El pasado 15 de marzo la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) del Vaticano emitió un documento de respuesta (“responsum”) aludiendo a una consulta que supuestamente se le formuló acerca de las bendiciones de “las uniones de las personas del mismo sexo”. En esa declaración el organismo vaticano (ex Santo Oficio) encargado de velar por la “ortodoxia” de la doctrina católica se expidió en forma terminante en contra de tales bendiciones argumentando que la Iglesia “no bendice ni puede bendecir el pecado”. En el mismo texto y para que no quedara ninguna duda, la CDF se encargó de incluir una leyenda en la que señala que “el Sumo Pontífice Francisco, en el curso de una Audiencia concedida al suscrito Secretario (arzobispo Giacomo Morandi) de esta Congregación, ha sido informado y ha dado su asentimiento a la publicación” del Responsum ad dubium. Dicho acuerdo habría ocurrido antes del reciente viaje de Francisco a Irak.
La declaración suscitó críticas desde dentro y fuera de la Iglesia Católica, hacia la CDF pero también dirigidas al Papa.
Un documento firmado por más de doscientos teólogas y teólogos de todo el mundo, rechazó el pronunciamiento de la CDF y señaló que “el texto se caracteriza por un gesto paternalista de superioridad y discrimina a las personas homosexuales y sus proyectos de vida”, por tal motivo “nos distanciamos firmemente de esta posición” y “en cambio, asumimos que la vida y el amor de las parejas del mismo sexo no son menos valiosos ante Dios que la vida y el amor de cualquier otra pareja .
"Me siento avergonzado por mi Iglesia. Siento principalmente incomprensión intelectual y moral", afirmó Johan Bonny, obispo de Amberes (Bélgica). Y agregó que "me gustaría disculparme con todos aquellos para quienes este responsum es doloroso e incomprensible. El dolor que la Iglesia les ha causado es hoy mi dolor". No fue el único. Varios otros obispos se pronunciaron en el mismo sentido pero uno de los más categóricos fue el arzobispo Mark Coleridge, de Brisbane (Australia), quien en un tuit sostuvo que "una Iglesia que dice que no podemos ordenar mujeres está igualmente obligada a preguntar cómo podríamos incluir a las mujeres en el liderazgo ... una Iglesia que dice que no podemos bendecir las uniones entre personas del mismo sexo está igualmente obligada a preguntar cómo podemos incluir a las personas del mismo sexo, parejas sexuales". El obispo de Essen (Alemania), Franz-Josef Overbeck, dijo que la enseñanza de la Iglesia "necesita urgentemente una visión más amplia de la sexualidad humana".
Catholic National Report (NCR) de los Estados Unidos, una publicación que refleja la posición de católicos progresistas cargó directamente contra Francisco y se preguntó si no se lo podría calificar de “hipócrita” dado que en varias ocasiones anteriores se había mostrado públicamente abierto y acogedor hacia las personas homosexuales.
Otra voces, dentro y fuera de Roma, se hicieron escuchar con discreción y en voz baja.
No llama entonces la atención la interpretación que muchos dan a algunas de las palabras que el propio Francisco incluyó el domingo pasado en la lectura del Angelus dominical.
Francisco afirmó entonces que “se trata de plantar semillas de amor, no con palabras que vuelan, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes; no con condenas teóricas, sino con gestos de amor ” y habló de “malentendidos, dificultades o persecuciones o afirmaciones de moralismos clericales”. Agregó que “el Señor, con su gracia, nos hace dar frutos, incluso cuando el terreno es árido por incomprensiones, dificultades o persecuciones o pretensiones del moralismo clerical”.
La pregunta es si, en medio del siempre intrincado lenguaje eclesiástico del que Jorge Bergoglio ha hecho gala siempre en su vida, el Papa no estaba ahora respondiendo precisamente al responsum de la CDF. Entendiendo quizás que las “condenas teóricas” son “palabras que vuelan” y que la acción de la Iglesia tiene que manifestarse en ejemplos “concretos, sencillos y valientes” que son gestos de amor.
Todo parece indicar que, lejos de estar saldada la discusión, el tema está en plena ebullición en el ambiente eclesiástico y se esperan nuevos debates teológicos y pastorales. Incluyendo tal vez y pasado cierto tiempo un nuevo pronunciamiento de Francisco que puede ser más explícito sobre la bendición a las uniones entre personas del mismo sexo.