Desde Brasilia
Un caos patriótico. Había globos verdes y globos amarillos, los colores de la bandera, en los jardines de la residencia presidencial este domingo cuando Jair Bolsonaro habló antes centenas de personas, algunas fuera de sí, aparentemente poseídas por la exaltación que les causa estar cerca de su guía. "La bandera brasileña nunca será roja", rugieron los fans de capitán cada vez que éste hizo alusiones directa, o indirectamente, a favor de un golpe o contra las medidas para frenar el contagio del coronavirus.
No pasa una semana sin que este admirador de Augusto Pinochet y Donald Trump formule algún comentario sobre sus planes desestabilizadores. Desestabilizadores de su propia administración. Esto que parece una contradicción en sus términos oculta la lógica del conspirador que va pavimentando el caos del que se valdrá para justificar una solución manu militare. Bolsonaro repite aquello de que si la situación se va de madre no le quedará más alternativa que declarar el Estado de Sitio o Estado de Defensa.
Unidas a las bravatas golpistas están las declaraciones que proyectan a Bolsonaro como un negacionista a escala mundial: en estos días recomendó a los infectados con la covid-19 la ingesta de ivermectina ("aquel remedio que mata los piojos pero no mata a nadie, dejen que las personas que quieran tomarlo lo hagan") .
Poco antes había enviado una misión oficial a Israel, encabezada por su hijo, el influyente diputado Eduardo Bolsonaro, y el canciller Ernesto Araújo, para comprar un spray nasal ( "parece que es un producto milagroso contra el virus").
Luego de tantas acciones y manifestaciones descabelladas fue encuadrado este lunes por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo con sede en Ginebra, Suiza, le recomendó con todas las letras que "tome en serio" la pandemia y adopte "políticas de salud basadas en evidencias científicas" .
Horas después el presidente rebatió las orientaciones de la OMS al asegurar con dicción marcial, "somos uno de los pocos países que está a la vanguardia de la búsqueda de soluciones contra la covid". De locos.
Según trascendió, la OMS formó un comité especial para realizar un seguimiento exhaustivo de la deriva brasileña por lo que ésta significa como amenaza a la seguridad sanitaria global. Brasil es el segundo país del mundo en número total de muertos desde el inicio de la pandemia, este lunes superó los 295 mil, contra más de 542 mil en Estados Unidos.
Pero en el conteo de víctimas registradas cada 24 horas, el gigante latinoamericano ha ocupado el primer lugar mundial desde hace más de dos semanas, superando por amplio margen a los fallecimientos norteamericanos así como a los ocurridos en la Unión Europea. Brasil ya pasó los 2,2 mil muertos diarios en promedio y posiblemente llegará a los los 3 mil en abril o mayo.
La curva empinada que describe el aumento de muertos en las planillas de estadísticas se ve con más crudeza en la saturación de los cementerios como el de Vila Formosa, de San Pablo, donde el domingo pasado hubo colas de cuatro horas para que los familiares puedan ingresar a las ceremonias luctuosas.
Estas filas se formaron pese a que la alcaldía paulistana contrató recientemente 150 nuevos sepultadores y la semana pasada fueron cavadas 100 tumbas en un solo día en el necroterio de Vila Formosa, el mismo que se hizo famoso en abril de 2020 cuando el diario The Washington Post publicó en su tapa una foto con decenas de fosas recién cavadas ante la primera onda de covid, que fue superada por mucho en esta nueva fase.
Enviado de Dios
En el discurso del domingo, cuando frestejó sus 66 años entre globos de colores patrios y una torta blanca , el ex capitán dijo, haciendo las veces de pastor, "pueden estar seguros, mi fuerza viene de Dios y también de ustedes, solo Dios me quita de aquí"."Pueden estar seguros nuestro Ejército es el verde oliva y también ustedes lo son", arengó al público de donde surgían consignas de exaltación a la dictadura.
Bolsonaro perdió la guerra contra la covid porque es un estratega mediocre: se dejó llevar por la perorata de Trump según la cual éste era inofensivo. Fue así que desdeñó todas las medidas para enfrentarlo. Emitió un decreto contra el uso del barbijo, obstruyó las negociaciones para la compra de decenas de millones de vacunas y emprendió una cruzada contra el aislamiento social.
Derrotado por el virus que está devorando a su país, la opción del exmilitar fue hacer de esta peste una aliada para sus objetivos desestabilizadores, escogiendo como enemigos a los gobernadores que implementaron medidas para impedir la diseminación de la dolencia, potenciada por la alta transmisibilidad de la variante P1, detectada en la Amazonia hace unos tres meses. Estas medidas fueron citadas en los últimos pedidos de impeachment contra el gobernante presentados en el Congreso.
En el acto del domingo tildó a los gobernadores de "tiranos" y prometió luchar contra el aislamiento social movilizando a las Fuerzas Armadas para garantizar la "libertad" y el derecho de ir y venir.
Casi a la misma hora que era lanzada esta arenga en Brasilia un grupo de autoproclamados "reservistas" del Ejército se reunió frente a la residencia de Bolsonaro en Río de Janeiro para amenazar a los "zurdos" que promueven el impeachment. Es difícil creer que esta concentración paramilitar, abiertamente golpista, ocurrió sin la venia del mandatario.