La canasta básica de bienes y servicios que define la línea de pobreza ascendió a 14.620 pesos en marzo, con un aumento de 3,5 por ciento, mientras que la marca la línea de indigencia se ubicó en 7260 pesos, al aumentar un 2,9 por ciento. Se trata de aumentos mensuales que duplican los registrados a finales del año pasado. Las cifras las difundió ayer el Centro de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires e implican que la inflación de los primeros meses de este año impactó en mayor medida sobre el costo de vida de los sectores vulnerables de la población. El Indec no hace públicos los datos de cuántos nuevos pobres hubo el último años pero las estimaciones de los privados registran que el año pasado se sumaron cerca de 1,5 millones de personas a la condición de pobreza y unas 600 mil personas a la indigencia.
El documento del centro estadístico porteño publicó, además de las cestas que definen la línea de pobreza e indigencia, el valor de la canasta de consumo total y de la canasta de consumo alimentario. La total para una familia de dos adultos de 35 años, ambos económicamente activos, propietarios de la vivienda y con dos hijos de unos 9 y 6 años se ubicó en 18.686 pesos, al aumentar un 3,7 por ciento respecto de febrero y un 32,6 por ciento en los últimos 12 meses. La canasta alimentaria alcanzó los 7845 pesos, al avanzar 2,9 por ciento mensual y 25,4 por ciento interanual.
La canasta de consumo total para un hogar tipo 2 (es decir, de adultos mayores, económicamente inactivos, propietarios de la vivienda y sin hijos a cargo) sumó unos 7194 pesos en marzo, al incrementarse en 3,6 por ciento respecto de febrero y en un 32,1 por ciento en relación con igual mes del año pasado. La canasta alimentaria para la misma pareja de jubilados ascendió a 3665 pesos, con un aumento de 2,8 por ciento mensual y de 24,1 por ciento interanual.
En marzo hubo una aceleración de los precios de los bienes de consumo masivo, los cuales a final del año pasado venían subiendo a ritmos del 1,5 por ciento pero ahora lo empezaron a hacer a tasas del 3,5. Las mayores remarcaciones sobre los bienes básicos afecta a los sectores asalariados y de menores ingresos de la población, puesto que son los que destinan una mayor parte de sus gastos mensuales a comprar estos productos. El aumento de los precios de la canasta básica muestra que el rebote de estos meses del proceso inflacionario no fue únicamente por efecto de tarifas o de precios estacionales como los servicios de turismo, sino que se aceleraron las remarcaciones en rubros claves como los alimentos y la indumentaria. La leche fue uno de los productos con mayor incremento de precios en los últimos meses. Subió 2,6 por ciento en febrero respecto del mes anterior y 40,4 por ciento interanual. El centro de estadísticas porteño no actualizó por ahora los rubros de la canasta de consumo a marzo. El aceite fue otro producto con importantes ajustes, al aumentar 2,6 y 66,4 por ciento.
Los asalariados y grupos vulnerables de la sociedad (jubilados con bajos haberes e individuos que acceden a programas de bienestar social como la Asignación Universal por Hijo) fueron los sectores de la sociedad que más perdieron el año pasado por la suba de precios de los productos de consumo masivo. No consiguieron ajustar sus ingresos al ritmo de los precios y perdieron capacidad de compra. La Ciudad de Buenos registró que en 2016 la inflación fue la más elevada en 25 años, al acumular un alza de 41 por ciento y superar incluso los aumentos de precios de 2002, cuando la crisis y la mega devaluación de ese año generaron una inflación de 40,6 por ciento. Este año la inflación volvió a mostrar un rebrote en los meses de febrero y marzo, lo cual terminó de convencer al mercado y a los organismos internacionales sobre que el Banco Central no cumplirá su meta de precios de 17 por ciento (la estiman por encima del 21 por ciento). Pero el Gobierno continúa insistiendo en que las paritarias no deben cerrarse por arriba del 20 por ciento y en la necesidad de limitar los gastos sociales para intentar reducir en forma gradual el déficit fiscal. Esto adelanta un año de estancamiento en el poder adquisitivo y nuevas dificultades para sectores postergados de la población para mejorar sus ingresos y acercarse a la línea de pobreza e indigencia.