezolana que milita en el subcampeón América de Cali fue uno de los más lindos de la competencia, pero también uno de los más importantes. Es que el derechazo cruzado con que Guarecuco tomó de sobrepique la pelota y la clavó en el arco desde afuera del área, a los 93 minutos de la semifinal con Corinthians esfumándose, le permitió al equipo colombiano llegar a los penales, instancia que ganó para meterse en la final.

El sueño (copero), siempre colectivo

Con la conquista de Ferroviária, que había levantado el trofeo también en 2015, Brasil cristaliza su poderío continental en la disciplina: de los 12 trofeos entregados, es el noveno título de Copa Libertadores que se va para la nación verdeamarelha, sumado a los que ya celebraron San José (lo ganó tres veces), Santos, Corinthians (ambos en dos oportunidades) y Audax (lo consiguió en 2017, en sociedad con Corinthians). Solo rompieron la hegemonía Colo Colo de Chile (2012), Sportivo Limpeño de Paraguay (2016) y Atlético Huila de Colombia (2018).


Boca y River, los representantes argentinos, se quedaron afuera en cuartos de final, pero eliminados por quienes serían finalistas de la competencia. Claro que todavía queda la desazón de no haber podido ver a las rivales sudamericanas arreglárselas con Lorena Benítez, la volante talentosa del campeón xeneize que se lesionó durante su gira con la Selección en la She Believes Cup y se perdió la Copa.

La participación de las millonarias y boquenses fue transmitida por la señal pública DeporTV, que ofreció sus partidos así como todos los encuentros desde las semifinales en adelante. La primera final disputada en nuestro país, en un cruce simbólico-cronológico, se jugó poco después de dos años del anuncio de la semiprofesionalización del torneo nacional, el mojón que inauguró un tiempo de avances para la disciplina en Argentina.


Y si bien la gloria fue la misma, las diferencias persistieron
al momento de la premiación para mujeres y varones: por el mismo título, Ferroviária cobró 85 mil dólares y Palmeiras, 15 millones. Mientras la visibilización aumenta y las apuestas de clubes y federaciones mejoran para las futbolistas, ellas son las que se encargan de recordar que las victorias son siempre colectivas.

"Hubiera cambiado ese récord por ser campeona", contó entre lágrimas Catalina Usme, la capitana de América de Cali, que llegó a los 29 goles y se convirtió en la máxima goleadora de la historia de la Libertadores. "Yo creo que los récords y los reconocimientos personales pasan a un segundo plano cuando los objetivos grupales no se cumplen. Realmente, este logro me sabe a lo mismo".